“A ROBERT COX, EL PERIODISTA DIGNO, EL HOMBRE ÍNTEGRO. Con admiración, con afecto y también hoy, con pena por su partida del país, virtualmente amenazado por quienes ejercen la violencia impunemente, le decimos: ¡MUCHAS GRACIAS! Gracias por haber sido uno de los muy pocos, poquísimos periodistas que demostró a través de su accionar profesional, comprensión para con nuestro dolor y nos hizo sentir menos solas. GRACIAS por solidarizarse con nuestro reclamo de justicia por la desaparición de nuestros hijos. GRACIAS por abogar sin falsas concesiones por el respeto universal a los derechos humanos, también los nuestros y los de nuestros hijos ‘detenidos-desparecidos’. GRACIAS por su valiosa contribución para que nuestra Argentina sea verdaderamente el país que soñaron los Constituyentes del 53, una Argentina democrática, en un clima de libertad se respete plenamente al hombre como ser humano y ciudadano. Anhelamos que este sueño se convierta en una pronta realidad y pueda Robert Cox estar nuevamente entre nosotros y continuar a través del Herald con su periodismo esclarecedor y valiente. Nuevamente: ¡MUCHA GRACIAS y hasta pronto! MADRES DE PLAZA DE MAYO”.
Esta solicitada de las Madres de Plaza de Mayo a Robert Cox fue publicada en el diario La Prensa el 18 de diciembre de 1979. Subraya la integridad y valentía del periodista británico que, como director del Buenos Aires Herald, dio testimonio de las sistemáticas violaciones a los derechos humanos de la dictadura, a pesar de las amenazas y las intimidaciones recibidas.
Cuando la mayoría de los medios se plegaban al relato oficial del “peligro comunista” promovido de la Junta Militar, Cox imprimió al suyo una impronta inédita. Pese a las presiones, recibía y escuchaba a las personas que desesperadamente buscaban conocer el paradero de sus familiares secuestrados. Así, las páginas del Herald documentaron el terrorismo de Estado en pleno desarrollo. Un diario en inglés, creado en 1876 para la comunidad angloparlante, abría una rendija de esperanza al romper la imposición del silencio mediático sobre las desapariciones forzadas, las torturas y los asesinatos.
En 1977, Cox fue detenido y llevado a la Superintendencia de Seguridad Federal, donde funcionaba un centro clandestino de detención. Dos años después, las amenazas en constante aumento a su familia lo obligaron al exilio: por ello, la solicitada de las Madres, que vale tanto como una medalla al valor.
En plena dictadura, la redacción del Herald recibía a las Madres de Plaza de Mayo. Cox las escuchaba, recababa información, investigaba y exigía respuesta al poder. Su testimonio en el Juicio a las Juntas fue vital.
A sus 91 años, Robert Cox volvió al país y este martes fue homenajeado por periodistas, organizaciones de derechos humanos, sindicatos y movimientos sociales, en reconocimiento a su valentía inquebrantable. El Sindicato de Prensa de Buenos Aires (Sipreba) fue el escenario para este vibrante encuentro.
A pesar del tiempo transcurrido, la emoción se dio cita en cada intervención y ante cada pregunta, alcanzando su pico culminante con la sorpresiva llegada del premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, galardonado en 1980 por su lucha contra la dictadura. Cox recordó ese acontecimiento como “un momento de luz en la oscuridad”, y Pérez Esquivel evocó: “Estuvimos presos juntos en la Superintendencia de la Policía, una colonia de vacaciones”, e instó a “seguir juntos, luchando”.
El periodista recordó que en aquellos tiempos “era difícil conseguir la verdad, entonces yo fui, tuve la suerte de poder hacerlo, y poco a poco conseguimos esa verdad que la gente no quería ver”, porque –explicó– “pensé que la tarea del diario era salvar vidas, y que el periodismo era la mejor manera de hacerlo”.
Destacó en varios momentos de la charla “el coraje de las Madres. Me di cuenta enseguida de que lo importante en Argentina era lo que ellas estaban diciendo. Yo creo que va a ser Nunca Más, porque lo que pasó fue un holocausto, pero tenemos que recordarlo siempre para preservar la democracia”.
También denunció: “Los periodistas sabían lo que estaba pasando, porque veían noticias del exterior. Eso se estaba informando afuera, pero acá los diarios lo pintaban como una lucha contra el terrorismo”.
Al igual que otros miles, brindó testimonio en el Juicio a la Juntas, y valoró que la Argentina continúe juzgando a quienes cometieron crímenes de lesa humanidad. En tal sentido, calificó al país como “una referencia mundial de los derechos humanos”.
Por último, Robert Cox dejó una reflexión actual: “Tenemos un fascismo de payasos, en Argentina y en Estados Unidos”.
Cuando en 2007 cerró el Buenos Aires Herald, Andrew Graham-Yooll, último director y periodista durante el período de Cox, recordó así aquel desafío a la dictadura: “Poco después del 24 de marzo de 1976 fui llamado a la oficina del capitán Carpintero, secretario de Información Pública. Recibí un papelito, sin membrete, sin firma, propio de la cobardía de esos militares en el poder. Decía que no debíamos publicar información de muertos ni capturados en la represión. El capitán Corti, en la oficina de Carpintero, dijo, ‘Llevale ese papel a tu jefe (Cox) y le dicen a todos que no pueden publicar estas cosas’. Le dije a Cox que Corti había dicho ‘decile a todos’. Cox miró el papelito durante una hora, y me repreguntó si estaba seguro de que Corti dijo ‘decile a todos’. Pasaba la medianoche. Con una copa de cognac en la mesa Cox preguntó por última vez, ‘¿te dijo, todos?’. Sí. ‘Vamos’. La información salió en ancho de caja en la portada del sábado”.