Para evitar el juicio político, el banquero-presidente Guillermo Lasso decretó la “muerte cruzada”, y este domingo hubo elecciones anticipadas en un marco de violencia sin control. Ecuador se movió, como es habitual en los tiempos que corren, mucho y muy rápido. Hubo ratificaciones: el correísmo mantiene quince años de vigencia como fuerza hegemónica. Y sorpresas: un multimillonario entró a la segunda vuelta y los aprendices de Bukele fueron derrotados.

La candidata de Revolución Ciudadana (RC), Luisa González, celebró: “Esta es una victoria muy importante, primero por ser mujer”. Pero en seguida viene la mala: sus votos no le alcanzan para llegar a la presidencia en una sola vuelta. “Nos afectó bastante el asesinato de Fernando Villavicencio”, concedió. Este magnicidio ocurrió once días antes de los comicios y reveló el grado de violencia que asola al país, rehén de las bandas internacionales del narcotráfico. El grave suceso fue caldo de cultivo para las campañas sucias y la diseminación de falsas noticias cuyo blanco fue el expresidente Rafael Correa.

Esta elección para completar el mandato de Guillermo Lasso pareció calcada de la del 2021. El correísmo en primer lugar, pero sin poder acceder a mayorías contundentes, y una oposición de derecha y ultra muy fragmentada, pero que en los balotajes se aglutina para cerrarle el paso a la coalición de izquierda. En esta ocasión, Revolución Ciudadana sacó el 33,5% de los votos y retiene la primera minoría en la Asamblea Unicameral con 54 curules sobre 137. En tanto que Acción Democrática Nacional de Daniel Noboa (23,4%) solo tendrá 14 bancas. A pesar de esto, muchos lo dan como favorito por la previsible campaña del miedo contra RC.

La ciudadanía también se pronunció a favor, con el 59% de los sufragios, para detener la explotación petrolera del Bloque 43-ITT, yacimiento que se encuentra en el Parque Nacional Yasuní, corazón de la Amazonía ecuatoriana.

La campaña no da tregua y la segunda vuelta se realizará el 15 de octubre. Consultado al respecto, el analista ecuatoriano Orlando Pérez vislumbra “un escenario polarizado con dos personajes contrapuestos: una mujer de izquierda, de origen popular, campesino montubio (que habita en las zonas costeras), con valores muy distintos a su contendiente, Daniel Noboa, que es el hijo de un multimillonario y, al mismo tiempo, muy ligado a las políticas neoliberales de Guillermo Lasso”.

Añadió además la preocupación de que “se vuelva a instalar esa disputa correísmo-anticorreísmo desde una perniciosa mirada de persecución”.

Daniel Noboa fue la gran novedad de la elección. Se instaló misteriosamente en la segunda vuelta luego de un ascenso meteórico impulsado por el debate presidencial y una astuta campaña en redes durante la semana previa a los comicios. Argumenta Pérez: “Hizo una campaña silenciosa, que además revela que la gente no quiere más odio; es decir, los que creían que iba a ser Topic reflexionan: ‘al final vamos a entrar en una guerra’, entonces dicen ‘no, a mí lo que me interesa es la vida, pero no estoy muy de acuerdo con el correismo’, por lo tanto, eligen a este muchacho que parece noble, sale con chaleco antibalas, que es blanquito, que es hijo de un millonario y podría resolver esta situación”. Seguramente hablará con su padre Álvaro, empresario bananero evasor de impuestos, que intentó seis veces llegar al Palacio de Carondelet.

Jan Topic, de la coalición Por un País Sin Miedo, fue el gran derrotado. A pesar de que las encuestas le auguraban el segundo lugar, terminó en la cuarta posición con 14,6%. Este empresario y exmilitar de doble nacionalidad, que presume de haber combatido en Ucrania, Siria y África, se identifica con las políticas de seguridad represivas del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, y de los exmandatarios Donald Trump (Estados Unidos) y Jair Bolsonaro (Brasil). Es tal el aval a estas opciones extremistas que Topic publicó el mismo día de los comicios en su cuenta de Twitter una captura de un supuesto delincuente por parte de una patrulla paraestatal de su propiedad y a casi nadie le pareció anormal. También le fue muy mal al candidato indígena, pero de fluidos lazos con Washington, Yaku Pérez, quien casi entra en segunda vuelta en 2021 y ahora cosechó un magro 4%.

El escenario pospandémico nos muestra una América Latina en la que los oficialismos pierden (con la única excepción de Paraguay). Son diecinueve elecciones con victorias de la oposición. También el domingo 20, en un hecho histórico, el novel movimiento Semilla se alzó con la presidencia de Guatemala, rehén desde hace décadas de las coaliciones políticas conocidas como “Pacto de corruptos”. Bernardo Arévalo arrasó con el 61% de los votos, pero su contrincante se negó a felicitarlo. Cabe subrayar que quien gobernará al país será el hijo de Juan José Arévalo, el primer presidente guatemalteco elegido de manera transparente (1944), quien tras el golpe de 1954 debió exiliarse. En 1963, Arévalo regresó a Guatemala clandestinamente para ser candidato. Un golpe militar preventivo organizado impidió que este líder popular alcanzara otra vez la primera magistratura.

Volviendo a Ecuador, Luisa González afirmó: “Nos sentimos ganadores y vamos con mucha fuerza, con mucha fe y con mucho optimismo para esa segunda vuelta en la que estamos seguros que va a venir ese resurgir de la patria”. La que viene será una campaña con la sombra de la violencia acechando. Orlando Pérez nos aportó un dato maravilloso, consecuencia directa de la lectura de este proceso electoral y que destaca por sobre cualquier otra valoración: la gente no quiere más odio. Esperamos que los instigadores de estas políticas en nuestro continente y en el mundo puedan entenderlo alguna vez.