Cuando Juan Manuel de la Sota, aliándose a la UCeDé, le ganó en diciembre de 1999 la provincia al radicalismo –que llevaba quince años de hegemonía de la mano de Eduardo Angeloz y Ramón Bautista Mestre–, inauguró el “cordobesismo”. En estos más de veinte años –en los que de la Sota y Schiaretti alternaron la primera magistratura provincial– el peronismo cordobés mutó a Unión por Córdoba y luego a Hacemos por Córdoba: siempre con la impronta de sumar una amplitud de sectores, que incluyeron para esta elección no solo al radicalismo sino hasta al expresidente del PRO provincial Javier Pretto. La principal disputa este domingo será entre Martín Llaryora, candidato del oficialismo y actual intendente de la capital, y Luis Juez, senador de Juntos por el Cambio. Juez lleva una fuerte confrontación con el peronismo cordobés cuyo pico máximo fue en 2007, cuando casi le gana la elección a Schiaretti, con una diferencia de votos de 37,17% a 36,04% y denunció fraude tras un extraño apagón en la sede del Correo donde se hacía el escrutinio provisorio. Este enfrentamiento escaló nacionalmente las últimas semanas cuando Rodríguez Larreta intentó sumar a Schiaretti a JxC para las elecciones nacionales.

El kirchnerismo –esta vez bajo el sello Creo en Córdoba– vuelve a presentar lista en estas elecciones, ya que en las de 2015 no llevó fórmula provincial. Este año la encabezan el intendente de Embalse, Federico Alesandri y la diputada nacional Gabriela Estévez. La aspiración es sumar votos para recuperar espacios en la Legislatura Bicameral.

Conversamos con César Barraco, periodista, acerca de las trayectorias y posibilidades de estos armados provinciales entre los cuales los 2,9 millones de cordobesas y cordobeses (el 8,69% del padrón electoral nacional) elegirán a su próximo gobernador.

Desde Buenos Aires muchas veces se habla de peronismo tanto para englobar al “cordobesismo” de Schiaretti, que lleva a Martín Llaryora de candidato, como a la fórmula del kirchnerismo, bajo el sello Creo en Córdoba, de Alesandri-Estévez. Sin embargo, Hacemos Unidos por Córdoba se construye sobre la idea de ser peronista pero no kirchnerista, como si fueran casi contradicciones, pero, a la vez, suma apoyo de otras fuerzas: del radicalismo, como la compañera de fórmula de Llaryora, y hasta del PRO con la incorporación de Javier Pretto. ¿Cómo se construyen cada uno de los armados provinciales?

Desde lejos, las elecciones en Córdoba parecieron una interna de Larreta. Tanto Juez como el candidato de Schiaretti, Martín Llaryora, han sido espacios cercanos a esa ala de Juntos por el Cambio. Pero acá en Córdoba hay diferencias claras entre los dos candidatos y en la construcción que ha hecho cada uno. La mejor definición la dio la radical Myrian Prunotto, que es su compañera de fórmula, cuando tuvo que explicar por qué dejaba el radicalismo y se sumaba al peronismo cordobés. Ella dijo que, entre dos peronistas, se quedaba con Llaryora porque gestiona mejor. Se refiere a que Juez es peronista también.

La construcción del peronismo de Córdoba es, digamos, “darwiniana”: dentro de la teoría de la evolución te completa lo que te falta. Entonces, ha ido fagocitando todos los espacios. Por eso captan radicales, por eso lo captaron a Javier Pretto, que, si bien es una figura política que no arrastra votos, simbólicamente es muy fuerte, porque era el presidente del PRO de la provincia. O sea, una “primera línea”, una “mesa chica” de Juntos por el Cambio en Córdoba. Ahora, cuando ves el recorrido de Pretto, antes de ser del PRO ya había formado parte de esa ancha avenida del medio que es el peronismo cordobés. Que, si bien rechaza, repele al kirchnerismo, mantiene los emblemas y la liturgia tradicional del peronismo. Se referencian en Perón, en Evita, reivindican las grandes conquistas del peronismo, especialmente todo lo que tiene que ver con derechos laborales, historia sindical, salud, educación. Son peronistas tradicionales, de manual, no kirchneristas, más por la historia propia que han tenido con el kirchnerismo que por las conquistas que este ha logrado, de las cuales, en su mayoría, han estado de acuerdo. Si uno mira lo que ha votado el peronismo de Córdoba, acompañó muchas veces lo que el kirchnerismo propuso.

La larga historia del kirchnerismo con el peronismo local está marcada por dos o tres mojones que hay que entenderlos desde acá para saber cómo operaron. En algún momento, el kirchnerismo siendo gobierno se enfrentó, o tuvo siempre un enfrentamiento, con de la Sota y luego con Schiaretti. Muchas veces la dirigencia privilegió ese ida y vuelta, casi personal, de la comunicación con el resto de los cordobeses desde un lugar de gestión. Me parece que eso le jugó en contra. A esto se le sumó la rebelión policial, muy conocida en diciembre de 2012, en la que el gobierno nacional en ese momento no acudió de inmediato al auxilio. Me parece que ahí el kirchnerismo perdió una oportunidad de mostrarle a los cordobeses que podían venir a socorrerlo, y esto también favoreció a de la Sota para victimizarse y eso terminó de apuntalar algún sentimiento no antiperonista sino antikirchnerista.

Después hay construcciones mediáticas, de consumos culturales: acá en Córdoba no hay canales de noticias, se ve TN, La Nación+, C5N. Pero estamos muy imbuidos por una dinámica K o anti K de Buenos Aires.

Córdoba es una provincia que a nivel nacional parece elegir fórmulas de Juntos por el Cambio. De hecho, Schiaretti estuvo a punto de cerrar un acuerdo para un “Frente de frentes” con Horacio Rodríguez Larreta. A la vez, en términos provinciales y locales elige peronismo, más allá de que sea en su versión cordobesista. ¿Cómo se entiende esta doble dinámica? Por otra parte, ¿creés que esto pueda tener un límite y que, finalmente, Juntos por el Cambio logre ganar la provincia? Es decir, ¿cuáles son los márgenes de que el cordobesismo siga apostando a una apelación similar al mismo electorado sin finalmente perderlo?

Sería una foto muy importante para Juntos por el Cambio el hecho de terminar con veinticinco años de gestión del peronismo local. De todos modos, no hay ninguna encuesta que lo dé como ganador a Juez. Pero también es cierto que las encuestas en Córdoba la vienen pifiando, no son muy confiables. Y este clima que hay ahora a nivel nacional, con Chaco y Jujuy, me parece que puede generar también alguna distorsión en las encuestas y en lo que la gente dice o no dice.

Ahora, si tienen margen para ganar, sí, yo creo que pueden ganar. No creo que ninguno de los dos candidatos gane por mucha diferencia. Dos, tres, cuatro puntos. La gran ventaja que tiene Llaryora es que tiene una gran gestión para mostrar. Mucha gestión con obra pública, que ha sido el fuerte del peronismo en Córdoba, tanto con de la Sota como con Schiaretti. Y ahora con Llaryora, que ha sido el intendente de San Francisco, que es una ciudad importante, y ahora desde la intendencia de la ciudad de Córdoba ha hecho mucha gestión, mucha obra que se ve.

Con Llaryora, más Alesandri y Martín Gill –que pasó del Frente de Todos a sumarse a Hacemos por Córdoba– parece haber un cambio generacional en el peronismo cordobés. ¿Creés que hay alguna instancia para sumar diálogo para ir rompiendo este tabicado que hay hacia el kirchnerismo desde el peronismo cordobés, este “pragmatismo” que parece imponerle el electorado cordobés antikirchnerista al peronismo?

Sí, claro, hay un recambio generacional. Es cierto lo de Martín Gill que perteneció al armado kirchnerista: en su momento, era un kirchnerista casi de paladar negro. Laburó en la Secretaría de Políticas Universitarias en el último gobierno de Cristina, era un hombre de mucha proyección dentro de ese espacio. El kirchnerismo en Córdoba sufrió un golpe con Carolina Scotto. Era una diputada nacional que había dos veces rectora de la Universidad de Córdoba: la Universidad tiene el segundo padrón electoral de la provincia, porque votan más de cien mil personas. Y ella en un momento se mancó. Tenía un gran vínculo con Cristina, había venido a la universidad para la conmemoración de los actos por los cuatrocientos años de la Universidad. Ahí hubo una construcción que fue buena del kirchnerismo y fue cuando hizo las mejores elecciones. Hoy el espacio kirchnerista en las últimas elecciones no ha sacado más del diez por ciento de los votos. Y el desafío del domingo es ver si pueden mantener ese caudal. Las encuestas lo ubican por debajo de eso. Pero van a tener que trabajar mucho para volver a llegar a ese diez por ciento. Que no es poco, pero no es que los ubique en una grilla competitiva. No van a estar disputando la gobernación. El candidato que eligieron, Alesandri, viene del peronismo tradicional de Córdoba, de una familia del cordobesismo puro, más relacionada con de la Sota y Schiaretti. Eso va a hacer que a buena parte del kirchnerismo duro le cueste, o, al menos, no sé si va a traccionar todos los votos del espacio.

Y en el caso de Martín Gill, ¿creés que es algo que le suma a Hacemos por Córdoba o a Martín Gill pensando ya en convertirse en otro referente más del peronismo cordobesista?

Es una incógnita. Porque no sabés cómo termina adaptándose a la supervivencia política cada dirigente. Lo cierto es que nunca el kirchnerismo pudo penetrar y, en todo caso, luchar los liderazgos por dentro, ya sea porque te termina cooptando el sistema o por incapacidades propias. En algún momento, en 2011 el candidato a gobernador fue Eduardo Accastello, que era, hasta ese momento, un kirchnerista puro. Lo llevaba a Cacho Buenaventura, el humorista, como candidato a vice. Sin embargo, hoy Accastello está de nuevo en el cordobesismo. Algunos salen, intentan un tiempo ir al llano, construir algo, y después vuelven al peronismo cordobés. Que, si bien es más conservador, como dije antes, mantiene los lineamientos del peronismo tradicional.

Otra cosa que tuvo Schiaretti, un poco por su historia personal, es que siempre tuvo un discurso muy parecido al kirchnerismo en cuanto a los derechos humanos y a lo que pasó en la dictadura. Tiene una excelente relación con Sonia Torres, que es Abuela de Plaza de Mayo y la referente en Córdoba de las Abuelas: ella sale en actos con Schiaretti, él la ha acompañado a lecturas de sentencias que se ha hecho aquí en Córdoba, hay un vínculo ahí que también incomoda al kirchnerismo. Y, sin embargo, Schiaretti siempre ha reivindicado la lucha de Madres y Abuelas y ha construido espacios para la memoria.