Fakeman

Ilustración: Cima / Texto: Sreo

“¿Es un buitre? ¿Es un buchón?… ¡Nooo! ¡Es Fakeman!”. Tirafruta profesional, defensor a ultranza de la libertad de opresión, Fakeman es uno de los muchos contrahéroes del pedorrismo de guerra que tanto éxito viene cosechando desde el albor de las décadas del Ganado Gordo. Los memoriosos apuntan que sus primeras apariciones en la escena mediático-miedítica local tuvieron lugar bastante antes de la Debacle del Cambio de Milenio, y consistían en trenzadas a puños radiales con compañeros de estudio, bajo influencias cruzadas del catch armenio de Martín Karadagian y el pugilismo vernáculo de Pepe Galleta. La persistencia, el refinamiento del oficio y el pasaje de la radio a las pantallas le permitieron a nuestro personaje encontrar poco a poco adversarios de más fuste: consumidores ocasiones de agrotóxicos, trabajadores caídos en desgracia, linyeras desventurados, asustados migrantes sin papeles y estudiantes de escuelas secundarias se convirtieron así en algunos de sus blancos más conspicuos y habituales.

“Defeka defeka defeka, que algo quedará” es el lema y modus trabajandi de Fakeman ante las cámaras, siempre luciendo ajustado uniforme azul, capa y calzones rojos y escudo al pecho con una gran F colorada haciendo juego con un fondo amarillo. Ya son un clásico sus standpus pedorrísticos que, en horario central, sirven una cancha siempre inclinada a favor de los poderosos de la tierra. El procedimiento es sencillo pero eficaz: munido de su temible in ortus microphonus (dispositivo upítico-fónico de última generación), el contrahéroe se lanza a pedorrear insultos, mentiras e injurias a todo volumen contra el humilde, joven o integrante de una minoría social elegido como objetivo a denostar. Las batallas son generalmente freestyle y, aunque muchas veces el resultado arbitral sea dividido, gran número de estudios científicos y focus groups han demostrado que la exposición sostenida a las performances hipermediáticas de Fakeman produce trastornos tevepáticos irreversibles. De hecho, es adorado por las ciberviejas de tierra, que consumen sus programas como droga dura, y está probado que varias versiones de Bradburys sufrieron graves disfunciones de comportamiento tras sintonizar, a pedido de sus usuarios, emisiones fakemanianas.

El ejercicio denodado del non sanctum oficio inquisitorial no le impide a Fakeman dedicar buena parte de su tiempo a causas colectivas. Es fundador de la Asociación de Pedorrismo Servicial, integrante vitalicio del Foro por los Derechos de las Bestias (B-Force) y presidente en ejercicio de la Liga de la Injusticia, organizaciones con fines de lucro en las que se codea con otros fenómenos y estrellas del belicismo miedítico-mediático como Mister Majool (el hombre con el poder de ser ciego frente al poder), George Jabba-Lagrasa el Hutt (viscosidad y fetidez intelectual all in one), Barbie Etcheconazy (“la hetaira panfóbica de los mil velos celestes”, tal es su apodo suburbano), el agente del recontraespionaje Daniel Saint Goldeneye o los miembros del clan Los Linfos (avezados cultores del chupasangrismo y el cagatintismo a escala pyme-familiar). Bajo lemas como “Injustice for all!”, “Libertad de empresa, libertad de prensamiento” y “¡A chocar la calesita y que no se note!”, estas asociaciones de dudosa licitud son fundamentales a la hora de llevar la palabra y amplificar la fama (por no hablar de la fortuna) de Fakeman a lo largo y ancho de la mediasfera planetaria.

Sobre el origen de Fakeman, hay quienes plantean que es un V-Zino con alguna extraña mutación genética; fuentes bien documentadas, sin embargo, afirman que se trata un alienígena proveniente del lejano y estallado planeta Fachton. Esta última hipótesis se apoya en el hecho de que, en recientes batallas, varios jóvenes y jóvenas se enfrentaron a Fakeman a puro punchline y exhibiendo accesorios de fachtonita, un lábil material meteorítico y extraterreno, reconocible por su característico color esmeralda. En tales ocasiones, la potencia pedorreica del contrahéroe menguó a ojos vista, su piel adquirió una palidez mortecina y los niveles de radioactivirating de las emisiones se desplomaron como nunca. ¿Han hallado estos púberes el modo de vencer al poderoso pedorrista? ¿Estamos presenciando el fin de un reinado bestial? Lo veremos en el próximo capítulo.