Provincia históricamente radical, en la que subsisten los despojos de aquel partido centenario que supo interpretar la voz del campo popular, Río Negro es también un territorio en el que la ex presidenta Cristina Fernández tiene una de las adhesiones más importantes del país. En apenas unas horas el pueblo rionegrino concurrirá a las urnas para decidir quién contará con los sufragios necesarios para conducir los próximos cuatro años de gobierno.

El fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en contra de la re-reelección del actual gobernador Alberto Weretilneck –conductor, referente y figura excluyente de Juntos Somos Río Negro– deja el escenario provincial sin un claro programa de quiénes estarán en las tablas y quiénes tras bambalinas. De cualquier modo es evidente que, más allá de la participación electoral de algunas fuerzas provinciales menores, los espacios con más posibilidades de disputar la primera magistratura de la provincia son Juntos Somos Río Negro y El Frente para la Victoria que encabeza el peronismo/justicialismo.

Juntos trae en su mochila aciertos y errores. Algunos aciertos fueron y serán definitivos para la geografía de la provincia. El Plan Castello ha contemplado demandas históricas en pequeños municipios y en regiones alejadas de los centros importantes de decisión, y fueron esos puñados de votos los que pesaron en varias elecciones para que la balanza electoral se aleje de las expresiones justicialistas.

En la región andina –El Bolsón y Bariloche–, Weretilneck apoya después del fallo de la Corte Suprema a la actual candidata a gobernadora Arabela Carreras, y pone en práctica nuevamente su tacto en cuanto a armados políticos, teniendo en cuenta que siempre ha sido una región esquiva al viso sorista y con una gestión gris entre 2010 y 2015.

Tres ciudades sumarán en las urnas a las ya mencionadas y serán decisivas: la capital Viedma, Cipolletti y General Roca. En todas ellas el peronismo ha sufrido bajas, producto de las malas gestiones actuales; si ha sostenido sus votos y ha continuado fuerte ha sido por la política implementada en tiempos pasados.

Difícil es entender la planificación de la campaña y el armado de las listas en el campo justicialista. Cuesta entender la lógica electoral y los premios a los premiados de siempre en las listas de los últimos tiempos, quiénes son los nombres que deberán cautivar al electorado o, al menos, dejarlo pensando.

Así, este peronismo sin liturgia, sin folklore y con poca mística guarda la esperanza de emular la elección del 2010, cuando la ex presidenta lograba una gran multitud de votos que obligó a la creación de nuevas propuestas para un pueblo que confiaba en un cambio y para construir una sociedad con mayor justicia social.

En definitiva, y más allá de todas las especulaciones, será el pueblo el que dará su veredicto, este sí inapelable.