Los trabajadores de la Dirección Nacional de Vialidad están movilizados desde el inicio de la gestión del gobierno libertario, del que sabían que venía con promesa de motosierra para todos los organismos del Estado. Pero todo escaló desde que el administrador general de la Dirección, Marcelo Campoy, les anunció la publicación de un decreto cuya letra, dictada por el ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, cerraría el organismo que administra los más de 40 mil kilómetros de rutas nacionales. Aunque las autoridades no brindaron ningún detalle, la (posible) transformación de organismo descentralizado a secretaría o subsecretaría de la Administración Pública Nacional implicaría el despido de alrededor de 4000 de los 5200 trabajadoras y trabajadores y la pérdida del Convenio de Trabajo que, en los hechos, es una rebaja salarial y la desaparición de derechos vinculados a la tarea específica que realizan.
El administrador Campoy estuvo en el mismo organismo durante 1999, cuando fue funcionario del gobierno de Carlos Menem. También en aquella época, de la mano de Domingo Cavallo habían intentado cerrarlo, pero lo impidió la lucha que llevaron adelante los mismos trabajadores. Una de las consecuencias de aquel conflicto fue el uso de una parte del impuesto a los combustibles en un fondo de asignación específico para que el organismo siguiera en pie y cumpliera con su estratégico rol de sostener las rutas argentinas. El Sindicato de Trabajadores Viales y Afines (STV) denuncia que gran parte de lo recaudado por el impuesto y que debería haber llegado al organismo –alrededor de 400 mil millones de pesos– no fueron transferidos y quedaron en Hacienda a disposición del ministro Caputo.
SANGRRE dialogó con Graciela Aleñá, secretaria general del STV. El sindicato viene realizando medidas de fuerza –retención de tareas, una Marcha Federal de Vialidad en marzo, una movilización a Empleo Público– por los salarios congelados desde octubre del año pasado y la falta de financiamiento para los trabajos en el organismo. Pero el conflicto se aceleró en las últimas semanas, ya que el 8 de julio vencen las facultades otorgadas al Poder Ejecutivo por la Ley Bases y gracias a las cuales pueden promulgar el decreto de transformación que les adelantó Campoy.
En principio, quisiéramos que nos cuentes en qué situación está hoy el conflicto sobre el futuro de la Dirección de Vialidad Nacional. Sabemos que están a la espera del decreto que les había anunciado el administrador, que haría que el organismo deje de ser un ente descentralizado, y aún no saben específicamente qué impacto va a tener eso.
En realidad, ha venido mutando la idea original de la que nos habló el administrador. Él nos convocó para decirnos que se iba a fusionar, que se iban a despedir trabajadores, que no sabía cuál iba a ser la función de lo nuevo en que se iba a transformar y que nos sacaban el Convenio Colectivo de Trabajo. Se ve que se dieron cuenta que era ilegal que nos sacaran el Convenio, entonces las ideas fueron mutando, hasta que hace unos quince días la decisión pasó a ser que directamente el organismo desaparezca. Es decir, van a constituir una subsecretaría y, por ende, los trabajadores pasaremos a estar bajo otro convenio, sin necesidad de dejar sin efecto el nuestro. Eso cambia toda la situación. El despido de trabajadores se invertía: si antes eran 1200 despedidos de los 5200 trabajadores de Vialidad que somos hoy, ahora se rumorea que no llegarían a 1000 los trabajadores que van a quedar, justamente porque pasa a ser una subsecretaría. Ahí empezó nuestro conflicto más fuerte con la retención de tareas, luego hicimos también movilizaciones.
La situación de nuestro organismo es muy seria, porque está desfinanciado. Lo estuvo durante 2024 y en lo que va de este año también. Si andás por las rutas, debes ver cómo se han venido abajo nuestras carreteras: no se ejecuta nada, se hacen tareas como se puede, pero, por ejemplo, un gran bacheo no lo podés hacer, porque no contás con los fondos. Ahora se había hecho la licitación para el plan invernal de toda la Patagonia, por el cual nuestros trabajadores hacen el despeje de nieve. Al menos lo habían licitado, no sé aún el resultado. También han hecho algunas contrataciones, porque con nuestra gente en realidad no damos abasto. Es un organismo nacional, o sea, está en todas las provincias, atendemos más de 40 mil kilómetros de rutas. Además, algunas concesiones privadas han vuelto a Vialidad, y nos está tocando atender eso con menos personal. Estas rutas que volvieron –la de Zárate, por ejemplo– las encontramos en una situación deplorable. Una vergüenza: en manos privadas, cobrando peaje y deplorable la situación en que nos han devuelto la ruta. Hoy la están trabajando los compañeros, y para eso han puesto algo de dinero desde la gestión.
Los trabajadores intervinieron también en las emergencias, tanto en Bahía como en Zárate, hasta poniendo en peligro su vida, con el pensamiento de que podía estar saliendo ese decreto que cancelaba su trabajo mientras estaban realizando esas tareas.
¿Y cómo es el impacto en las provincias? Sobre todo, teniendo en cuenta los problemas que genera esta situación en cada uno de los territorios, ¿lograron apoyo en términos, al menos de visibilidad del conflicto, en las distintas provincias?
La repercusión por el estado de las rutas es muy grande en todos los territorios y, a la vez, las provincias apenas pueden mantener sus rutas provinciales, por lo cual es imposible que se hagan cargo de las nacionales sin plata. A varios gobernadores les hemos presentado un pedido de reunión; la verdad que el único que nos atendió hasta ahora es el gobernador de Santiago del Estero, quien lo hizo junto al presidente del PJ y el presidente de la Cámara de Obras Públicas. Nos volvimos muy contentos, porque tuvimos un apoyo importante. De hecho, el miércoles le presentamos al presidente de la Comisión de Obra Pública en la Cámara de Diputados, Bernardo Herrera, de Santiago del Estero, un proyecto de una reformulación de la Dirección Nacional de Vialidad. Entre los puntos que ponemos es que el importe del impuesto a los combustibles que no nos han depositado en su totalidad el año pasado, ni nos están depositando ahora, venga directo a una cuenta de Vialidad, para que podamos con eso atender todo el mantenimiento de la red, más allá del presupuesto nacional.
Ese es un impuesto que fue aprobado en 2001, también en medio de una crisis, como un fondo de asignación específica. Lo que hacen desde el gobierno nacional –igual que con otros fondos de asignación específica, como los de los entes culturales– es quedárselo en el Tesoro Nacional.
En el 2001 tuvimos un conflicto similar cuando buscaban hacer de Vialidad un ente residual. La diferencia es que en ese momento quien estaba al frente del organismo tuvo la inteligencia de defender Vialidad –más allá de lo político– y nos alertó sobre lo que iba a pasar. Al otro día estábamos en la calle peleando. Intervino el senador Gioja, la diputada Graciela Caamaño, que la verdad se portó muy bien y en menos de veinticuatro horas hizo una interpelación. Gracias a ese conflicto, se generó este impuesto y Vialidad no se convirtió en un ente residual como querían, siguió siendo Vialidad Nacional.
Bueno, este es el impuesto que recibe el gobierno, pero no lo transfiere a la cuenta de Vialidad. Transfirió menos del 30 por ciento el año pasado. Entonces, lo que decimos es que lo envíen directo a la cuenta de Vialidad y el organismo lo puede administrar, porque está dentro de sus objetivos como ente autárquico. En el proyecto, además, hablamos de un Directorio donde haya parte que intervenga para atender la red.
Fuera de este proyecto, voy más allá. Yo siempre digo que hay que hacer un plan para el organismo a diez o veinte años, porque no puede ser que cada gobierno que cambia viene con una lapicera distinta, entonces dice, “Ah, no, esto que se hizo no, ahora vamos para allá”. Cuando viene el otro, le quedó la deuda del anterior, lo nuevo y cada vez es menos con lo que podemos atender a la red vial. Nosotros somos conscientes de que no venía bien, pero después de macrismo, que nos dejó un desastre, hubo que pagar mucha plata, miles de millones de pesos. Y hubo que pagarlos para poder continuar con el trabajo. Bueno, eso se hizo. Nos demoró casi seis, ocho meses, un año. Estaban las famosas PPP y había que cerrar el tema sin que tuvieran costo para el Estado, y se logró. O sea, hay situaciones que indudablemente también van retrasando los procesos. Por más que hubo licitaciones y se hicieron obras, para poner hoy la red en condiciones necesitás un plazo mucho más extenso y contar con el dinero permanentemente. Una de las bocas para eso es el impuesto a los combustibles.
Y también está el sector privado, ¿verdad? pero no como lo pensaba el macrismo y el uso de las PPP. Porque el sector privado es uno de los usuarios más importantes de las rutas nacionales: en Santa Fe, al puerto de Rosario llegan los sojeros, los agroexportadores, que hoy se están quejando por el estado de las rutas. ¿Ves que hay ahí alguna posibilidad de que eso también sea parte del financiamiento del organismo?
Están haciendo hasta juicios y muchas demandas les están saliendo favorables a la gente, lo que está obligando a Vialidad a hacer los arreglos. Yo no sé si pasaría la inversión por ahí. Puede ser, pero creo que con lo que cuenta Vialidad, con el impuesto a los combustibles más el presupuesto nacional alcanza, incluso aunque ya no tengamos el impuesto PAIS, del que recibíamos una parte (de ese impuesto también nos quedaron debiendo casi un 65%, es decir, no lo transfirieron). Con eso, creo que se puede empezar a hacer una red, mantener una red, arrancar, por supuesto, por lo que está más embromado. Diseñar –y ahí sí pueden intervenir otros estamentos– una autopista en lugares donde el caudal de tránsito es muy, muy fuerte, para que no se produzcan los choques que se están provocando. Más allá del tema humano, hay un problema real, que es la estructura que hace que vos tengas maniobras bruscas, situaciones por las que te tenés que tirar a una banquina que está descalzada y se te da vuelta el auto. Porque, aunque Adorni diga que las rutas no le interesan al gobierno, a la gente sí le interesan.
Quería volver a lo del convenio específico que tienen ustedes, porque entiendo que hay un objetivo del gobierno en eso, más allá del desarme del organismo. Ese ataque específico para que no exista más el convenio que tienen ustedes va en línea con un ataque a todos los convenios para horadar sobre los derechos de los trabajadores.
Exactamente: para nosotros sería un retroceso en todo sentido. Somos conscientes de que, si logran eso, vamos a tener los salarios congelados hasta que nos equiparemos con el sueldo general del Estado. Sabemos que un montón de situaciones que hacen a la tarea de los trabajadores que están en la ruta (el riesgo, el horario nocturno) y están contempladas en adicionales que perciben los compañeros no van a estar más. Ni siquiera el título secundario que hoy les pagan a los compañeros vamos a cobrar. Han tenido un ataque permanente con nuestra convención colectiva.
A ellos les conviene atacarnos, porque no quieren más sindicatos y porque somos el sindicato que la pelea. Aunque ahora la misma gente los está obligando a los demás a ponerse a la palestra de la pelea, el único sindicato que ha salido y que está hace un año y medio peleando por el desfinanciamiento de Vialidad es el nuestro. Entonces, creo que es un ataque certero hacia nosotros: por eso las autoridades no dialogan con nosotros, aunque habría muchas cosas que se podrían haber solucionado o por lo menos hacer menos doloroso el proceso. Creo que es un ataque directo: ellos quieren un pueblo dominado, un pueblo entregado y un pueblo de rodillas. La verdad, nosotros no nos vamos a poner de rodillas. Aunque nos saquen todo.
Hablabas del 2001, ¿ves un proceso similar a lo que pasó durante los noventa, en términos de resistencia? El macrismo quizá fue algo diferente, porque fue más rápido, tuvo otras características, si bien nos dejó un desastre enorme. Pero, en términos de organización, de lucha, de acumulación, ¿hay algo parecido a esos procesos?
Yo veo más temor, como creyendo y no creyendo. ¿Viste esa lucha que a veces tenemos los seres humanos? ¿Creo lo que me dice o no lo creo? Hay otros que se han encargado de decir que no nos tienen que creer, por supuesto. Gremios entreguistas hay siempre. Hay un temor, un miedo a que vean quiénes son los que bajan a hacer una asamblea, un poco de ruido, nada más que ruido. Pero he visto caras de jóvenes que antes no participaban y están participando. Creo que es una tarea que nos tenemos que ir dando nosotros, y el brote final va a ser el día que salga el decreto. Ahí muchos van a darse cuenta de que no mentimos, porque no hay necesidad de mentir. La gente ve el paso del tiempo y piensa “si este habló hace tres meses y todavía no sale el decreto”. Pero el 8 de julio (cuando se vencen las facultades otorgadas por la Ley Bases) está muy cerca. Si pasamos eso, vamos a respirar un poco. Yo creo que no, que no la vamos a pasar. No sé si terminaremos siendo una subsecretaría o volverán a hacer una fusión de organismo, no lo sé. Como digo yo, estamos en una agonía. Pero con lo poco o mucho que hemos hecho –movilizarnos, el apoyo del Congreso, el apoyo de algunos políticos, de algunos gobernadores o intendentes– logramos que la sociedad supiera lo que pasaba, porque más allá de nuestros laburos, el problema es el usuario en camino.
Ahora con lo del Garrahan, con la atención en discapacidad, al igual que con las universidades el año pasado, parece que puede verse eso, qué significa efectivamente la desfinanciación del Estado.
Son bastante parecidas, todas las situaciones. Porque si yo te digo a vos que la plata del impuesto a los combustibles está guardada, no la usaron para otra cosa, ¿alguien me puede explicar por qué no la ponen en Vialidad para que podamos arreglar los baches y no se muera más gente? Hay otra cuestión ahí atrás. Tiene que haber otra cuestión, que ni vos ni yo entendemos porque no pensamos de esa manera. Pero la plata está. Estamos hablando de más de 400 mil millones de pesos: con eso podríamos bachar, calzar banquina, hacer más señales, hacer el control de carga para que no se siga deteriorando el camino… Tenemos la balanza y no podemos hacer el control, porque no nos contratan la vigilancia y necesitamos tener Gendarmería o Policía por si hay algún conflicto con quienes conducen.
Lo que han hecho es tirar una bomba, que explotó y cada uno salió para un lado distinto, para ver cómo nos vamos arreglando. En ese “cómo nos vamos arreglando” hay gente que todavía cree que sola va a solucionar su problema: está equivocada, indudablemente. Y sobre eso, ellos juegan a decir barbaridades. Vemos lo que han hecho con los médicos: salieron a decir que había ñoquis, que el curro de la guita del hospital… Pero tuvieron que recular en chancletas y al otro día salir a reconocer que tenían que aumentarles. Donde vos lo apretás un poco más, a los hechos nos remitimos, reculan en chancleta.
¿Y cómo ves, en ese sentido, la articulación entre estas luchas y el acompañamiento de las centrales sindicales? Tenés un lugar en la CATT, también en CGT, ¿cómo ves el acompañamiento, no en cuanto a las decisiones de las medidas o los paros, sino en la misma articulación? A veces parece que los conflictos estallan en distintos lugares y hasta falta algo así como una secretaría gremial, que ordene y acumule.
Sí, falta un orden y una organización en todos los conflictos que tenemos. Eso es indudable. Por eso, en el plenario que hicimos la otra semana, la idea fue unificar, por lo menos, los conflictos de los gremios que estamos en la CATT. O sea, tratar de movilizarnos todos los que tenemos conflictos, y los que no, que acompañen. Cuando hace dos meses hicimos la Marcha Federal de Vialidad, estuvo presente un sector de la CGT, el compañero Argüello, como estuvo presente Schmid de la CATT y otros compañeros. Lo que pasa es que en esa articulación es donde, bueno, seguramente muchos no nos vamos a poner de acuerdo.
¿Vos creés que eso es parte del problema a nivel de la dirigencia, que todavía está esperando que la gente salga?
Sí, yo creo que –voy a tomar una palabra que escuché en estos días– tenemos que volver a la representatividad cierta de la gente: eso significa hacernos cargo de la gente. Y en ese hacerte cargo de la gente, a veces vos tenés que renunciar a tus propias cosas. Porque lo importante es la otra persona, la que vos estás representando. Entonces, me parece que ahí es donde se da ese choque y nosotros somos los locos que peleamos. Y yo digo que ellos, los que no pelean, no sé cómo se llama, no le voy a poner mote, pero me parece que están careciendo de representatividad. Porque su propia gente está siendo despedida, su propia gente está en la calle, su propia gente no tiene resguardo de nada, muchos se van sin indemnización. O sea, están atravesando situaciones muy serias en un momento del país donde no hay laburo.
En algún momento espero que esa situación se modifique, podamos entendernos y no primen las situaciones particulares, sino la del conjunto. En la CATT lo pudimos hacer, eso es muy importante. Lo hacemos en la ITF (Internacional del Transporte) a la que somos afiliados y nos ha brindado mucho apoyo desde el año pasado. Igual, más allá de lo que pase en las estructuras, vamos a seguir peleando.
Lo que pasa que, como decís, también es un desgaste para todo el sindicalismo el hecho de no organizar a los trabajadores para asumir después esa representación. No es lo mismo con un gremio organizando, incluso para los mismos trabajadores que nos quedamos sentados en el escritorio y no pensamos en nuestra propia fuerza.
A veces pasa eso. Todas esas dudas, miedos, también sectores cómodos, que no les interesa salir: entonces, que se pelee el otro y yo me quedo acá que el jefe me está viendo desde su escritorio. Yo les digo que, si en Vialidad va a ser el número que va a ser, por más que el jefe los mire trabajando, son muchos los que se van a quedar en la calle. Entonces, me parece que eso es lo que tenemos que visibilizar para dentro. Por suerte a veces nos ayuda el propio gobierno. Porque cuando sale Adorni a decir que al gobierno no le interesa la ruta, ven que vos tenías razón. Nos dan una mano en su desconocimiento de lo que significa Vialidad Nacional para el país. Porque no tienen idea lo que esa conectividad ha hecho crecer a un montón de pueblos; pueblos que van a quedar aislados de lo material, del turismo, de la salud, de la educación, porque hay provincias que no se van a poder hacerse cargo de eso.
Yo me cansé de escribir notas, por eso le hicimos una denuncia al segundo de Caputo, que es quien debe transferir los fondos del impuesto a los combustibles, y espero que la Justicia avance, porque están en juego las vidas de las personas que transitan las rutas. Y acabamos de hacer otra denuncia con relación a los salarios de los trabajadores que llevan siete meses congelados y eso también nos hace ver cuál es el objetivo del gobierno con relación a Vialidad. Una cosa es pagar una indemnización con sueldos del mes de octubre, y otra cosa es pagarlo con lo que deberían haber sido los aumentos: ahí se ahorran un montón de guita. Hemos pedido apertura de paritarias por todos lados. La carta documento que enviamos a Empleo Público para que cite a la comisión paritaria nos la rechazaban diciendo que no era el domicilio. A la tercera vez, hicimos una movilización y fuimos con un escribano para que nos certificara que la dirección que tenían las cartas documento era la correcta. Juegan a ignorarte, pero en eso está en riesgo el comer de nuestra gente. Nosotros teníamos muy buenos salarios, hoy la categoría más baja está bajo la línea de pobreza.
Hablabas recién de un proyecto que ustedes están presentando con el tema del fondo en el Congreso. En los últimos días se discute, también por lo que dijo Cristina Kirchner, sobre la eficiencia o la eficacia del Estado. Ustedes como trabajadores de Vialidad, ¿tienen ideas, experiencias para sumar a una discusión sobre cómo sería mejor el organismo, qué cosas fallaron, qué aportes se pueden hacer?
Sí. Nosotros estamos trabajando en una mesa del Partido Justicialista, dentro de la Secretaría que conduce Vanesa Siley y donde también está el compañero Manrique y otros diputados. Uno de los puntos que había pedido la compañera presidenta del Partido es cómo actualizamos o cómo vamos hacia un Estado que sea lo que ella dijo, eficiente, eficaz. Entonces, cuando tenemos un rato libre –que son pocos–, trabajamos para plasmar por dónde pasaría la eficiencia y la eficacia de Vialidad. Más allá del tema del fondo de asignación específica, hace muchos años –ya desde el gobierno de Néstor– veníamos planteando la necesidad de trabajar con mano de obra local. Que reduciría costos en el pago de adicionales de trabajadores, pero además darías mano de obra local a las provincias y a los municipios donde estás haciendo el mantenimiento del camino. Le estaríamos dando un sueldo, obra social, transferencia de conocimiento a trabajadores locales. Ese es uno de los puntos sobre el que deberíamos avanzar.
A su vez, nosotros como gremio todo el año pasado dimos cursos de Conducción de equipos pesados. Este año lo frenamos, por todo este lío, pero estamos esperando para seguir con Balanza y Señalamiento. Todo el costo –dónde se quedan los trabajadores, la comida, los profesores– corre por cuenta de nuestra organización, y lo hacemos junto con la Fundación Sur, con la que hicimos un convenio. Seguimos apostando, a pesar de todo, porque creemos que esto puede funcionar, que debe funcionar y que se puede mejorar. Si atamos lo que vamos a presentar en el Congreso con la propuesta que vamos a hacer al PJ, podemos pensar en una Dirección Nacional de Vialidad que funcione mucho y mejor.