En CABA, la reciente elección legislativa dejó un saldo de diez nuevas bancas para Es ahora Buenos Aires, fuerza que representa el peronismo a nivel local. Precisamente, en el décimo escaño se presentó para renovar su banca Berenice Iañez, de la Patria es el Otro. Vecina de San Cristóbal, de 43 años, Berenice empezó a militar en 1996 en el Colegio Mariano Acosta. Maradoneana, afiliada al Partido Justicialista Capital de muy joven, formó parte del Movimiento de Empresas Recuperadas y militó en barrios del sur de la ciudad. En 2024 se unió a las filas del axelismo porteño.
Pasados unos días del sufragio, y de cara al Plenario del Movimiento Derecho al Futuro, charlamos con ella para conocer su lectura de la elección porteña, analizar el estado de la fuerza peronista frente al crecimiento de la apatía y la crueldad y profundizar acerca del desafío de construir una alternativa popular y movimientista en términos locales y nacionales.
Además de felicitarte por la elección, quisiéramos que nos cuentes cómo leés hoy, ya con el ánimo un poco más decantado, los resultados del domingo 18.
En primer lugar, creo que hay que resaltar el dato constante que se está dando en varias elecciones de este año, no solo en Capital, que es la poca concurrencia de la gente a votar. Hubo una baja participación. El número no es tan alto como el que se observa en primera instancia, porque es cierto que en estas elecciones se sumó en la ciudad el padrón migrante actualizado por empadronamiento automático y eso produjo, en comparación con la elección de hace dos años, que el porcentaje de asistencia quedara más bajo, pero de cualquier modo es un dato para toda la política. Recordemos que, históricamente, las elecciones donde el voto en blanco o la no concurrencia son protagónicos anuncian un quilombo más grande después. El ausentismo significa la apatía que tiene gran parte de nuestro pueblo con respecto a la política, y creo que ese estado de ánimo electoral a ellos, a la Libertad Avanza, le es muy funcional.
En ese sentido, podría pensarse que el ausentismo en esta elección retrasa la construcción de una alternativa de fuerzas políticas populares.
Sí, claro, es más pérdida nuestra, porque demuestra lo que vimos cuando estuvimos caminando: que los sectores populares están con mucho nivel de quilombo y que aún no se les propone una salida potente de esa realidad. Fijate que en el sur tuvimos la baja más grande de sufragios. Creo que hay mucho cansancio, mucho problema, sostener lo cotidiano implica mucho desgaste y mucho descreimiento. Ni hablar, aparte, en una elección legislativa, de medio término, que ya de por sí es menos atractiva que la elección del Poder Ejecutivo. Si a esas variables le sumamos que no hubo clima de campaña–porque tampoco hubo una gran instalación en la calle de militancia o de actos–, se van combinando elementos que claramente te arrojan una tendencia de poca participación electoral, a la que hay que darle pelota y en la que hay que trabajar políticamente, porque es un llamado de atención fuerte.
Ahora, como sostengo esto, también creo que no fueron resultados malos para Es ahora Buenos Aires. Vos pensá que ganamos comunas que hace mucho no ganábamos y menos en una elección de medio término. Sumamos dos legisladores más, porque nosotros estábamos renovando ocho y entramos diez. Sumar dos legisladores en un momento complejo implica que, además de mantener, pudiste crecer.
También esto se dio en el contexto de un reacomodamiento del voto de derecha en la ciudad de Buenos Aires…
Ese es el otro dato, efectivamente. Luego, hay que ver como se trabaja. Pero, en principio, tenés la gente que votaba al PRO y que se trasladó hacia Adorni, tenés el 8% de Larreta, que también es un dato, en el sentido de cómo también él se va a plantar en la Legislatura, y ver cómo quedan conformados los bloques.
Justamente, teniendo en cuenta que vos renovaste, que ya estás conformando la Legislatura y conoces el paño, ¿cómo creés que van a operar estos resultados en relación con posibles cambios? ¿Cómo podrían quedar los bloques, el sistema de alianzas?
Cambio va a haber; tendremos que ver igualmente cómo quedan conformados los otros bloques: excepto nosotros, que seríamos el mayoritario y nos mantuvimos en unidad, del resto hoy nadie sabe a ciencia cierta cómo articularán sus alianzas. Hay posibles escenarios, porque tenés los diputados del larretismo que ingresan y se suman a los dos legisladores que actualmente respondían a Rodríguez Larreta dentro de la cámara, Claudio Romero y Emmanuel Ferrario. Habrá que ver si ellos acuerdan con la Coalición Cívica o con lo que queda de la UCR, porque de ninguna de estas dos fuerzas entró nada. Ese escenario es muy factible. Si bien falta correr agua bajo el puente, habrá que ver qué pasa con las elecciones nacionales y provinciales, cómo terminan de conformarse los acuerdos entre el PRO y la Libertad Avanza. Todo eso influye y juega. Y por nuestro lado tenemos una oportunidad: aprovechar que somos el bloque mayoritario de la Legislatura, que le quedan dos años de gestión al macrismo en la Jefatura de Gobierno, lo que puede implicar que intentarán que no pase nada por la Legislatura o que tendrán que trabajar efectivamente con vocación de diálogo.
Es un nuevo escenario, el gobierno de la ciudad está débil. Decidieron desdoblar las elecciones, cosa que no les salió bien. La elección estuvo nacionalizada desde el momento en que Adorni fue candidato y después terminan terceros perdiendo por quince puntos. Creo que, con los resultados de esta elección, van a tener que darse un trabajo de diálogo e intercambio con el resto de los bloques, porque solos hoy no pueden sacar nada.
Está bueno eso que decís, porque hubo en un momento la circulación de un sentido común sobre la dinámica parlamentaria del bloque que rezaba algo así como “al final el PJ vota con el PRO en la Legislatura…”. Digo, es obvio un planteo de corte trosko o antipolítico, pero quiero aprovechar la oportunidad para usarlo como disparador y reponer una tarea como la tuya, que no fue complaciente con las políticas de gobierno del PRO: tu vínculo con el conflicto de enfermeros, por ejemplo…
Sí, de hecho, estuvimos a un voto de lograr promulgar el proyecto para la profesionalización de los enfermeros e incorporarlos a la carrera de Salud. Los radicales habían firmado el dictamen, pero una parte votó con nosotros y otra parte no. Ese es el mejor ejemplo que hay para analizar la dinámica de los que “se dan vuelta” incluso luego de haberse comprometido. En esta coyuntura pos elecciones presidenciales, creo que el PRO de Jorge Macri pensó en gobernar con el bloque de la Libertad Avanza, pero algo allí se le desquebrajó en poquísimo tiempo; por ejemplo, en Presupuesto, la discusión del año pasado, la Libertad Avanza no acompañó en pleno –acompañaron solo dos de ese bloque, Marra incluido– y se terminaron recortando doscientos millones. No sabemos en qué áreas los recortaron, porque nunca se blanqueó dónde se había hecho ese recorte. Ahora habrá que ver, porque tenés a Marra por un lado y a Pilar Ramírez por el otro. Marra ni siquiera ingresó, hay que ver cómo es el acompañamiento y cómo generan la relación con estos resultados entre la Libertad y Avanza y el PRO. Si vos tenés acá en la Cámara a los de la Libertad Avanza con la misma voracidad de morfarse al PRO y de sacarlos de la cancha que en Nación, y tenés del otro lado al PRO que necesita a la Libertad Avanza, creo que los libertarios van a aprovechar y van a condicionar al PRO prácticamente en todo. Lo que implica que, si el macrismo quiere tener cierta gobernabilidad sin entregarse, va a tener sí o sí que hablar con el resto de los bloques. De lo contrario, se entregarán, como vienen haciendo, lo que a nosotros nos deja en una nueva coyuntura para ver como formar un interbloque: qué hacen los radicales, qué hace la Coalición Cívica, lo que queda de la izquierda.
Hubo algunos compañeros que criticaban el hecho de “municipalizar” la campaña de Es Ahora Buenos Aires. Sin embargo, en las recorridas que hizo Leandro Santoro se logró un barrido, una actualización de problemáticas de los barrios y de las formas de habitarlos por los vecinos. Ese cúmulo de trabajo que ustedes tuvieron, recorriendo y hablando, ¿dialogará con los proyectos que se van a presentar en esta nueva etapa? ¿Cómo se articula eso?
Siempre en las estrategias de campaña sucede lo mismo. Si ganás es buena, y si no ganas es mala. Pero creo que es algo valioso volver a discutir algunas cuestiones puntuales de la ciudad, porque tienen también que ver con el trabajo que hacemos como fuerza política, con lo que se va a realizar. ¿Cuáles son los temas específicos de la ciudad? El tema de la basura: tenemos por delante la discusión del Código Ambiental, por ejemplo, y es inherente a la vida de todos los que estamos acá y al tratamiento de la basura también. Además de que en Buenos Aires lo “municipal” tiene anclaje nacional, el tema de la basura lo tenemos que discutir porque es una de las licitaciones más altas en la ciudad, donde se usan una cantidad de recursos infinitos. Bueno, en trazo grueso, ese fue uno de los temas discutidos con los vecinos que se problematizó. También porque creo que logramos instalar la relación entre el gobierno de la ciudad de Buenos Aires, el Estado de la ciudad y lo privado. En la ciudad, el Estado terceriza la mayoría de sus funciones; de ellas se hace cargo el sector privado. Y ¿qué pasa con ese hacer del privado? ¿Quién lo controla? El servicio de basura es una porquería, ponemos un montón de guita y la ciudad está sucia. Los comedores escolares son otra vergüenza y hace años que las familias proponen discutirlos. La articulación de la que vos hablás es entre esos problemas y un nuevo modelo de gestión que reemplace la desidia del macrismo en la ciudad.
Por otro lado, creo que más allá de que Leandro hizo hincapié en esos problemas, su campaña, desde el momento en que Adorni estaba como candidato, pivoteó el entre un discurso municipal y nacional. O sea, para mí no nos corrimos de la discusión nacional, planteamos todo el tiempo la crueldad del gobierno nacional y su impacto en la vida de los porteños. Creo que estaría mejor decir que nos faltó anclaje con un proyecto nacional, pero aún no lo tenemos. En fin, hoy nuestra fuerza también está resolviendo eso y tiene que saldar prontamente algunas cuestiones de cara a las elecciones que vienen en octubre y las elecciones en la provincia de Buenos Aires. Sin esa síntesis, usamos una estrategia en la ciudad que no estuvo mal, porque lo otro, lo nacional, lo partidario, no lo tenemos funcionando armónicamente. Hay que hacerse cargo.
¿Cómo creés que la fuerza decanta esa discusión? ¿Creés que podrán tener una inteligencia –más allá de la discusión, que es lícita– en comprender los tiempos orgánicos de la espera, pero también de las urgencias, así como el esfuerzo de la militancia que sostiene no se sabe hasta cuándo y hasta dónde? Es difícil conducir ese equilibrio con dinámica.
Hoy nuestra fuerza política está discutiendo. Está afrontando, primero, un problema grande de representatividad política. Después, tiene que saldar algunos temas con respecto a la conducción del espacio, hacia dónde vamos y con qué propuestas, qué incorporamos en términos de cuestiones nuevas. Creo que parte del equilibrio del que hablás depende de que empecemos a leer comportamientos nuevos de nuestra sociedad: no hablo solamente en clave de lo electoral, sino muchísimas cuestiones que hacen a la toma de posiciones, a la construcción de un sentido común, a la relación que la mayoría de la gente tiene con la política. A partir de ese estado de situación, nosotros, el peronismo, con nuestra historia, ¿cómo evolucionamos para tener resultados políticos y sociales concretos hoy? Pero no resultados electorales de nuestra fuerza –que pueden ser mejores o peores–, sino un programa político que nos permita enfrentar lo que nosotros entendemos que es un desastre.
Hay muchos votos nuestros que se pasaron a la Libertad Avanza y todavía están esperando con cierta expectativa los resultados que pueda haber en términos económicos del gobierno nacional. Mientras, el gobierno no tiene el mismo apoyo que cuando asumieron, se empiezan a dar situaciones a lo ancho y a lo largo del país que son alarmantes. Todo juega: esto va hacia un proceso de decantación, pero todavía con mucha población que apoya. No nos podemos enojar con eso, nos tenemos que potenciar.
Hay también algunas cosas en términos de actualización de los debates o de lo fino que propone la segmentación actual de las discusiones político-programáticas que, a veces, tanto en la Ciudad como en la Provincia, y ni hablar en perspectiva nacional, evidentemente no parecen suceder. Se nota desde la forma discursiva en los documentos de análisis hasta la eficacia organizativa de cuestiones elementales como puede ser el trabajo aceitado y multiparcelado del padrón, para no hablar de las redes. Hay algo que pareciera disociado, hasta de falta de ejercicio, incluso, como fuerza política de construcción en territorio y de los grados de autonomía a su interior.
Nuestra fuerza política, como decís, responde a una tradición de haber construido con mucho territorio. Y hay que volver a reconstruir ese territorio, porque el problema que tenemos es que eso se disoció, pero no ahora: venimos con muchos problemas. Vos pensá que nosotros venimos del gobierno del Frente de Todos, donde la mayoría de las cosas nos salieron mal. Y fue en términos de gestión, pero fundamentalmente fue en términos de la desintegración de la fuerza, porque la misma decepción que hay de nuestra comunidad con respecto a nosotros existe también dentro de nosotros. Ese impacto se sintió y creo que ahí hay dos caminos posibles que están en tensión dentro de nuestra fuerza: cuánto nos hacemos cargo de que la situación actual tiene que ver con errores nuestros y cuánto no nos hacemos cargo y seguimos pensando que el error estuvo en el otro, le echamos la culpa a cualquiera y listo. ¿O era solo Alberto nuestro problema?
Tuvimos aciertos, sí, claro, también los tuvimos. Pero es complejo, para quien había confiado en nosotros como fuerza política, lograr percibir un Estado presente –amén de la pandemia–, mantener el poder adquisitivo de los salarios, sentir la protección de la fuente de trabajo, de la educación de sus hijos. Además de eso, hay un problema de dispersión de la fuerza, de conducción; si con este estado de cosas queremos seguir como si nada, va a ser complicado. No tuvimos ámbitos institucionales intermedios que pudieran acompañar la gestión y las definiciones políticas que había que tomar; no los teníamos dentro de la fuerza y menos en articulación con las organizaciones de base. Fuimos un Estado completamente fragmentado con compartimentos estancos donde ni nos hablábamos entre nosotros. Bueno, llegaron estos tipos, con niveles fuertes de representación en cuanto al enojo, con un proceso muy rápido y muy vertiginoso en cuanto a acomodar de vuelta al país para determinados intereses, fundamentalmente del sector financiero y de las familias históricamente poderosas de Argentina. Ellos se pararon sobre esa debilidad nuestra; si no nos hacemos cargo de que tuvimos determinados problemas cuando gobernamos y que actualmente hay que reconstruir la fuerza política con otra metodología, porque la que teníamos fracasó, va a ser difícil. Esto no quiere decir tirar todo por la borda, porque nada es blanco o negro completamente. Pero tenemos que hacernos cargo; si no, la política sigue siendo lo chata que fue y lo que viene siendo, y eso la verdad no convoca. Sin esa discusión de base no vamos a parar el avance de estos tipos.
Los avances son desde la amenaza del derecho a huelga a la entrega de territorio de Tierra del Fuego, una foto muy noventosa en cuanto a la desintegración. ¿Creés que, con los tiempos que se está tomando la política, se llegue a poder intervenir sobre ellos? Te lo pregunto desde tu identidad dentro del axelismo y por los desafíos que tiene la fuerza por delante y detallabas recién.
Nosotros desde el axelismo estamos dando ese debate y construimos en función de ese paraguas dentro del peronismo. Sabemos que hay que ganar la elección en la Provincia y después planificar de acá a dos años. Sin traer una verdad de perogrullo, ahí tenés un dato: la gente cuando las cosas se hacen bien te acompaña. Axel ganó no por dos puntos sino por veinte puntos la última elección en la provincia. A él le tocó gobernar también en una pandemia, le tocó gobernar también en una sequía y le tocó ser parte del gobierno al Frente de Todos. Que Axel tenga a la provincia de Buenos Aires funcionando, con toda la artillería pesada que le tira el mileísmo desde el gobierno nacional, es no solo un escudo de protección para todos los bonaerenses, sino también un foquito de esperanza para el resto del peronismo.
Coincido con vos en que los tiempos de desintegración acelerada que nos propone Milei hace que el axelismo quede colocado en el centro de la escena, porque hay que arrancar por lo que quedó en pie y manejar a la vez la variable de las urgencias de los argentinos. Si bien este año es complejo, porque lo electoral a veces te complica o te pone en un orden de discusiones que retrasa, lo cierto es que nuestra fuerza, el peronismo como un elemento fundamental de la vida de los argentinos, debe reconstruirse convocando a más y volviendo a dar importancia a determinados actores –que creo en un momento dejaron de ser importantes para la construcción política–, como son el movimiento obrero organizado, los sectores de representación estudiantil, de la ciencia y de jubilados, que tienen que estar adentro discutiendo política y un proyecto de país. Y eso tenemos que hacerlo, también, sin poner los intereses de la fuerza política antes que los intereses a construir con el conjunto de los argentinos; si no, vamos a quedar de vuelta disociados.
Tanto en la fuerza provincial como en la ciudad y en lo nacional, ¿cuál será el aporte de la Patria es el Otro de cara al 2027? No lo digo pensando en la figura que encabece, lo pienso desde la perspectiva de ustedes respecto de ese crecimiento para pararse acá en la ciudad, en el distrito provincial y en Nación.
La Patria es el Otro es un frente de organizaciones que existía fundamentalmente en la provincia de Buenos Aires y que empezamos a construir hace muy poco en la Capital. Recién fue el año pasado que empezamos a trabajar acá, y la verdad es que el saldo es positivo, porque crecimos en convocar a muchos espacios políticos y todavía faltan un montón. Hablo de organización que estaba en los márgenes de lo que es la actividad política en la ciudad, que habían quedado en un lugar marginado: también por esto es que se había achicado mucho la política de la ciudad. Tener como objetivo cambiar esa perspectiva chiquita y ombliguista es un gran objetivo político, también en términos metodológicos: articularnos con otras expresiones del axelismo, como Kilómetro Cero o Patria y Futuro, armar una inteligencia en común, con características movimientistas que marca el Movimiento Derecho al Futuro. Eso te da una idea de cómo estamos imaginando la acción política, porque lo movimientista no anula la organización político-partidaria. Todo lo contrario. Hoy no tenemos una organización central conduciendo un movimiento. Pensá que el partido es siempre por excelencia una herramienta electoral, que hoy, además, está bastante vaciada. Tuviste quilombos, digo: las provincias que están intervenidas no hicieron buen desarrollo en las campañas, el Congreso partidario nacional se hizo de forma virtual… Eso ya te indica una debilidad o una complejidad mayor.
No lo es el partido, no lo es una organización convocando a otras, como en los noventa quizás era la CTA.
Claro, lo primero que hay que tener en cuenta es que toda acción movimientista se basa en aportar a lo que ya existe. Cuando nosotros definimos, como La Patria es el Otro, como el axelismo de la ciudad, acompañar y ser parte de la lista de Leandro Santoro, es porque también reconocemos un trabajo y un camino que se viene haciendo. Pero estamos decididos a desarrollar en los dos años que vienen una identidad más consolidada en cuanto al armado de Axel. Entendemos que hay que disputar con un proyecto de país que –para nosotros, hoy– lo encara el gobernador. Porque hay algo que en la política se empezó a dejar de lado, que es el tema de la soberanía popular. Bueno, las personas son soberanas en el acto de votar. Comprendiendo esto, a Axel lo eligieron la mayoría de los bonaerenses, y no se puede minimizar esto; si no, todos los armados dependen de la rosca, todo termina siendo pasillo, quincho, escritorio, palacio y no tiene que ver con lo que expresó gran parte de nuestro pueblo en las urnas.
Porque, además, tenemos que construir una fuerza política que defienda y pueda sostener la democracia en nuestro país. También hay que tener en cuenta que los votos no son de alguien: se consiguieron porque se hicieron las cosas bien, pero hoy el voto no está tan ligado a una identidad partidaria como en otros momentos de nuestro país. O sea, tenemos que consolidar con quien nos está acompañando, pero también hay que construir con sectores que en algún momento nos acompañaron y que hoy no están. Ver por qué no están, ver cómo convocarlos y cómo sumarlos.
Comprendo que tu idea de movimiento conlleva una idea política de discusión de pares, y que sin ese juego no habría posible recreación de partido ni de ninguna fuerza política real. Volviendo a esta elección, podríamos decir que tenés un activo militante que no tienen ya otras fuerzas. Es decir, la lista que vos conformaste fue la única que tuvo fiscales con reemplazos, sin paga, sin comida, en todo el territorio.
Sí, claro, tenemos militancia. Tenemos los sindicatos, los centros culturales, las fuerzas organizativas propias, los espacios de desarrollo deportivos, los centros de estudiantes, movimientos sociales, parte de lo que es la universidad y en relación con otros actores políticos. Eso lo tenés que mantener en el tiempo, no solamente el día de la elección. Pero para eso, tenemos que hacer cosas que convoquen. Hay que ir a ver, efectivamente, cuáles están siendo las prioridades, cuáles son los quilombos y discutirlos con la gente. Acá en la ciudad vos tenés mucho para laburar, pero sobre todo porque tenés allanado el tema de la guita y de los recursos: hay que dar las discusiones de qué cosas nos faltan a los porteños sabiendo que se puede concretar una respuesta porque hay un presupuesto que lo permite. Plantear, por ejemplo, la discusión del acceso a la vivienda en la ciudad de Buenos Aires es un tema, porque es un gran problema, digo, y no solamente sectores medios y sectores populares. Y ahí tenés una batería enorme de cosas, desde lo que son las integraciones sociourbanas en las villas, porque tampoco las podemos pensar como guetos para pobres, enfrentadas a guetos para ricos. Si no integramos a la población, entonces tampoco estás hablando de una integración: es decir, es el sur de la ciudad que queda para gente pobre y el centro y el norte para gente con mayor poder adquisitivo. Y así no era antes la ciudad de Buenos Aires. Yo hace veinte años que milito en Buenos Aires y éramos una comunidad; tenías organizaciones intermedias, que cumplían un rol en lo territorial, pero también en la vida de las personas, y hoy tenés millones de tribus.
Perdimos sentido de comunidad, perdimos ejes ordenadores. Y hay que reconstruir eso. Sobre todo, porque tenés enfrente una fuerza que vino a desarmar todo el tejido social, todo el tejido político que habíamos construido, y nuestra propia apatía le es muy funcional. El sálvese cada uno como pueda y de la manera que pueda tiene que ver con un individualismo, es de ellos. Pero el sentido comunitario, la vocación de integrar, la acción militante son cuestiones nuestras. Y claro que no es poco.