La Ciudad de Buenos Aires transita la cuarta semana desde que el gobierno local decidió desoír las medidas sanitarias tomadas por el gobierno nacional para frenar el alza preocupante de contagios de Covid, y mantener las clases presenciales. Frente a la angustia y la incertidumbre, la comunidad educativa multiplicó respuestas desde todos sus sectores: paros docentes, medidas de autocuidado de las familias que decidieron no enviar a sus hijos a la escuela, presentaciones de amparo. También los estudiantes decidieron sumar sus voces y mostrar, a través de distintas acciones encabezadas por sus Centros de Estudiantes nucleados en la CEB (Coordinadora de Estudiantes de Base), la situación de la educación pública tras quince años de políticas macristas sobre la que impacta hoy la pandemia. Una oportunidad para que una ciudad en la que casi la mitad decide rifar su presente –y su futuro– como comunidad se detenga a escuchar a sus jóvenes como lugar desde donde sostener su capacidad vital. Desde SANGRRE conversamos con integrantes de los Centros de Estudiantes del Mariano Acosta, el Normal 1 y el Carlos Pellegrini.

“Vienen a plantearnos que somos su prioridad cuando sabemos que nos es así. Cuando sabemos que tenemos el presupuesto más bajo en la historia para educación. Cuando sabemos que tuvimos que esperar una pandemia para que haya papel higiénico en los baños de los colegios. Nos viene a plantear que somos esenciales cuando no es así, porque, si fuéramos prioridad, nos cuidarían, nos garantizarían la conectividad, las computadoras, para que les pibes puedan estudiar desde sus casa, segures. En vez de invertir toda esa plata en macetas para que la gente pase y vea la vereda más linda”, resume Carla, del Centro de Estudiantes del Mariano Acosta, sobre las medidas del gobierno porteño en torno a la presencialidad en las escuelas.

La obstinada defensa de las clases presenciales por parte de la gestión de Rodríguez Larreta incluyó presiones concretas a docentes para que no ofrezcan virtualidad a las familias que decidan ajustarse al DNU y solicitud de listas de alumnos y docentes que no concurran a clases por temor al contagio. Mientras, las burbujas aisladas y los casos aumentan y ya suman 11 los trabajadores de la educación que murieron a 90 días del inicio de las clases presenciales. “Particularmente, en nuestro colegio, el Mariano Acosta, hubo por lo menos cinco burbujas aisladas y más de 20 docentes aislados. Llegó un momento en que, más allá de que nuestros docentes y nuestras autoridades estuvieron poniéndose todo sobre los hombros, manteniendo un protocolo impecable, hay una realidad, que es que no sabemos qué hace cada uno en su casa. Entonces, a la hora de venir al colegio, terminamos con la suba inevitable de contagios, las burbujas aisladas, docentes aislados, llegaba un momento en que íbamos al colegio y, de cuatro clases, teníamos dos. Es realmente preocupante. Queremos que inviertan en educación para que les pibes puedan quedarse en su casa y no correr el riesgo. Cada vez que a nosotres nos dicen ‘presencialidad’, sabemos que nos tenemos que tomar un colectivo, a la ida, a la vuelta. No todes tienen un vehículo para ir al colegio o viven cerca para ir caminando. Es exponernos a un riesgo constantemente”, describe Carla.

“Es irónico”, dice David, del Centro de Estudiantes del Normal 1, “que el gobierno de la Ciudad salga a oponerse al DNU del gobierno nacional mientras esta misma semana en el Normal nos dijeron que hay más docentes y alumnes aislados por Covid o por contacto estrecho o porque entre burbujas se cruzaron. Esto hace evidente, primero, que los protocolos no funcionan, pero sobre todo que hay un Gobierno de la Ciudad que prioriza el voto de unos cuantos antes que la salud de otros”. En las escuelas se vive una situación de angustia, preocupación e incertidumbre, pero sobre todo, de abandono ante la suerte de quienes deben transitarlas cotidianamente. “Ponen por delante las cámaras antes que la salud de les pibes, pero lo único que le estamos pidiendo es que cuiden nuestras vidas”, sintetiza Carla.

“Estamos en contra de la presencialidad”, explica David, “pero no porque no queramos volver, o porque se nos haga cómoda la virtualidad. Al contrario: queremos encontrarnos con nuestros docentes, con nuestros amigues, queremos retomar nuestra militancia presencial, pero el contexto no lo hace posible. En la misma semana que el Gobierno de la Ciudad dijo que tenía la situación controlada, hubo un record de muertes. Es un sector político que gobierna para unos cuantos, que no le destina presupuesto a la educación pública porque no le importa. Vimos cómo el macrismo en la Ciudad y en la Nación cerraba escuelas, jardines,  todavía hoy tiene el proyecto de la Unicaba con el que quieren terminar con los profesorados, y encima una ministra de Educación que trata a los docentes de fracasados”.

“Nuestra posición como Centro de Estudiantes”, suma Violeta, del Pellegrini, “es de claro apoyo al DNU del Gobierno Nacional de sostener las clases de manera virtual, sobre todo en este momento tan grave de pandemia, el peor hasta ahora que tuvo que pasar nuestro país. En un momento donde las camas y los respiradores se están acabando, creemos que es fundamental. Y que el Gobierno de la Ciudad lo único que hace con esto es poner en peligro nuestras vidas, las de nuestras familias, las de nuestros docentes. No puede ser que en este momento tan grave pretendan que nos expongamos no solo al ámbito del aula, sino a los transportes públicos que, se sabe, es donde los contagios más ocurren, donde los contagios se expanden”.

La genuina preocupación educativa

La pandemia golpeó sobre un sistema educativo que viene padeciendo desinversión en todas las áreas desde que el macrismo gobierna la Ciudad de Buenos Aires. A pesar de ser el distrito más rico del país, es el que destina la menor porción de su presupuesto para el área educativa, solo el 17,3% del total presupuestario. Frente a un 2021 que requería adecuaciones edilicias y conectividad para continuar los procesos educativos en un contexto donde la pandemia seguiría, el gobierno que conduce Rodríguez Larreta no solo continuó con esta lógica, sino que los recortes presupuestarios se hicieron fuertemente en el área de Infraestructura escolar (con un presupuesto reducido en un 70%) y en el Plan Sarmiento, que garantizaba el acceso a computadoras de estudiantes de escuelas públicas.

“El 17 de febrero, cuando nos dijeron que tenían que volver los pibes de primer año” cuenta David, del Normal 1, “fuimos a recorrer el colegio con titulares de gremios, docentes, familias, con la cooperadora, y encontramos un colegio bastante abandonado. No había jabón en los baños, no había agua, había goteras en los pasillos porque el día anterior había llovido. Nos encontramos un colegio que no estaba en condiciones para ser habitado. El Normal es un colegio que es transitado por un montón de personas al día, porque no solo está el Secundario sino también el Jardín, la Primaria, el Terciario, y hay otros dos colegios más, el Liceo y el Comercial. El cálculo que hicimos en ese momento es que eran más o menos 3 mil las personas que entran y salen, caminan y se quedan en el edificio. No había un protocolo que contemple tanta masividad. En ese sentido, nosotres alzamos la voz, por todas estas problemáticas que estábamos teniendo como comunidad educativa, como Centro de Estudiantes, como juventudes que no nos vimos contemplados por el Gobierno de la Ciudad. Rechazamos la vuelta inconsulta y los protocolos que tienen baches y claramente no fueron armados con las comunidades educativas a la cabeza”.

“Cuando escuchamos decir que somos su prioridad”, dice Carla, del Acosta, “a nosotres nos resulta muy poco creíble. Tuvimos que esperar una pandemia para que la educación se ponga como eje de discusión en boca de todes, no es algo que no suele pasar. Dentro del colegio, desde que llegó el PRO tenemos una constante devaluación de las condiciones edilicias”. “Tenemos el presupuesto educativo más bajo de la historia, porque Larreta prefiere destinarle fondos a sus negocios privados, como los de Costa Salguero, para hacer crecer su inmobiliaria, antes que darnos presupuesto para educarnos a nosotres, que somos el futuro de la ciudad y el futuro económico, social y político del país”, remata David.

Sin Estado, la responsabilidad por sostener y apuntalar las mejores condiciones para el desarrollo de la educación pública recae sobre una comunidad educativa que asume genuinamente esta preocupación. “La realidad es que en el Acosta, si bien somos un colegio bastante privilegiado, donde la mayoría de les pibes viven en condiciones dignas, tienen un plato de comida en la mesa, hay 300 familias en el colegio que se acercaban a buscar el bolsón que bajaba el Gobierno de la Ciudad”, cuenta Carla. “Le llamamos ‘bolsón’, pero son galletitas y manzanas. Y, a pesar de su pobre contenido, 300 familias iban a buscar eso. Realmente lo que se les brindaba era nefasto: una manzana y tres galletitas. Entonces, en la comunidad educativa nos comunicamos entre todos los sectores, entre todos los claustros, porque entendemos que la unión es lo más necesario frente a un virus que nos ataca a todes, donde nadie se salva solo. Pudimos juntar elementos, llenar bolsones para que la familias que los retiraban no se vayan solo con eso les mandaba el gobierno. Pero la verdad es que, como Acosta, entonces, estamos en un rol que no nos corresponde, terminamos cubriéndole bolsones a la familia en vez de estar en nuestras casas estudiando con la conectividad garantizada. Es una realidad muy difícil. Como colegio estamos intentando brindar la mejor contención posible entre todos los sectores. Intentamos escucharnos y pensar qué necesita el otre para poder ayudarnos, ya que desde el Gobierno de la Ciudad no se nos está ayudando en nada”.

Lo mismo ocurre con respecto a los requerimientos tecnológicos para hacer frente a las clases a distancia, que muchas veces terminan siendo provistos por maestros, directivos o los mismos estudiantes. “Desde el Centro de Estudiantes”, cuenta David, “el año pasado hicimos dos encuestas para ver en qué estaban nuestros compañeres, les pibes del colegio, de cara la virtualidad, porque nos preocupó que eran pocos los que estaban yendo a las clases virtuales y entregando los trabajos. Hicimos encuestas y encuentros de diálogo para saber en qué situación se encontraban los estudiantes y que sentían, porque entendemos que es importante que haya un acompañamiento pedagógico también como consigna de nuestra lucha. Les pibes sufrimos una banda lo que es estudiar desde la virtualidad sin ir a la escuela. Claro que queremos una presencialidad cuidada, donde no nos contagiemos pero podamos encontrarnos con nuestros amigos, porque es una parte importante de nuestra adolescencia la sociabilización. Sabemos que es supernecesario regresar al colegio, pero entendemos que estas condiciones no lo ameritan. Como Centro de Estudiantes, tratamos de acompañar también ese proceso de estar aislados”.

Una comunidad organizada

Frente a la obstinación del Gobierno de la Ciudad ante la crisis sanitaria que explota y se hace evidente en los colegios, la comunidad educativa exige garantía de conectividad y un plan de vacunación digno para los docentes. “En el Acosta, por ejemplo, son más de 650 docentes y no docentes y hay nada más que 8 vacunados”, cuenta Carla. Además de los paros docentes realizados durante las últimas semanas, se sumaron a la medida de no asistir a los establecimientos la Coordinadora de Estudiantes de Base de Secundaria, la de Terciarios y las familias y cooperadores nucleados en la Multisectorial en Defensa de la Salud Porteña. “Nosotres desde el Centro tuvimos reuniones tanto con docentes como con la comunidad educativa toda”, detalla Carla. “Además de enviar cartas al ministerio para poder abrir el diálogo, estuvimos haciendo un paro estudiantil, desde el primer DNU, intentamos sostener el paro concientizando a les pibes. Paramos para no colapsar el sistema de salud que se está quedando sin camas. Entendemos que tenemos que parar, porque si el Gobierno de la Ciudad no nos cuida, nos tenemos que cuidar nosotros. La mayoría de nuestros docentes las primeras dos semanas estuvieron haciendo paro, pero es algo bastante insostenible por los descuentos de sueldo y la situación económica que está bastante heavy. Nos sentimos muy acompañades por nuestros docentes y autoridades. Como comunidad educativa estamos en un momento en que tenemos un montón de debates, frente a los que el Gobierno no hace nada. En este momento estamos parando y haciendo un acompañamiento con una campaña virtual, por redes, explicando por qué es el paro, cuáles son nuestras consignas para que todo el mundo sepa lo que está pasando y concientizando sobre los cuidados si estamos yendo al colegio”.

“El diálogo con docentes y padres es fundamental”, cuenta Violeta, del Pellegrini. “Estamos trabajando con ellos para seguir haciendo medidas y acciones en defensa de la educación y la salud, cosas que para el gobierno porteño no tienen valor, ni ahora ni en los últimos quince años que estuvieron gobernando la Ciudad. Las acciones son superimportantes para marcar nuestra posición y nuestra línea política, más allá de que el gobierno decida no escucharlas e ignorarlas desde hace tanto tiempo. Es una situación que ya conocemos hace mucho y, ante eso, le seguimos poniendo el pecho a las balas y salimos a defender nuestro derecho a la salud, a la educación y tratando que se respete el DNU del gobierno nacional para cuidarnos y transitar este momento de pandemia tan grave de la mejor forma. De esto solo vamos a salir si nos seguimos cuidando entre todes”.

Ante esta comunidad organizada y movilizada, el macrismo gobernante, que hace de la “apuesta al diálogo” uno de sus ejes de marketing más notorios, continúa con la cerrazón. “Escuchar que el Gobierno de la Ciudad apuesta al diálogo es realmente un chiste para la comunidad educativa”, plantea Carla, a partir de la propia experiencia. “Le pedimos un montón de veces, desde diferentes claustros y sectores, que abran el diálogo. Porque estamos más que dispuestos a charlar medidas en conjunto, más que dispuestos a poder dialogar sobre qué es lo que queremos hacer, qué es lo que está pasando en los colegios, queremos que nos escuchen. Hemos enviado reiteradas cartas a la ministra Soledad Acuña para poder dialogar, pero, una vez más, no cortamos ni pinchamos. La situación es crítica y el Gobierno de la Ciudad no nos está escuchando”.

En el mismo sentido, para Violeta, del Pellegrini, “el gobierno de Larreta es muy contradictorio entre lo que dice y lo que hace. Esto se trata de una avanzada política. Se utiliza este tema para la campaña que vamos a ver este 2021 con las elecciones de medio término. Larreta está tratando de contribuir a su campaña y nos está utilizando a nosotres y a nuestra educación como campo de batalla. Teniendo en cuenta que a Larreta y Macri (tanto como Jefe de Gobierno como Presidente de la Nación) nunca les preocupó la educación, nunca se juntaron con los actores estudiantes, ni con los docentes, recortaron salarios, no construyeron escuelas, nunca armaron planes ni ayudas para mejorar la educación. El presupuesto bajísimo que le dedicaban a la educación hoy es representado en carencia de infraestructura, conectividad, materiales. Lo mismo hizo Mauricio Macri cuando recortó el programa Conectar Igualdad, el Progresar y otros que fortalecían la educación pública. No se escucha a la comunidad educativa, nunca se nos escuchó. Cuando pasó la reforma de la Secundaria del Futuro, que tomamos los colegios, nos movilizamos, nunca se nos dio una sola reunión con la ministra, mucho menos con el Jefe de Gobierno. Nunca buscaron el diálogo más que con sus medios amigos, como TN, La Nación y Clarín. Ese es todo el diálogo que les importa: hacer campaña mediática con nuestra educación. Hubo paros de docentes, de estudiantes, también muches padres no llevan a sus hijes al colegio y a ninguno de elles se lo escucha”.

“Nosotres venimos laburando en conjunto desde los Centros de Estudiantes, participando en la CEB (Coordinadora de Estudiantes de Base)”, cuenta David, “con reuniones virtuales de cara a todas las problemáticas que tienen en común nuestros colegios y nuestros Centros, que cada vez se ven más atacados por el Gobierno de la Ciudad y por el Ministerio de Ecuación. Participamos para promover el desarrollo de la organización estudiantil, muy necesaria en este momento, porque en más de una ocasión hemos demostrado que los estudiantes somos quienes tenemos que salir a luchar cuando el gobierno porteño toma decisiones inconsultas con la comunidad educativa. Como fue, por ejemplo, la Secundaria del Futuro, una reforma educativa que lo único que hizo fue complejizarnos a los estudiantes y a los docentes que tiene más horas y les pagan menos y siguen laburando por el amor que le tienen a la escuela y a nosotres. Desde que empezó la pandemia hemos elevado cartas, pedidos de reuniones, nos hemos hasta movilizado a pesar del alto número de casos, porque no daba más la situación, y no nos han dado una respuesta desde marzo del año pasado. Nos damos cuenta, entonces, que no nos están priorizando y lo único quieren es ser candidatos en las elecciones del 2021. Lo cual también nos preocupa, porque cuando ganan, más macrismo es mayor neoliberalismo y gobiernos que priorizan cualquier cosa salvo la educación de les pibes, todo menos sembrar una civilización, una juventud activa ante cuestiones sociales”.

Lo mismo resuena en gran parte de los colegios de la Ciudad. “Desde el Centro de Estudiantes del Pellegrini”, dice Violeta, “estamos tomando acciones que van en línea con todo el movimiento estudiantil: con paros, con cartas, con publicaciones y posteos en redes sociales. Intentando que nuestra visión sea pública, como movimiento estudiantil y como comunidad educativa. Para que, aunque ni al Jefe de Gobierno ni a la Ministra les interese escucharnos, el resto de la sociedad –a nivel país, pero sobre todo, a nivel ciudad– nos pueda escuchar, pueda ver esta otra cara del conflicto, que es la que menos aparece pero que está compuesta por los actores principales, los que ponemos el cuerpo todos los días por la educación pública de calidad para todes: les docentes, les padres, y les estudiantes”.