Atrás, un año de pandemia global, nacional, colectiva, editorial. Nos encerramos, enviamos cartas, conectamos con la preocupación de amigos de cerca y de lejos. Vivimos esa especie de distorsión que sufrió la experiencia toda con la plena seguridad de que la situación se afrontaba con lo que teníamos: bendiciones y miserias, amaneceres y fantasmas, coincidencias y desacuerdos; con lo que teníamos puesto, con lo que habíamos llegado tanto personal como colectivamente.
Asistimos a la pérdida de vida en escala. Un virus demasiado humano. La vida importa, volvimos a afirmar mientras nos asombraba lo premonitorio de nuestro editorial de 2019. Asistimos a la muerte, sin más, sobre un rotundo quiebre de fondo de sentidos en las formas de explicar el mundo, la humanidad y la conciencia. Si bien los horizontes ya estaban respondiendo a desajustes, resquebrajaduras, estertores finales de un tiempo remoto y dificultades iniciales de edificar valores nuevos, la pandemia se convirtió en un mojón o una nueva excusa para ensayar una racionalidad sobre esta tierra en nuestro tiempo.
La pampa es una ilusión, dijimos en otra vida. ¿Para qué seguir viviendo y caminar hacia un horizonte común en este extremo del planeta? ¿Por qué iniciar otro año de publicaciones? ¿Qué es lo que queremos que se oiga en medio de todo este ruido que sobrevive? La pregunta resuena en esta soledad y es anterior a la cuestión política, mucho más acá de cualquier idea programática o gubernamental. No tiene nada que ver con el poder, ni se articula con el fondo de las discusiones que atraviesan lo real todo. Se instala en el intersticio entre el vivir en sí y la amistad, en la total carencia del hombre solo, del hombre desligado, desvinculado, encerrado. Toda verdad es ilusión.
Aquí y ahora, la verdad. La verdad incluso a riesgo de cruzar todos aquellos niveles de apariencia para llegar a un fondo que se sienta verdadero. La verdad de una época que se edifica mientras se piensa. La verdad que se busca en el fondo de olla de la historia, raspando en el caldero para encontrar alquimias populares y una voz, una palabra que es aliento.
Nunca supimos qué hacer con la muerte y adelante hay otro año de alientos a la distancia. Un procedimiento de decrecimiento para ejecutar el presente luego de vencer algunas resistencias. Sangrre que corre por caminos que no conoce, sangre que circula aún sin lograr vencer la enfermedad, sangre con memoria celular de condiciones anteriores sobre la que edificar el camino desde donde planeamos qué hacer.