Durante la última semana, asistimos con enorme emoción al retorno de Evo Morales a su país, después de un año de exilio y masacres y persecuciones a las fuerzas populares por parte de las elites golpistas profundamente discriminadoras contra el pueblo sencillo y trabajador. Hay líderes que, entre la sangre y el tiempo, eligen el tiempo, porque confían en la memoria de sus pueblos para sostener las banderas de los procesos políticos que ataron para siempre ampliación de derechos con dignidad. El 17 de noviembre de 1972 el general Perón volvía a pisar suelo argentino. Se reencontraba con un pueblo que, a pesar de la proscripción, las persecuciones, la cárcel, los fusilamientos, había protagonizado 17 años de resistencia, para sostener con organización y lucha su decisión de construir en el peronismo la fuerza política que los hace. En homenaje a esa resistencia, cada 17 de noviembre se celebra el Día de la Militancia. Este martes, sectores sindicales realizarán una movilización en caravana para conmemorarlo. También como muestra de apoyo a un gobierno popular del que se sienten parte porque, entienden, surgió, entre otras cosas, de su resistencia al modelo de ajuste y exclusión del macrismo. Sobre esto conversamos con Gustavo Bellingeri, secretario gremial del SAT-SAID, sindicato que integra la Corriente Federal de Trabajadores.

Gustavo Bellingeri
Gustavo Bellingeri

Este martes 17 de noviembre, sectores del sindicalismo –entre los que se encuentra la Corriente Federal de Trabajadores de la que ustedes forman parte– convocaron a una caravana-movilización. ¿Cuáles son las razones que la promueven?

La movilización es para conmemorar -de manera popular– una fecha tan importante para el movimiento popular argentino como es el 17 de noviembre, que significó el retorno a la Argentina del general Perón. Fue un retorno victorioso, un retorno negado por la oligarquía que hizo lo imposible durante 17 años para que eso no sucediera. Y, sobre todo, fue un retorno con un pueblo avanzando. Un reencuentro con el líder y, a la vez, un reencuentro popular, porque el pueblo se reencuentra a sí mismo con su destino. Me parece que eso es principalmente lo que queremos conmemorar.

Más allá de eso, hay también una necesidad de brindarle el apoyo al gobierno del presidente Alberto Fernández, del movimiento sindical, del movimiento popular. Un gobierno que viene lidiando con una oposición sediciosa y que tiene intentos, vestigios antidemocráticos, que contiene acciones muy complicadas para la vida democrática; un gobierno que necesitamos respaldar con ese mismo compromiso militante que tuvo el pueblo para no olvidar, para no aflojar, para no abandonar la causa peronista. Nosotros, en este tiempo, en otro siglo, tenemos la misma necesidad de defender a nuestro gobierno peronista. Con sus avances, con sus dificultades, pero con la seguridad de que necesitamos sostener este proyecto. Porque, además, durante este tiempo han tenido lugar en el espacio público –en virtud de la pandemia que inhibió la manifestación popular– los sectores más retrógrados que defienden la economía concentrada, que defienden a los grupos económicos y sus representantes mediáticos y judiciales. Ellos han visto la posibilidad, osadamente, de ocupar la calle. Entonces, también es importante una ayudamemoria, que el movimiento popular no se olvide que la calle es del pueblo. Creo que eso es lo que se plantea este 17 de noviembre. Con dificultades, porque queremos ser cuidadosos, creemos que tiene que haber una preocupación con seguir cuidando el plan sanitario, que es lo principal. Sin un pueblo saludable, nada podríamos hacer. El desafío es poder ganar la calle y poder hacerlo con los cuidados que se necesiten.

Ese mismo día se va a tratar finalmente, coincidiendo con la movilización, el Aporte Extraordinario a la Grandes Fortunas. ¿Cuál es la posición de ustedes con respecto a esta propuesta?

Nosotros pensamos que es totalmente justo y necesario. Es un impuesto que trata de que los que más tienen pongan más, sobre todo en el marco de una emergencia. También sostenemos que esto tendría que continuar más en profundidad, en una reforma impositiva que sea más abarcadora en el tiempo, más permanente, que modifique la manera de tributar que hay en Argentina. Porque en este caso está planteado por una única vez, en el marco de la emergencia. Nosotros pensamos que debería haber un aporte permanente de los sectores más concentrados. Intervenir sobre esa desproporción que se va incrementando, que se acumuló con la dictadura, se incrementó con Menem, muchísimo con el macrismo, y que hay que corregirla. No hay pobres por casualidad, por una causa de la naturaleza: la desigualdad se produce porque se acumula mucho y se distribuye poco. Por lo tanto, hay que tener políticas activas de distribución del Estado. Esta es una, y es importante, pero una golondrina no hace verano.

Justamente pensando en este proceso de retroceso en la distribución del ingreso, ¿cuál es la situación después de estos últimos cuatro años de macrismo, a los que se les sumó este año de pandemia, de los trabajadores que ustedes representan?

Los cambios, muchas veces, ni en un sentido ni en el otro, suceden tan rápidamente. Se dan a medida que se van generando las condiciones, se va preparando el terreno. Entonces, el año 2016 nosotros tuvimos un cierre de paritaria bueno, porque veníamos con una inercia que no la pudieron detener en un año. Pero ya en 2017 el resultado fue distinto, en 2018 peor y en 2019 mucho peor. En este 2020 no nos está yendo bien. Se nos junta, además de la inercia contraria al primer año del macrismo, que nos fue tan mal porque veníamos con una dinámica que no fue posible cambiar tan rápidamente, el parate de la pandemia que fue fenomenal. Es muy difícil pelear salarios cuando no estás produciendo, cuando los estudios están cerrados, cuando están pagando sin tener ingresos. Nosotros, así como con la caída del salario, tampoco habíamos perdido muchos puestos de trabajo, solo los que se perdieron rápido porque eran los que estaban ligados a la producción de obra de promoción de series que hubo hasta el 2015 y eso se cortó abruptamente. Esos contratos que eran breves –para un capítulo, para una serie– se perdieron y no hubo otros. Ahí hubo un millar de contratos que no se reactivaron. Ahora, en este año terrible, las empresas están manoteando la emergencia sanitaria para aplicar ajustes: con retiro, con distintos mecanismos que uno puede denunciar pero no son impugnables, porque media la voluntad del trabajador. Esto, en el mejor de los casos. Hay otras empresas que efectivamente cerraron. En ese sentido, nosotros no la habíamos pasado tan mal, habíamos podido defendernos bastante bien, de 42 mil trabajadores que éramos habíamos bajado a 40 mil y monedas; pero esto año nos está pegando fuerte, va a haber más bajas. A veces se compensa con expansión y altas de otra parte de la actividad (construcción de redes, por ejemplo, que está trabajando mucho), pero la parte de producción de contenidos está golpeada.

Está pendiente, desde agosto, el recambio en la conducción de la CGT. ¿Cómo creen que debería darse ese proceso, sobre todo con aquellos actores como la Corriente Federal, el Frente que encabeza Camioneros, sectores que fueron muy activos durante la lucha contra la gestión macrista y no son parte de la conducción hoy?

Eso es una asignatura pendiente. Nosotros tenemos por supuesto la aspiración, no de conducirla, sino de formar parte de la conducción, porque entendemos que la CGT tiene una pluralidad enorme y tiene que tener contenido todos sus matices. Tenemos muy en claro, y esto no lo negociamos, que la propuesta es la unidad del movimiento obrero. Este planteo nuestro de unidad toma el guante de la unificación que está planteado por lo menos en la CTA de los Trabajadores para volver a ser parte de la CGT. Nosotros creemos que un proceso de unificación del movimiento de los trabajadores argentinos en una central única sería un gran aporte al presente y un invalorable aporte al futuro. Porque la capacidad de organización que tiene el movimiento obrero es de las más importantes, tiene la capacidad de parar la producción de un país, de movilizar.

Será central también, en este sentido, la oxigenación con las dirigencias que piensan diferentes y que se han nucleado, en el caso nuestro en la Corriente, u otros en la CTA, en el Frente. Poder tener una sola central sería muy importante, un sueño en el que muchos creemos y militamos para que sea así. Se había planteado el año pasado que este 22 de agosto se haría el Congreso de renovación de las autoridades; finalmente, la pandemia pudo más y está pendiente ese proceso. Pero creemos que tiene que haber una oxigenación, un recambio, con respeto por los distintos matices, que somos muy concientes que existen; pero las distintas opiniones tienen que estar reflejadas en el Consejo directivo y tiene que haber un esfuerzo en eso. Hay que resolver diferenciaciones políticas y organizativas que se han dado y son difíciles de desandar. Sería un gran aporte al proyecto del gobierno nacional, un aporte de gobernabilidad para ahora y para el futuro, poder contar con la capacidad de sentar en la mesa a todos los actores que componen el sindicalismo en la Argentina.