Aquel proceso histórico que comenzó Néstor Kirchner en 2003 se ha multiplicado en un acontecimiento político que no solo se robustece dentro de la recreación del peronismo, sino que vuelve a poner sus banderas al pie de la disputa por el poder popular en la región desde diciembre de 2019. A diez años de su muerte, quisimos hacer el ejercicio de hilvanar ese itinerario de experiencia particular, con el mapa de una trayectoria común: la bitácora de un testigo privilegiado y quizás el cuadro ministerial con más responsabilidad política de la gestión de Estado durante el gobierno de Néstor Kirchner.
Militante peronista y arquitecto, acompañó a Néstor desde su primer gobierno en Santa Cruz –como ministro de Economía y Obras Publicas entre 1991 y 1999 y como ministro de Gobierno a partir del ’99–, hasta su llegada a la presidencia de la Nación, ejerciendo como ministro de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios, cargo que ocupó durante los tres gobiernos kirchneristas. Tuvo bajo su gestión y seguimiento la totalidad de proyectos de obra pública, telecomunicaciones, energía, el desarrollo del Plan Estratégico Territorial y Argentina Conectada, lo que implicó la construcción de la Red Troncal de Fibra Óptica, la creación de ARSAT y la política satelital argentina, la instalación de la TDA, la nacionalización de YPF y la puesta en valor e inauguración del Centro Cultural Kirchner. En el décimo aniversario de la muerte del presidente Néstor Kirchner, Julio De Vido habló con Sangrre.
¿Cómo y cuándo comenzó su amistad, su derrotero político junto a Néstor Kirchner?
En el año ’83 me fui a vivir a Santa Cruz. Fui por trabajo, contratado por una empresa privada, yo trabajaba en ENTEL previamente, acá. La empresa me daba una casa, en parte de pago de mi salario, más mi sueldo y un vehículo. Esa casa quedaba a menos de cien metros de donde Néstor tenía su Ateneo. No era una Unidad Básica, el espacio se llamaba Ateneo Teniente General Juan Domingo Perón. Ellos volanteaban, convocando porque todos los viernes había reunión y ahí nos conocimos. Eran reuniones –que, por cierto, se siguieron haciendo todo el tiempo que Néstor estuvo en Rio Gallegos, hasta el año 2003–, encuentros de compañeros, de militantes, de cuadros, que él las llamaba “reunión de responsables”. Es decir, juntadas de cuadros políticos que tenían su base electoral en los distintos barrios de la ciudad. En el caso mío en particular, estaba dentro de la coordinación de equipos políticotécnicos dentro del área de infraestructura.
Yo trabajé hasta el ’88 en la actividad privada. En 1990 hubo un juicio político en la provincia de Santa Cruz, y en el marco de un acuerdo de Néstor Kirchner con el vicegobernador Granero, que quedó a cargo de la provincia, me hice cargo de Vialidad provincial y nos pusimos a trabajar en muchas obras en aquel momento, con mucho esfuerzo porque no había un mango. A partir de esa gestión se armó una relación política muy firme entre Néstor y yo. Tuvimos un impasse –cuando Granero renunció a la gobernación y yo a Vialidad por diferencias con el menemismo en aquel momento–, hasta que el 10 de diciembre de 1991 Kirchner ganó las elecciones. Yo iba a ser su ministro de Producción, pero la Legislatura no nos votó la ley para crear ese ministerio, así que terminé siendo ministro de Economía y Obras públicas hasta 2003, que vinimos para Buenos Aires a gestionar la Nación, acompañándolo a Néstor como su ministro de Planificación.
¿Cuáles eran a su criterio las características más sobresalientes en la capacidad de gobernar de Néstor?
Para mí, la característica política más sobresaliente de Néstor gobernando siempre fue la clara voluntad de participación popular en el marco de una planificación estratégica por parte del Estado. Ya en Santa Cruz me tocó ver de cerca este trabajo, cuando fui ministro de Economía y Obras públicas; y profundizamos esa decisión aún más en el ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios de la Nación. La idea de Néstor era tomar las hebras emblemáticas de los hombres y mujeres, sus necesidades insatisfechas; escuchar y reparar. Creo que el mejor ejemplo fue el Plan de Reparación Histórica de la Provincia de Formosa que Néstor dispuso a las horas de haber asumido.
Kirchner era un gran cultor del federalismo, no era un teórico del federalismo. Cualquiera que haya leído el libro Conducción Política del general Perón –yo no sé la cantidad de veces que lo leyó Néstor– entenderá a qué me refiero: Néstor es para mí el gran efector del plan propuesto por Perón. Néstor no era un conferenciante, ni un tipo de estar haciendo discursos, era un tipo de acción. Si te inauguraba un hospital, por ejemplo, la misión para los que trabajábamos políticamente junto a él era que la gente venga a atenderse, que se valore la obra sanitaria, y a su vez que se participe de ese acontecimiento a todos, desde los que trabajan y necesitan del hospital hasta la comunidad que lo contorna. Así era trabajar políticamente con Néstor. Yo con él aprendí que de nada sirve hacer obras si no se pone en valor el trabajo político de las instituciones y no se empodera al usuario de lo que hacés.
Ese salto de escala del gobierno de provincia al triunfo presidencial en 2003 no solo les quedó cómodo, sino que los hizo crecer respecto a las libertades creativas en términos políticos, ¿no? Específicamente respecto a los cambios y capacidad de desarrollo en materia de la cartera a su cargo, ¿cómo lograron construir juntos estructuras sólidas y con variables de modernización que aún hoy significan las últimas medidas de avanzada en el campo energético, tecnológico, de infraestructura, telecomunicaciones e investigación aplicada?
¿Sabes lo que pasa? Cuando vos gobernás, administras, y no tenés una dependencia exógena, no tenés obligaciones ni compromisos externos, es mucho más fácil todo. Por otro lado, cuando el efector de los proyectos, el que lleva adelante la obra, el desarrollador, es el responsable territorial –o sea el gobernador o el intendente, los trabajadores–, la política se robustece en esa ejecución, crece. La tarea de territorio nunca es menor; lo que pasa es que los gobiernos hoy trabajan sin tener en cuenta el territorio y sus necesidades. No se puede hacer una planificación de la tierra, por ejemplo, de la vivienda sin llamar a los intendentes. Es como quererse hacer un vestido sin tela. No hay ninguna posibilidad de llevar adelante políticas de desarrollo efectivo si los responsables políticos del territorio no se hacen cargo, porque son parte protagónica del desarrollo de la política.
Si bien no se pueden hacer paralelismos entre aquella gestión del 2003 y la situación actual de Argentina y el mundo, ¿cree que existen posibilidades de que el rumbo del país con una gestión peronista vuelva a rebotar hacia arriba como en aquella oportunidad?
Yo creo que si se trabaja en el mismo sentido que en aquella oportunidad, puede suceder. Si seguimos trabajando, como ahora, la cuestión financiera sin ponernos firmes con los monopolios, con los dueños del poder en la Argentina; si seguimos tratando de desendeudarnos con los viejos sistemas sin tener la soberanía económica por encima de todo, como hizo Néstor; si seguimos haciendo retrocesos tan estruendosos y opacos como el de Vicentin, no, no se va a salir. Los métodos de Néstor quizás no puedan calcarse, pero la voluntad política de ser una nación independiente, de trabajar para una soberanía nacional y popular sí son ideales que hay que perseguirlos y recrearlos.
Mañana se colocará la estatua de Néstor Kirchner en el CCK. Es una escultura que antes estaba en Quito, un lugar donde nos han derrotado y del que fue removida el año pasado, producto de la desaparición del UNASUR. Perdimos esa construcción política producto del accionar del Grupo de Lima, grupo armado por el departamento de Estado norteamericano a los efectos de derrocar al gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, y hostigar a los gobiernos de raigambre nacional y popular como el nuestro. Nosotros debemos respetar la memoria de Néstor reflexionando sobre esto que pasa en la región, sobre su accionar, la potencia, la decisión política que tuvo para no ser tolerante con el enemigo. El enemigo es el neoliberalismo, el poder de la derecha. Y al enemigo se lo combate, al enemigo se lo milita en contra, al enemigo no se le otorgan privilegios, ni se le dan ventajas económicas. Eso es lo que estaría haciendo hoy mi compañero Néstor.
