Con la llegada del COVID-19 a nuestro país, la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud “Dr. Carlos Malbrán” se convirtió en uno de los eslabones fundamentales del sistema sanitario argentino por centralizarse allí el diagnóstico del virus.

A las importantes tareas de adaptación de los procesos de diagnóstico y capacitación y coordinación de la Red Nacional de Laboratorios para descentralizar la realización de los tests, el Malbrán sumó, hace unos días, un hecho trascendente: sus científicos y técnicos lograron secuenciar de forma exitosa el genoma completo del SARS CoV-2. Esto es central para asegurar la calidad del diagnóstico, poder producir activos en Argentina en el momento en que están escaseando en el mundo y contribuir al desarrollo de una vacuna eficaz contra las cepas que circulan en nuestro país y en la región.

Flavio Vergara
Flavio Vergara

Conversamos con Flavio Vergara, técnico en virología del Instituto Malbrán y paritario nacional de ATE, sobre el estado en que se encontraba el Instituto al momento de comenzar la pandemia, y el rol de la inversión pública para potenciar la función del Malbrán en la investigación y el diagnóstico del virus y para jerarquizar la función científica, sanitaria de lo público.

Empecemos por lo más reciente: hace unos días, en el Malbrán lograron hacer las secuencias del genoma completo de los virus del COVID-19 que están circulando en la Argentina. ¿Qué significa este aporte?

Significa, primero, que tenemos capacidad de diagnóstico para identificar los casos positivos, que es lo que hacemos normalmente desde el Servicio de Virus Respiratorios, a cargo de la red de laboratorios que se desplegó en todo el país para hacer los diagnósticos. Con esos casos positivos, pudimos hacer una replicación del virus en condiciones seguras, en el laboratorio de Seguridad Tres que tenemos en el Malbrán y que no tiene muchos años, apenas diez. Allí, y con ese material, compañeros y compañeras de alta formación pudieron trabajar en lo que se llama la “plataforma genómica”: se coloca el virus que se replicó y se logra estirar la cadena del ARN (ácido ribonucleico) para poder sacarle una radiografía, una resonancia, una foto. Esa foto se compara con otras secuencias de las cadenas de otros virus de la familia del Corona para ver qué tan iguales son entre sí. Como cualquier familia, tienen muchas semejanzas y algunas diferencias.

Lo que nosotros identificamos es que hay tres cepas que ingresaron al país que tienen un alto grado de similitud con la que está circulando en Estados Unidos, con la que está circulando en Europa y con la que circuló en Asia. Esto se identificó, se demostró, se puso a consideración de un grupo de expertos que maneja un banco de datos genéticos mundiales. Esa información fue validada en menos de media hora y subida a la plataforma de datos de virus de Corona que están circulando en el mundo. Eso habla de una calidad de trabajo, de una capacidad profesional y tecnológica, y de que el país, a pesar del intento de destrozar estas áreas, aún conserva la gente capacitada y algunos de los fierros que permiten hacer hoy ese laburo.

¿Para qué sirve en concreto haber identificado estas cepas del virus?  

Este dato sirve, primero, para hacer reactivos de diagnóstico nacionales, intentar hacer una producción soberana y nacional que responda a las cepas que circulan en nuestro país. El segundo punto tiene que ver con poder identificar las características que adquirirá el virus en su circulación local. Estas tres cepas ya están identificadas porque son las que vienen circulando en los países desde donde el virus llegó a Argentina. Lo que sigue es identificar cuáles son las cepas que van a circular autóctonamente. Tenemos que ver si estas cepas se conservan hasta el final de la pandemia o si sufren mutaciones. La información que se va a obtener al final sobre las cepas que hayan tenido más prevalencia en Argentina, las que más población hayan infectado, es la que se va a brindar a la Organización Mundial de la Salud (OMS), para que los laboratorios que están en condiciones de avanzar en la producción de una vacuna para el próximo año la tengan en cuenta.

Nosotros no estamos como país en condiciones de hacer una vacuna propia. Ese es un desafío tecnológico muy alto, requiere una inversión que hoy no está. No es que no haya gente capacitada, lo que no hay es la capacidad instalada. Nosotros tenemos edificios que necesitan reparaciones urgentes y son solo para diagnosticar. Para producir necesitás una planta testeada, que esté funcionando. Siempre hablando de la producción estatal.

Se está atravesando una etapa muy particular en el mundo y que abruma porque todos quieren una respuesta, una solución: un medicamento que te cure, una vacuna que te proteja. Entonces, el conjunto de los investigadores científicos del mundo abrieron sus puertas para que se vea su trabajo, para mostrar lo que están haciendo. Con buena leche, se hace para compartir los grados de avance que haya y pensar juntos cuál está en mejores condiciones para que el resto se sume a esa lógica y se avance. Es un salto de calidad para que se ponga a disposición el avance científico. De todas formas, el desarrollo científico continúa manejado por el capital, por la generación de ganancias, por la riqueza de las empresas farmacéuticas que son enormes. Pero como esto nos afecta a todos en gran medida, el nivel de “democracia” que tiene el virus hace que un poco el sistema se tambalee, se resquebraje en cierta medida.

En un primer momento, solo el Malbrán diagnosticaba, antes de que se transfiera también a las provincias esta responsabilidad. ¿En qué situación, en términos de recursos técnicos, humanos, de infraestructura estaba el Instituto al momento de tener que afrontar esta demanda?

Mediáticamente se planteó la idea de que el Malbrán estaba superado, y que por lo tanto había que desconcentrar. Y esto no fue así. En realidad, el Laboratorio de Virus Respiratorios, que es el que se encarga del Coronavirus, además es el que hace todos los años un trabajo con la gripe. Desde la pandemia del H1N1, el Malbrán logró consolidar lo que se llama la Red Nacional de Laboratorios. El Laboratorio del Malbrán es la cabecera de una red que tiene un laboratorio por provincia, en alguno de los hospitales provinciales y que, a la vez, tiene más laboratorios que se asocian para trabajar en el diagnóstico. La red es una estrategia de representación del Laboratorio del Malbrán en todo el territorio. El Laboratorio del Malbrán está acreditado como referencia de la OMS: esto implica que hay que pasar una serie de exámenes –muestras, problemas que hay que resolver en cierto tiempo, con una eficacia determinada– para que los trabajadores, el espacio laboral, el equipamiento sean aprobados. Todos los años tenemos esta prueba, y lo que hacemos luego es replicar esa capacidad diagnóstica mediante una capacitación a todos los laboratorios de la red. Esto ya funcionaba. Lo que tuvimos que hacer fue proveer a esos laboratorios de equipos –que se habían roto o que no había–, de los nuevos reactivos y de la formación específica para leer lo nuevo, lo que difería de la tradicional gripe. Nosotros lo que hacemos entonces es poner a punto la tecnología diagnóstica, avanzar, llegar hasta un punto, capacitar, desconcentrar y manejar el conjunto de la información. Por lo tanto, no llegamos nunca a un cuello de botella en cuanto a la capacidad de diagnosticar, lo que podría haberse producido si los reactivos no entraban.

¿Te referís a los reactivos que fueron provistos por China?

No, antes. En los primeros diagnósticos, empezamos con lo que se llama un Panel de control de gripes. Se hacía Influenza, Gripe A y Gripe B. Si no daba nada de eso, pasábamos a otro ensayo que era buscar la familia del Coronavirus. Si el paciente estaba enfermo y no daba tampoco ninguno de los Corona, recién ahí avanzábamos a buscar el COVID-19. Todo esto lo hacíamos así porque teníamos muy poca cantidad de reactivos. Íbamos haciendo la entrada inversa: los compañeros y compañeras diseñaron una estrategia para poder avanzar con las herramientas que teníamos. Demoraban tres diagnósticos en lugar de uno solo. Como el número de muestras no era tan alto, este procedimiento se podía sostener.

Lo que ocurrió entonces es que el gobierno nacional, que recuperó el Ministerio de Salud, que recuperó la mirada sobre la importancia de lo estatal, invirtió 200 millones de pesos de un golpe en compra de reactivos y equipamiento. Y ahora volvió a invertir otros 1000 millones de pesos más, para seguir abasteciendo de reactivos a la red, cuando el presupuesto total del Malbrán era de 1000 millones para todo el año. Todo esto permite que hoy la red nacional esté al máximo de potencia diagnostica. Y que el Malbrán pueda, al mismo tiempo, entonces, ponerse a trabajar con la investigación del genoma que hablamos al principio. Nosotros seguimos diagnosticando: mientras tanto, las secuencias se van a seguir haciendo con otros virus que aparezcan para buscar cepas autóctonas, originales de nuestro país.

A partir de esta visibilidad que tuvo el Instituto a raíz del trabajo sobre el diagnóstico y la investigación del COVID-19, sumado a la nueva mirada que aparece sobre el rol del Estado, y considerando la situación en que dejó la gestión del macrismo al Malbrán y a todo el Estado en general, ¿cuáles serían los problemas, las cuestiones más estructurales a resolver?

Uno pinta al Malbrán y refleja la misma imagen en otro montón de organismos. En el Instituto existen dos convenios colectivos: el Sistema Nacional del Empleo Público (SINEP), que regula a la media de los trabajadores del Estado, y la carrera profesional. En ambos tenés gente contratada y gente de planta. En la carrera profesional nunca hubo concursos, es decir que hay gente que hace más de veinte años está contratada. Nosotros somos el único organismo que, además de depender del Ministerio de Salud, pertenecemos al Gabinete Científico Tecnológico de la Nación. Lo que queremos, entonces, es que se nos reconozca la función científica, porque nosotros hacemos ciencia vinculada a la atención sanitaria, vinculada directamente a la provisión de datos que generan políticas de acción del Ministerio. Si el sistema sanitario es una flota de barcos en todo el país, desde la nave insignia que es el Ministerio hasta la última salita, el Malbrán sería el barco científico. Queremos que se nos reconozca la naturaleza de esa tarea. Porque este reconocimiento implica, más allá del salario, no tener que discutir si nos corresponde o no hacer la investigación sobre el genoma, o ponernos a desarrollar reactivos, porque son funciones naturales nuestras.

El macrismo nos dejó con un 10 por ciento de pérdida de personal, producto de jubilaciones, retiros voluntarios y de gente que se fue buscando mejores horizontes. No tuvimos despidos, no se metieron en eso con nosotros, quizás por la experiencia de pelea de los años noventa. Por otro lado, tuvimos un 50 por ciento de pérdida de presupuesto en estos cuatro años. Pérdida no en términos nominales, sino en términos operativos, porque la mayoría de los insumos que usamos como reactivos son importados; o sea, perdimos el 50 por ciento de capacidad de compra. Además, perdimos 65 por ciento de salario. Del grupo que trabaja hoy en virus respiratorios (once trabajadores, 9 mujeres, 8 precarios, todos de ATE), los compañeros que trabajan haciendo carga de datos en el Sistema de Vigilancia, que son administrativos especializados, cobran 24000 pesos de bolsillo, y los profesionales están cobrando 37500 pesos de bolsillo. A partir de esta visibilidad sobre la institución, planteamos nuevamente que se reconozca la función científica: hay un proyecto presentado al Ministro Ginés González García que creemos que la semana que viene se va a discutir. Quedamos en un nivel de exposición muy alta, pero creemos que el hecho de que se empiece a reconocer esto no es el final de un camino, sino el principio de una revalorización de lo público, de lo estatal.

En 2015 el Malbrán se preparaba para su centenario, que fue el 9 de julio de 2016. Lo que queríamos era revisar la institución, reinventarla pensando en los próximos cien años. Veníamos trabajando en una serie de discusiones: mejoras edilicias, tomar nuevos desafíos, fortalecer los viejos desafíos institucionales. Entramos en la picadora de carne del macrismo, que pasó por todo el Estado. Pero creemos que, pasado esto, tendríamos que volver a discutir sobre estos nuevos desafíos. ¿Cuál es el Malbrán que necesita el país para lo que viene? Frente a lo que pasó, tuvimos esta respuesta, pero ¿qué podríamos hacer para que la próxima vez no sea con compañeros laburando doce horas, con precariedad, bajos salarios?

En esta compleja coyuntura, ¿qué significó para ustedes los trabajadores del Malbrán la visita del Presidente, su interés por las tareas que realizan, la situación en la que están?

Fue muy fuerte. Nosotros estábamos con la celebración, con la alegría de que nuestros compañeros de la plataforma genómica habían secuenciado el genoma, que se había aceptado internacionalmente. Sabíamos que Ginés estaba al tanto y suponíamos que iba a venir a hacernos una visita para reconocer esto, porque ya había estado antes dos veces en el Instituto. Pero la presencia de Alberto junto al ministro fue muy conmocionante. Más allá de que todos los compañeros que estábamos acá lo votamos. Vino con una humildad, se sentó para que le expliquen lo que había pasado. Miraba el edificio y decía “yo nunca había estado acá, qué vergüenza… Se nota que fue algo esplendoroso y hoy están muy mal, así como los trataron muy mal a ustedes también”. Escuchó. Había cosas que no entendía y preguntó, porque sabía que era algo importante y quería entenderlo. Cuando comprendió que no era el laboratorio este, el Malbrán, era el sistema científico sanitario argentino, era el país el que había logrado estar en ese lugar, fue algo muy importante para nosotros, fue muy fuerte.

Recorrió todos los lugares, se sacó fotos con los trabajadores, cosa que algunos critican pero nosotros lo hicimos y estamos muy contentos de hacerlo hecho. Y le pudimos plantear nuestros problemas. Era difícil interrumpirlo a Alberto cuando hablaba pero una compañera le planteó la necesidad del adicional científico, le explicamos todo en tres minutos y dijo “eso hay que arreglarlo”. Es el Presidente. Cuando se cruzó el otro día en el programa de televisión hablando conmigo, ya tenía los datos de los salarios y la situación de los compañeros en la cabeza. La semana que viene vamos a empezar a debatir ese proyecto que presentamos, para que se transforme en un proyecto de todos, porque no es tiempo de entrar en ninguna disputa, ya saben todos quiénes somos nosotros y quiénes son los otros. El objetivo es el sistema de salud. El objetivo es que no haya compañeros ganando 8000 pesos como pasa en algunas provincias. Que nadie esté al menos por debajo del Salario Mínimo, Vital y Móvil. La discusión de que el Estado te salva ya está instalada, más allá de que haya gente que la quiera negar. Hay que profundizar esa línea. Ningún espacio privado resuelve como lo hace el Estado: de hecho, acá hay días que recibimos más de 150 muestras por día de clínicas privadas. Creemos que nuestro aporte como laburantes, como organización sindical, como institución, debe servir para revalorizar el rol del Estado, en defensa propia y en defensa de todos.