Tras las declaraciones del embajador de Cuba Pedro Pablo Prada sobre la experiencia de su país en el tratamiento del Coronavirus que azota al mundo, Sangrre se comunicó con una de los más de mil médicas argentinas formadas en la Escuela de Salud Cubana. Se trata de la doctora Margarita Méndez, quien se graduó en 2005 luego de seis años de carrera médica, completó su especialización como médica generalista en un voluntariado con comunidades del Amazonas venezolano y retornó a Argentina en 2009. Actualmente, ejerce como médica municipal en Juan Bautista Alberdi, partido de Leandro N. Alem, Provincia de Buenos Aires.
Además de conversar con ella sobre su inquietud cotidiana por la salud de los pobladores del pueblo y la precaución de sus pacientes adultos mayores ante los riesgos de la pandemia, le preguntamos sobre los servicios de salud que Cuba ofrece al mundo y el histórico sistema de cooperación médica que el país ofrece al mundo incluida la promoción educativa de la que fue parte.
La situación actual de Cuba en relación al Coronavirus es para destacar. De los 11 millones de habitantes que tiene la isla, la cantidad de positivos de Covid-19 es de solo 2369; 2227 son los recuperados y 86 las muertes. ¿A qué causas atribuís tal diferencia con el resto de los países latinoamericanos?
Cuba tiene un sistema público de salud de vanguardia en el continente y en el mundo. Sus principios rectores se basan en el carácter estatal y social de la medicina, además de garantizar la accesibilidad y gratuidad de los servicios de salud. Esto se sostiene en una estructura institucional que comprende un robusto sistema de atención primaria de la salud, un desarrollo en biotecnología a nivel de los países más desarrollados, y un adecuado número de camas hospitalarias y recursos humanos altamente calificados. A esto habría que agregarle lo que sucede puertas afuera del sistema de salud: organizaciones de masas –como gustan llamarlas los cubanos– son las encargadas de llegar hasta cada casa cubana para contener la pandemia.
Podría decirse que Cuba empezó a prepararse contra el Covid-19 desde mucho antes que el resto de los países de occidente. Ya desde los primeros días de febrero se tenía conocimiento del posible potencial de este virus y puso en marcha un sistema para la contingencia. Y, una vez que empezaron a llegar los casos, desarrollaron la estrategia de aislamiento obligatorio de cada uno de los casos positivos y de sus contactos. También entraron en cuarentena estricta igual que nosotros. Sumado a esto, se organizaron brigadas con miles de estudiantes de medicina, coordinados por los médicos de familia de la atención primaria, para visitar cada casa y buscar personas con síntomas compatibles con la enfermedad. Como desde hace muchos años Cuba tiene en sus consultorios médicos de familia, el primer eslabón de la cadena de atención de salud, esto permite saber con bastante certeza quien es la población de riesgo para la enfermedad. Sabemos que la edad es uno de esos factores, pero además se unen a este grupo las personas que padecen otras enfermedades, y para eso es necesario que cada persona sepa qué enfermedades padece; en otras palabras, que el diabético sepa que es diabético y tenga tratamiento, que el hipertenso conozca su condición y reciba la medicación que le permita controlar la afección, etc.
Esta estrategia permitió que, del total de casos diagnosticados a la fecha, cerca del 88 por ciento sean contactos de casos confirmados. Además, aproximadamente el 50 por ciento de los casos confirmados fueron asintomáticos, con lo cual se logró neutralizar la principal forma de propagación de esta enfermedad, que está dada por el alto número de personas que no conociendo su positividad contagian al resto inconscientemente. O sea, se logró una detección precoz en el territorio. Por otra parte, Cuba cuenta además con una infraestructura sanitaria del segundo y tercer nivel (policlínicos y hospitales) que le permitió atender a todos los casos más complejos que requerían internación en servicio de clínica y de terapia intensiva. No hubo pacientes que se quedaran sin su cama hospitalaria o sin un equipo de profesionales altamente calificados para atenderlos.
Según declaraciones del embajador cubano, el país caribeño ha desarrollado un protocolo de 22 medicamentos “biomédicos” de los cuales 4 son, a la luz de los resultados, dignos de mayor atención a la hora de pensar la cura. ¿Estas alternativas de tratamiento biomédicos son las mismas que se están aplicando también en otros países asiáticos?
En el tratamiento de los casos más severos, Cuba utilizó esos medicamentos que mencionás. Comenzando por la aplicación a todas las personas mayores de 60 años de Biomolunia, un medicamento de patente cubana con resultado comprobado en el aumento de las defensas. En los casos más severos de la enfermedad, se aplica también tratamiento con otro medicamento de origen cubano, llamado Interferón Alfa-2b. Se trata de un interferón que ya se estaba utilizando para tratar el virus de la hepatitis B y C con muy buenos resultados. Este tratamiento también se aplicó durante la epidemia de Covid-19 en China, ya que se produce a través de una empresa mixta cubana y china. Su mecanismo consiste básicamente en disminuir la carga viral en el organismo.
En pacientes con enfermedad moderada o severa también se aplica un anticuerpo monoclonal desarrollado en Cuba llamado Tolizumab. Con más de veinte años de investigación, este anticuerpo se emplea para combatir la inflamación sistémica que producen las enfermedades oncológicas y autoinmunes, y ahora contra la Covid-19. Su uso ha demostrado ser efectivo para reducir la letalidad de esta enfermedad y mejorar la oxigenación de un 80% de los pacientes en las terapias intensivas.
Por último, es de reciente uso en estos pacientes un inmunomodulador desarrollado en el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de Cuba, llamado CIGB 258 (Jusvinza). Este medicamento, que se utilizaba anteriormente para el tratamiento entre otras afecciones de la Artritis Reumatoidea, modula la respuesta inmune del organismo, controlando la inflamación sistémica que es la responsable del empeoramiento del cuadro respiratorio en pacientes con Covid-19. Además, tiene la ventaja de que no produce inmunosupresión, con lo cual el organismo puede al mismo tiempo seguir dando la batalla contra el virus activo. Este tratamiento hasta el momento presenta resultados altamente satisfactorios, con una sobrevida del 90% en pacientes graves y del 70% en pacientes críticos.
Con respecto al uso de esta terapéutica en nuestro país, siempre existe la posibilidad, ya que Cuba sostiene una actitud solidaria con los pueblos del mundo en materia de colaboración medica. Por supuesto que hay sectores políticos e ideológicos en Argentina, que responden al mandato de la embajada norteamericana, que se encargan de demonizar a la medicina cubana en todas sus formas, y estos mismos han desatado una feroz campaña en cuanto se mencionó la posibilidad de la llegada de ayuda médica. Pero eso no debería ser un impedimento para que se avance en una cooperación cada vez más estrecha entre ambos países, ya que están unidos por lazos de hermandad que van mucho mas allá de lo que pueda patalear la derecha. Si bien hay gran parte de los tratamientos antes explicados que están aun en etapa de prueba, hay otros como el Interferón Alfa-2b que ya fueron utilizados en países como China, Italia, India, etc.
Recientemente, el ministro de Salud Bonaerense Daniel Gollán afirmó que era necesario encaminarse hacia “contagio administrado” del Coronavirus. Desde tu experiencia, ¿cómo evaluás el tratamiento de la reclusión y el tratamiento de casos en provincia de Buenos Aires?
Me parece que hoy es reconocido por todo el mundo que entrar en cuarentena tempranamente fue un acierto del gobierno argentino, y que eso ha permitido salvar miles de vidas, lo cual es muy importante. Lo que sigue después es más complicado, porque venimos de una situación económica devastadora para los sectores populares, y en materia sanitaria peor. No hay que olvidar nunca que los gobiernos de Macri y de Vidal echaron trabajadores del Hospital Posadas, además de no inaugurar hospitales en el conurbano bonaerense que ya estaban en su etapa final de construcción. Hoy en día, cuando todo el mundo está mirando el sistema sanitario y exigiendo respuestas ante la pandemia, quizás se tome real dimensión de lo que esas decisiones implicaron. El ministro Gollán y su equipo están haciendo una tarea titánica, poniendo un sistema devastado de pie en tiempo record. El aislamiento siempre será efectivo, pero no se puede tener a la población en esa situación todo el tiempo. Hay muchos trabajadores formales e informales que necesitan volver a generar ingresos para subsistir. Bajar el número de contagios en esta etapa y después ir apagando los pequeños fueguitos que se generan antes de que se conviertan en un gran incendio es el equilibrio buscado. Para eso va a ser fundamental el trabajo de prevención y de promoción de la salud y la respuesta de la atención primaria. Hay que seguir educando a la población, buscar casos en el terreno, aislar a las personas y a las familias en donde aparezca el contagio, dar contención para que las personas con síntomas no tengan miedo de acudir a los centros de salud por miedo a ser estigmatizados, etc. Creo que es importante hacer foco también sobre estas cosas porque muchas veces nos concentramos en ver la cantidad de respiradores que tenemos disponible, lo cual es importante e imprescindible, pero no es lo único. Si los contagios se desbordan, no hay sistema hospitalario que lo resista: eso quedo demostrado en todos los países de Europa, que contaban los muertos diarios por miles. El mejor tratamiento para cualquier enfermedad es prevenirla, y el coronavirus no es la excepción.
Finalmente, Marga, sos médica graduada en la escuela de salud cubana y retornaste a Argentina a ofrecer la experiencia de este paradigma médico, que varía en no pocos ejes sobre los que gravita nuestro sistema de salud. ¿Cómo es esta convivencia, con qué limitaciones te encontraste y qué puntos de potencia creés que posee nuestro sistema sanitario?
Se trata de dos modelos sanitarios distintos, partiendo del hecho de que en Cuba existe un sistema de salud único, totalmente público, integrado en sus diferentes niveles de atención, integral en la mirada del proceso salud-enfermedad, con un fuerte componente preventivo y con valores escritos y avalados por la población, como son la salud como derecho humano para todos sin distinción y la solidaridad internacional materializada en la histórica colaboración internacionalista en salud que alrededor del mundo ha practicado la isla. Todo ello es posible porque existe una real voluntad política central para ello, trabajo intersectorial y participación de la comunidad en el sistema de salud; condiciones posibles debido a sus más de cincuenta años de revolución, lo cual ha permitido que el pueblo cubano esté en condiciones de ejercer sus derechos y su activa participación en las acciones de bien común, como en la salud. No existe en Cuba el lucro para con la salud.
En países como el nuestro, lo que caracteriza a los sistemas de salud es la gran fragmentación, donde conviven subsistemas públicos, privados, de seguridad social –también fragmentados hacia adentro: por ejemplo, en el subsistema público existen muchas diferencias según la gestión sea municipal, provincial o nacional–, con una gran descoordinación entre ellos y cambios constantes en cuanto a los valores, prioridades y políticas en los diferentes momentos políticos.
Todo esto es consecuencia de una discusión histórica en nuestro país sobre el papel que debe ocupar el Estado en la sociedad; algo que, en políticas sanitarias, se traduce entre la mirada de la salud como derecho del cual el Estado debe ser garante, o como una mercancía más a ser regulada por el mercado. El resultado cuando vence este segundo modelo es la gran inequidad en cuanto al acceso al cuidado en salud, y por supuesto también en las condiciones de vida de millones de argentinos, determinante también del estado de salud de una población.
En Argentina tenemos una corriente sanitaria que pelea por hacer prevalecer la mirada de la salud como derecho, que se expresa en tantos trabajadores de la salud que día a día sostienen la salud pública con ese norte. Nuestro primer ministro de salud el Dr. Ramón Carrillo, sanitaristas como el Dr. Floreal Ferrara, experiencias sindicales y otras que siguen y seguirán resistiendo a la mercantilización de la salud son protagonistas y testimonios de esa tradición. A partir de esta pandemia, existe también la oportunidad de construir una salud humana, de “ciencia y conciencia”, como reza uno de los lemas con los cuales fuimos formados en Cuba.