Adriana Varela es una de las cantantes más importantes del género tanguero, en la actualidad y desde que irrumpió en la escena de la música ciudadana hace ya dos décadas y media de la mano de su padrino, el Polaco Goyeneche, ese que le dijo “vos andá por los graves, que por los graves está Dios”. Llevó su voz y sus tangos por los escenarios más importantes del mundo como el Teatro Nacional de Chaillot en Paris, el Gran Teatro del Liceo en Barcelona o el Teatro Real en Madrid.

Nacida y criada en el sur, en el barrio de Avellaneda, de padre técnico químico socialista y madre maestra del Docke de ascendencia peronista, La Gata Varela –como la bautizó para siempre su amigo Cacho Castaña– dice que la política siempre estuvo en su familia y en su casa. Pero, cuando tiene que destacar a alguien que la marcó políticamente, habla de su abuelo materno, un veterinario que trabajaba en el frigorífico La Negra y traía a la casa todas las movidas sociales y gremiales.

La encontramos después de una prueba de sonido en el espacio cultural Balcarce 666 del barrio de San Telmo donde se presentó hace unos días. Arranca ella, preguntando si habíamos visto o escuchado a Cristina Kirchner en la presentación de su libro Sinceramente de La Matanza: dispares las respuestas, se entusiasma con su voz aguardentosa: “la sentí más lúcida que nunca. Véanlo cuando puedan, háganme caso”.

Hablando de Cristina y su elocuente discurso en La Matanza, ¿qué cosas crees que cambiaron en la cabeza de una líder como ella en estos años luego de dejar el poder?

La veo bien, la veo en campaña, pero creo que hoy habló muy en función del armado que necesitamos para revertir definitivamente esta situación social del país. Porque muchos argentinos sienten que por lo menos hay que cambiar el estilo de la discusión, de los temas, de las prioridades. Cambiar el lenguaje, te diría, hablar un lenguaje posible, porque lo otro es imposible de tolerar. Creo que una líder estadista como Cristina, como buen líder genuino, muestra su evolución con los años, una evolución no personal sino más bien política. Percibió y comprendió todo esto y por eso pudo generar una estrategia extraordinaria, y celebro que así sea. No me extraña, porque es muy inteligente, es brillante, pero sobre todo es una mujer y, para mí, siendo mujer tiene la pulsión natural de cuidar. En este caso, cuidar es delegar.

Estos años de gobierno macrista te encontraron muy ferviente y abiertamente opositora, fuiste una de las primeras figuras artísticas en expresar su rechazo al modelo político, económico y social. ¿Eso sentís que te perjudicó en algo o te dio otra relación con el público?

A mí no me perjudicó, porque desde hace muchos años, desde siempre te diría, saben que yo tengo un perfil. Me gusta decir que soy populista, porque “populismo” es una palabra muy vapuleada, mal comprendida o no comprendida, y hay que reivindicarla. En lo personal no me perjudicó, no me puedo quejar; sigo siendo convocada, y desde luego sigo apoyando, en todo lo que puedo colaboro y trato de estar presente. Cuando voy a la televisión –que es un medio que no me pertenece, en el sentido de que no soy una artista televisiva ni mediática– trato de expresar lo que pienso aunque haya otras personas que no piensan como yo. Y sí pude observar que los estados de ánimo en el público cambiaron en estos años: pasamos de la angustia a momentos de resignación, a otros luego de bronca. Y ahora se deja ver la esperanza.

¿Cómo te parece que va a repercutir un posible triunfo de Alberto Fernández en cabeza de un espacio como el Frente de todos en la región?

Tengo mucha fe en que cuando gane el Frente de Todos –como todo indica que así va a ser– sea el puntapié inicial de un maravilloso contagio para la región, y sea una manera de “zafar” de estos inventos, estos experimentos de la derecha liberal, con Bolsonaro a la cabeza, aunque hay varios. Estoy muy confiada en que el contagio y la conveniencia para los pueblos de la región se produzca y que seamos escuchados.

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Adriana Varela se ha destacado por extender su arte, pero también su discurso y pensamiento, más allá de las fronteras. Se describe visceral, aunque mucho más tranquila con los años que, si de algo la hacen jactarse, es de haber recuperado para el tango el valor de la palabra y la actitud. Su público se destaca por abarcar distintas generaciones y sobre todo por cobijar a muchos jóvenes que se volcaron al tango por ella y también a algunos oyentes y fans célebres. Dijo de ella el célebre escritor catalán Manuel Vázquez Montalbán luego de escucharla cantar en El Berretín: “El tango ha de salir del cuerpo por todas sus puertas, hay que cantarlo con los seis sentidos, y ella lo emitía desde el centro del mundo, el lugar elegido por sus pies para apoderarse del escenario, sin permitirse señales extras, presencia y voz, como la Piaf o Chavela, a lo sacerdotisa austera, quizás el exceso de sus ojos como una ventana y ventosa de nuestra entrega de espectadores sometidos. Prueba decisiva para cualquier intérprete de tango es que asuma el repertorio clásico como si lo estrenara y algunas piezas especialmente traducen el acierto o desacierto del empeño.” Y agregó: “Hay que oír y ver a la Varela cantando Muñeca brava o incluso Volver, después de haberlas oído como nana y casi responso de toda una vida, para saber que estás en presencia de la magia de la continuación y la renovación, del encuentro entre lo patrimonial y su modificación” (Manuel Vázquez Montalbán, “Adriana Varela: o tango o cocaína”, El País, 1998).

¿Qué les dirías hoy a los protagonistas de este casi seguro triunfo, a Alberto, a Cristina, a Axel? Sobre todo, pensando en lo que se viene en el campo cultural, que fue un sector tan maltratado por el oficialismo.

Primero, que los quiero mucho, porque los conozco; y, en segundo lugar, que los apoyo a muerte y que cuentan conmigo. Seguiré estando de la vereda del pueblo, nunca de la vereda de enfrente, el campo cultural es lo popular. Yo no soy gestora ni me dedico a esas tareas, simplemente soy una artista y desde ahí opino; pero entiendo que no es casual que un gobierno como el de Cambiemos haya desfinanciado la cultura, es lógico y estoy segura de que lo volverían a hacer. Hay que revertir muchas cosas, una es esto, sin duda: educación y cultura son vitales para un proyecto de país inclusivo.

¿Y cómo ves la Ciudad de Buenos Aires? ¿Se le puede ganar a Larreta?

Para mí la ciudad está como maquilladita: no me gusta cómo está maquillada tampoco, porque nos llevamos por delante todo, y lo digo literal, como una mujer cualquiera, porque si no miro las veredas me caigo. No aguanto más los cortes amarillos por todos lados y, fundamentalmente, hay que ocuparse de lo esencial: los hospitales, las escuelas, la necesidad urgente de modificar las prioridades. Yo no sé si la gente piensa que la Ciudad de Buenos Aires es Recoleta, Palermo, Barrio Norte, pero la ciudad es mucho más amplia y debemos tener en cuenta lo que les pasa a los habitantes de todos los barrios. Desde ese punto de vista, pienso que se le puede ganar al Jefe de Gobierno. Teniendo en cuenta que haya una posibilidad de sensibilidad en los porteños: falta eso a veces, y se siente en las clases medias, sobre todo de la ciudad, aquello que decía Jauretche que la clase media cuando está mal vota bien y cuando está bien vota mal. Teniendo en cuenta eso, tal vez haya una esperanza ahora con esto que sucede hoy, que se elabore todo de una manera diferente.

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Siempre que se conversa con la Varela puede verse que el lenguaje forma parte de sus obsesiones. Como le dijera a Vázquez Montalbán: “aunque los tangos no tengan un contenido expresamente político, todos los tangos son de alguna manera comprometidos y son políticamente incorrectos. En estos tiempos tan difíciles en los que la pobreza, la marginación, la inseguridad y la exclusión son moneda corriente, el tango emerge como lo incorrecto, lo transgresor y por eso siempre vuelve porque el tango lleva su ambiente a cuestas. Y es universal, es el lenguaje más allá de la lengua, es rito, es paisaje, es pertenencia.” Un mundo de significados detrás de una artista con la que dan ganas de hablar toda la noche.