Casi religiosamente, cada tres años, el Estado de Israel bombardea Franja de Gaza. Durante esas tres semanas, Palestina ocupa los titulares de la prensa mundial. Pero si espiamos entre el ruido de las bombas aparecen los números que muestran las paupérrimas condiciones de vida a las que son sometidos por el bloqueo y la ocupación. En las siguientes líneas, entornamos un poco más la puerta y vemos cómo son las condiciones laborales en los territorios palestinos.
Una pequeña franja de tierra. Olvidada por Dios. Un hogar angosto, estrangulado entre el Sinaí, el Mediterráneo y el bloqueo militar del Estado de Israel. Manos que siguen asfixiando la garganta.
Y esa asfixia se puede resumir en una frase: “La tasa de desempleo en Gaza es la más elevada del mundo”. No lo dicen los palestinos, no lo dicen los que profesan un odio antiisraelí. Lo dice el informe anual de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre la situación de los trabajadores en los territorios árabes ocupados.
Los números: el desempleo en Gaza es del 41,1 por ciento, llega al 60 por ciento entre las mujeres y al 75 por ciento entre los graduados universitarios. En tanto que en Cisjordania llega a 17,3 por ciento y se extiende hasta el 26 por ciento entre las mujeres.
Las perspectivas más oscuras las enfrentan los jóvenes palestinos. La tasa de desempleo supera el 40 por ciento (36,4 entre los varones y 60,8 entre las mujeres). Además, el período de desempleo de la franja entre los 15 y los 29 años supera los dos años. Para la OIT esta parálisis “resulta muy perjudicial para las competencias y las perspectivas futuras de los jóvenes que se hallan actualmente en el mercado de trabajo y, en general, puede conducir a la marginación”. Y amplia: “El hecho de que la mayoría de los palestinos que participaron en la ola de violencia que se desató en septiembre de 2015 fueran jóvenes es una prueba de la frustración, la desafección y la desesperación generadas por la vida bajo la ocupación y por las escasas perspectivas económicas”.
El cerco es implacable. La ocupación israelí aprieta contra el Mediterráneo a 1.800.000 personas en una superficie de 385 km². Gaza tiene una densidad de 5.000 habitantes por/km², la mayor del mundo. El informe de la OIT indica que su demografía “impone la necesidad de construir cada año siete escuelas con capacidad para un millar de niños cada una de ellas”. Pero entre julio y agosto de 2014, cuando Israel realizó la Operación Margen Protector contra la Franja de Gaza, escuelas fueron bombardeadas. Entonces el Ministerio de Salud de Gaza informó de la muerte de 2.310 personas: un 70 por ciento eran civiles y de ellos, 500 eran niños. La constante de esos ataques es la pérdida de infraestructura básica para el desarrollo de la población gazatí.
Soñar la patria. Construir la nación. Aunque lo digan las Naciones Unidas, no está permitido para los palestinos, porque Israel, mediante la ocupación, el aumento de los asentamientos, el bloqueo económico y el uso de los recursos naturales de los palestinos, lo impide.
Esta situación explosiva obliga a la mitad de la población en los territorios palestinos a depender de la ayuda alimentaria proporcionada por el Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente (OOPS). En la actualidad, 900.000 personas (casi la mitad de los habitantes de Gaza) dependen del OOPS. En Cisjordania el panorama es similar: la mitad de sus habitantes (un millón) recibieron algún tipo de asistencia humanitaria en 2016.
“La ocupación ha seguido extendiéndose y es posible que Jerusalén Oriental pronto quede aislada del resto de Cisjordania. El desempleo, la pobreza, la falta de control sobre los recursos naturales y la economía, además de la precariedad de las finanzas, han mantenido la economía palestina en una situación en la que sigue estando en peligro de parálisis”, advierte el informe de la OIT.
Vivir, comer, dormir, soñar sabiendo que el propio hogar funciona como un campo de refugiados. La propia patria es cárcel. En 2006 comenzó el cerco a la Franja de Gaza que, junto con Cisjordania, constituyen los Territorios Palestinos.
Ilustración: Ana Celentano