Eduardo Toniolli junto con Juan Monteverde, candidato a primer constityente por Más para Santa Fe

Santa Fe inicia el año electoral en una jornada que incluye dos comicios. Por un lado, las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) locales, para definir a los candidatos que competirán de las elecciones generales de junio. Pero, a su vez, elegirá los 69 convencionales constituyentes que se reunirán en asamblea para reformar la Constitución provincial. En este proceso, conversamos con Eduardo Toniolli, diputado nacional e integrante del Movimiento Evita, sobre la situación de la provincia y los desafíos de ampliar el pobre debate constitucional que propone el gobernador, pero también acerca del horizonte político del peronismo y las fuerzas populares en esta nueva trama nacional.

Más allá de la relevancia que tiene una reforma constitucional, el gobierno provincial parece no agregarle espesor a ningún debate. ¿Se trata de que no tiene nada que discutir, más allá de la reelección, o de que no quiere transparentar otros debates que llevará a la convención?

Efectivamente, el gobierno no le ha puesto ningún tipo de ahínco, de ganas, a la convocatoria en términos públicos para la elección de convencionales constituyentes. Básicamente, porque pretende que sea un debate de la política con la política. El objetivo es uno solo: lograr la reelección del gobernador, cosa que está vedada hoy por la Constitución, y le interesa muy poco abrir un debate de cara a la sociedad, de cara a la comunidad. Tampoco le interesó hacerlo en la etapa previa a la aprobación de la ley que declara la necesidad de la reforma. Tenía los números, con los votos propios más algunos que le acercó una parte del peronismo, básicamente el sector de Perotti. Como ya lo tenía cerrado, la discusión en todo caso, se dio primero hacia adentro del frente Unidos y, después, desde ese frente con el sector de Perotti para consolidar la ley de necesidad. Se aprobó, y lo que sigue para el gobierno es la elección de los convencionales constituyentes, nada más. Todo lo otro hace ruido.

Un poco en esta lógica de no discutir más que la adhesión o no a una gestión de gobierno, Pullaro encabeza la lista de convencionales. ¿Cómo ves, a un año y medio de esa gestión, a la provincia? Las políticas del gobierno nacional, que impactan en la realidad de la provincia y frente a las cuales el gobernador no dice nada, ¿creés que le generan algún costo?

Pullaro encabeza la lista de convencionales constituyentes de su sector porque intenta conseguir una mayoría en esa convención constituyente para lograr su objetivo de habilitar la reelección sin que medie, para lograrla, un debate profundo sobre temas o aspectos de la constitución que se van a reformar. Entonces, cuanta menos información haya, la elección se va a parecer más a un plebiscito en torno a su gestión que a un debate sobre los aspectos a reformar. Por eso no hay campañas de difusión, no hay absolutamente nada, ni en la calle ni en los medios de comunicación.

La gestión provincial es una gestión básicamente de alineamiento, en lo que refiere a las políticas que está llevando adelante el gobierno nacional, tanto en cuanto a las políticas públicas como en gran parte de la gestualidad que sostiene el gobierno de Milei. Un ejemplo concreto ha sido el impulso de una reforma previsional de carácter regresiva en la provincia de Santa Fe, en contra de los trabajadores del Estado, los activos y los pasivos. Reforma que no era necesaria, básicamente, porque el 85 por ciento del déficit de la caja provincial –que es lo que sirvió para justificala– se explica por la deuda previsional que mantiene Nación con la provincia. Entonces, Pullaro, para no tener que enfrentarse al gobierno nacional, lo que hace es ajustar para abajo. Y para marcar no solo este acompañamiento a las políticas públicas, sino a cierta gestualidad, todo esto fue acompañado de un discurso persistente durante todo el año pasado de ataque a los trabajadores del Estado. En ese caso, a todos los trabajadores del Estado, mientras que, en otros conflictos puntuales, hubo un ataque dirigido a los docentes y otros grupos.

Yo creo que este alineamiento, así como el silencio provincial con respecto a las políticas de entrega, de hambre, de desocupación, de destrucción del entramado productivo que sostiene el gobierno nacional, tienen que ver, mayoritariamente, con una especulación electoral. Pullaro considera que parte de su electorado lo comparte con Milei y que, por lo tanto, enfrentarse al gobierno nacional puede redundar en un enfrentamiento con ese electorado compartido o de migración hacia otras fórmulas.

Hace un tiempo dijiste en una nota que la actual crisis política del peronismo y del campo popular en general no tiene solo que ver con la derrota del 2023, sino también con el agotamiento de la respuesta política que se inició después del 2001. También planteabas que el foco estará más en las fuerzas sociales que en una respuesta política en la lógica en que se vino desarrollando hasta ahora. ¿El proceso que ustedes empezaron va en esta línea, en la articulación entre las formas de respuesta social y un nuevo tipo de vinculación con el orden político?

Creo que lo que le pasó al peronismo, que explica en parte el triunfo de Milei, no es exclusivamente haber hecho un mal gobierno. Eso es, para muchos sectores, una manera de autojustificarse. Al decir que hubo un mal gobierno, en general, quienes sostiene que ese es el único problema, lo pone como el gobierno de otros, no propio, y entonces listo, se terminó la discusión. Yo creo que el tema es mucho más profundo. Que hay una crisis del modelo económico, político, social que parió el peronismo y el movimiento nacional como respuesta al estallido del 2001. Que tuvo sus luces y sus sombras, sus pros y sus contras, porque es el modelo de derrame inducido de las commodities y de la inclusión fundamentalmente a través del consumo. Eso llegó a un agotamiento y, en algún momento de la última etapa del gobierno de Alberto, hubo una fuerte discusión instalada por sectores del peronismo con una crítica desde una mirada “productivista”, con la idea de que un gobierno del peronismo no solo tenía que trabajar en función de distribuir, sino también introducir la discusión sobre el desarrollo y sobre el crecimiento. Cosa que me parece interesante, pero creo que le falta una tercera pata. A la discusión sobre la distribución y el desarrollo, hay que agregarle la discusión sobre la dependencia, sino todo lo otro queda de alguna manera corto.

Y creo, a su vez, que ese proceso de revisión no tiene que ser de la política para la política, de políticos profesionales con políticos profesionales, sino de la dirigencia, del peronismo, del movimiento nacional, pero también de las representaciones sociales organizadas, de los sindicatos, de las organizaciones comunitarias, de los movimientos juveniles, del movimiento de mujeres. De determinados actores a los que el peronismo tiene que dejar de pensar solo en términos de representación. Creo que el peronismo tiene no solo que representar, sino volver a expresar. Y expresar es otra cosa, es integrar con protagonismo. Esa es una discusión que, si tomamos como ejemplo la discusión del año pasado de las autoridades del Partido Justicialista, no apareció. Esta última fue una discusión que no tuvo nada que ver con un proceso de buscar expresar, sino con una lógica de cúpulas políticas.

Finalmente, ¿qué expectativas tienen ustedes para las elecciones del próximo domingo?

Las elecciones del 13 son dos elecciones: elecciones locales y elecciones de constituyentes. Tengo muchas expectativas, fundamentalmente porque hemos podido construir una propuesta amplia, que es lo que veníamos tratando de discutir hacia adentro del peronismo. Una unidad, que no es unánime, porque hay otros sectores que van en otros esquemas, pero sí es de una enorme conjunción de sectores políticos, sociales, gremiales, y que combina estas ideas: la idea de unidad y la idea de renovación. Y esos son los debates que el peronismo debe empezar a poder tener de cara a la comunidad. Creo que vamos a hacer una gran elección.