Hace algunos días, el 28 de agosto, el presidente francés Emmanuel Macron dijo en la Conferencia Anual de Embajadores en París: “Burkina Faso, Mali y Níger existen solo gracias a Francia”. El colonialismo ha contaminado tanto la mente de la clase política, militar y económica de Europa que ven a los pueblos que se rebelan como salvajes que deben ser aleccionados.

Señor Macron, usted es un cínico, un ignorante o ambos. Estamos en 2023, siglo XXI, pero sus declaraciones son propias del siglo XVII. ¿No leyó la Dialéctica del Amo y el Esclavo de Hegel, que sostiene que es el amo el que pierde su razón de ser sin la existencia del esclavo? ¿Acaso eso es lo que lo atormenta, saber que África ya no es su patio trasero? ¿Tampoco leyó El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad que desnuda las justificaciones de las potencias coloniales para explotar y exterminar a las “razas inferiores”, o a Cunninghame Graham, que dijo en 1898: “Independientemente de cómo actuemos parecería que tan solo con nuestra presencia nos tornamos en una maldición para todos los pueblos que han conservado su humanidad original”?

Señor Macron, usted es un cínico, un ignorante o ambos. Porque como bien sabe, el imperio colonial francés se extendió por todo el mundo. Ocupó países en todo el globo —diecinueve en África, ocho en Asia y ocho en América— y aún hoy domina dieciséis territorios de ultramar en el Caribe, el Pacífico y el Índico. En total fueron más de sesenta las zonas avasalladas. Su país expolió esos territorios esclavizando a hombres y mujeres. Las potencias arrancaron a diez millones de africanos de su terruño y los llevaron a América para enriquecer a base de sangre y muerte al mundo occidental; muy pocos de ellos sobrevivieron. La Francia que usted celebra está hecha a base de genocidios. Las palabras de Hannah Arendt en Los orígenes del totalitarismo le calzan perfecto: “El imperialismo necesita del racismo como la única excusa posible de sus actos”.

Señor Macron, usted es un cínico, un ignorante o ambos. Seguro está informado de la conferencia celebrada en Berlín en 1885, convocada por Francia e Inglaterra. Ninguno de los catorce países presentes conocía África, pero se lo repartieron arbitrariamente desconociendo historias, etnias y geografías. Tomaron un mapa y sobre él trazaron fronteras. Por eso las líneas son rectas. No tenían idea si cartografiaban partiendo a la mitad una montaña, un río o un pueblo. “A mediados del siglo XIX empezaron los barcos a vapor a llevar cañones europeos al interior de Asia y de África. Con ellos se iniciaba una nueva época en la historia del racismo. Muchísimos europeos interpretaban esta superioridad militar como una superioridad intelectual o, aún, biológica. ¿Que sentía el rey de Benin cuando era perseguido por en los bosques como un animal salvaje, mientras su capital estaba envuelta en llamas? ¿Qué sintió el rey Ashante cuando, arrastrándose, se acercaba a las cajas de bizcochos para besar las botas de los señores británicos? Nadie se lo preguntó. Nadie escuchó a los que habían sido sometidos por los dioses de las armas. Solamente, alguna rara vez, les oímos decir algo”, escruta Sven Lindqvist en Exterminad a todos los salvajes. “Algún día la historia tendrá la palabra. No la historia enseñada por las Naciones Unidas, Washington, París o Bruselas. África escribirá su propia historia”, dijo el mártir Patrice Lumumba.

Señor Macron, usted es un cínico, un ignorante o ambos. Debe creer que la revolución más importante del mundo es la francesa, que le permitió al mundo salir del “oscurantismo”. Bueno. La famosa Declaración Universal de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, que aún citan como ejemplo de las libertades otorgadas, también incluía la “libertad” de tener esclavos. Así funciona el ombligo del mundo. Lamento decirle que no, que la revolución más radical de la historia fue la de Saint-Domingue (Haití), la colonia más productiva y rica de Francia. Le recomiendo, si su orgullo lo permite, que lea La oscuridad y las luces de Eduardo Grüner: “Haití produjo uno de los experimentos revolucionarios más radicales y originales de la historia moderna desde un punto de vista no solo de la formalidad institucional, sino socioeconómica y cultural realmente profundo. Un violento cachetazo lanzado al rostro de las potencias colonialistas-esclavistas de Europa y una inspiración para los futuros movimientos de liberación africanos y latinoamericanos. No hay en toda Latinoamérica otro ejemplo de una nueva nación avanzada que haya sido tan sistemática y concienzudamente destruida por unas potencias imperiales que no podían tolerar la subsistencia ejemplar de semejante vanguardia mundial”.

Señor Macron, usted es un cínico, un ignorante o ambos. Pero le habrán contado cómo los echaron a patadas de Indochina y cómo ese mismo año (1954) el pueblo argelino se rebeló contra el dominio francés. Casi un millón de soldados, tropas de elites y legionarios se instalaron allí para sofocar al Frente de Liberación Nacional. No dejaron artículo de la Convención de Ginebra sin violar: detenciones masivas, asesinatos, torturas, violaciones, minas antipersonales de fragmentación, bombardeos a poblaciones civiles y sigue la lista de atrocidades. Un botón de muestra: en 1958 atacaron un campo de refugiados argelinos en Túnez, un convoy de la Cruz Roja y una escuela en plena hora de clase matando a todos los alumnos y profesores. “Durante cincuenta minutos, los franceses mantuvieron un bombardeo en picada de la ciudad fronteriza. Volví corriendo a la aldea atacada. La escena era de total horror. Los cadáveres y los cuerpos de los moribundos yacían por las calles, personas gravemente heridas vagaban perdidas entre los escombros. Había niños desesperados llamando a gritos a sus madres; mujeres buscando a sus hijos y familiares. Fueron horas de terror”, declaró el general sueco Gösta Heuman, que integraba el convoy de la Cruz Roja, al diario Dagens Nyheter.

Señor Macron, usted es un cínico, un ignorante o ambos. “En la Argentina recibimos primero la influencia francesa y luego la norteamericana, aplicando cada una por separado y luego juntas, tomando conceptos de ambas, hasta que llegó un momento en que predominó la norteamericana. Es necesario aclarar que el enfoque francés era más correcto que el norteamericano; aquel apuntaba a la concepción global y éste al hecho militar exclusivamente o casi exclusivamente. Todo esto hasta que llegó el momento en que asumimos nuestra mayoría de edad y aplicamos nuestra propia doctrina, que en definitiva permitió lograr la victoria argentina contra la subversión armada”. ¿Sabe quién dijo esto, señor Macron? Fue Ramón Camps, uno de los jerarcas más sanguinarios de la dictadura militar argentina, condenado por crímenes de lesa humanidad. Lo declaró el 4 de enero de 1981 a La Prensa. Señor Macron, ¿también los latinoamericanos existimos gracias a los métodos de exterminio de la Escuela Militar Francesa que “enseñó” en el Cono Sur en la segunda mitad del siglo XX?

Señor Macron, usted es un cínico, un ignorante o ambos. En 1983 Alto Volta era uno de los países más pobres del planeta. Desempleo masivo, mortalidad infantil, una esperanza de vida de cuarenta años, noventa y ocho por ciento de analfabetismo. Quien comenzó a revertir ese legado colonial y de sus gobiernos títeres fue el líder revolucionario Thomas Sankara. En apenas cuatro años inició un camino autónomo, rebautizó al país Burkina Faso –“Tierra de hombres íntegros”– con una política exterior soberana y antiimperialista y una administración austera con justicia social. “Acá hay que elegir si habrá champagne para pocos o agua potable para todos”, bramó. La Françafrique, una alianza espuria entre Francia y las elites locales para impedir la ruptura de los lazos coloniales, organizó el asesinato del Che Africano. El 15 de octubre de 1987, un comando armado atacó el Consejo de la Entente de Uagadugú, la sede de gobierno. Sankara y sus colaboradores fueron masacrados y enterrados en fosas comunes. Señor Macron, desclasifique los documentos de este acto vergonzoso de su país. “Los hacemos volar en mil pedazos. Civilizamos con explosiones. Aquí yacen los civilizados, en largas y silenciosas hileras”, graficó el poeta Bo Bergman.

Señor Macron, usted es un cínico, un ignorante o ambos. Cómo olvidar que en 1838 su país invadió y bloqueó a Argentina. O que México fue víctima de las apetencias coloniales galas durante décadas, como cuando su flota cañoneó Veracruz en 1838, o cuando la invadió en 1863 e impuso al archiduque Maximiliano de Habsburgo de Austria como monarca imperial. En fin, podríamos continuar con el listado de atrocidades y genocidios cometidos por Francia a lo largo de la historia, pero ocuparía cientos de tomos. No sé si leyó al cubano Alejo Carpentier: en su novela El siglo de las luces, Esteban, un joven idealista, dice: “Nos hacen traducir al español una Declaración de los Derechos del Hombre, de cuyos diecisiete principios violan doce cada día”.

Listado de colonias francesas

África: Argelia, Marruecos, Túnez, Mauritania Senegal, Guinea, Costa de Marfil, Níger, Alto Volta (Burkina Faso), Dahomey (Benin), Sudán francés (Malí), Gabón, Congo francés, Chad, Camerún, Madagascar, Seychelles, Mauricio, Comoras, Mayotte (continúa siendo colonia), Reunión (continúa siendo colonia), Kerguelen (continúa siendo colonia), Isla San Pablo (continúa siendo colonia), Isla Ámsterdam (continúa siendo colonia), Islas Crozet (continúa siendo colonia), Isla Europa (continúa siendo colonia), Isla Juan de Nova (continúa siendo colonia), Islas Gloriosas (continúa siendo colonia), Tromelin (continúa siendo colonia), Somalia y Santa Elena (continúa siendo colonia).

Asia: Siria, Líbano, India francesa, Indochina, Cochinchina, Tonkín, Annam (hoy son parte de Vietnam), Camboya, Laos, y enclaves en China.

Caribe: Dominica, Santa Lucía, Granada, Saint-Domingue (Haití), Trinidad y Tobago, Islas Vírgenes, Martinica (continúa siendo colonia), Guadalupe (continúa siendo colonia), San Bartolomé (continúa siendo colonia), San Martín (continúa siendo colonia).

América del Sur: Francia Antártica (hoy es Rio de Janeiro), Guayana Francesa (continúa siendo colonia).

América del Norte: Canadá, Luisiana, San Pedro y Miquelón (continúa siendo colonia).

Oceanía: Nuevas Hébridas (actual Vanuatu), Nueva Caledonia (continúa siendo colonia), Polinesia (continúa siendo colonia), Wallis y Futuna (continúa siendo colonia) e Isla Clipperton (continúa siendo colonia).