A dos días de las elecciones, la tapa de Folha de S. Paulo es elocuente: Lula da Silva alcanza el 50% de los votos válidos contra el 36% de Jair Bolsonaro. Si el Partido de los Trabajadores (PT) ya reúne la mitad de las voluntades, hay que añadir el siguiente dato: el 52% de los consultados afirma que jamás votaría por el actual mandatario, frente al 39% que nunca optaría por el expresidente. Otro punto a tener en cuenta: el 67% teme ser agredido por su opinión política. Estos datos provienen de la última encuesta de Datafolha publicada el día 29.

El bolsonarismo ha utilizado como práctica en esta campaña y en su gobierno la intimidación, el discurso de odio y el ataque al sistema electoral. Al estilo Trump, esta semana el Partido Liberal (PL) publicó una carta que pone en duda la “seguridad de los comicios”; la respuesta vino por parte del Tribunal Supremo Electoral, que acusó a la formación de Bolsonaro de fabricar un informe “mentiroso” para “perturbar” las elecciones. A pesar de esto, en primer o segundo turno, será el fin de la experiencia ultraderechista en el Palacio Planalto.

Tal clima ha multiplicado las expresiones de violencia por parte de los ultrabolsonaristas. Esta semana un hombre caminó por las calles de São Paulo con una escopeta pidiéndole a Bolsonaro que de este domingo un golpe contra el Congreso y la Corte Suprema. Al respecto, se conoció ese miércoles que desde un teléfono del gobierno de Paraná se enviaron 324.818 mensajes de Whatsapp con mensajes de texto de apoyo al presidente y con amenazas al Supremo Tribunal Federal.

También en la tapa de Folha de S.Paulo, debajo de la encuesta que da la victoria a Lula, se observa la foto con los siete candidatos a la presidencia que participaron en la noche del jueves del último debate en la Red O Globo. El encuentro, que se extendió hasta las 2:30 de la mañana, mostró en “derechos de réplica” intensos cruces entre Lula y Bolsonaro, y este último fue advertido en varias ocasiones por el moderador por saltarse las reglas del juego.

Bolsonaro, de flojo desempeño, apeló a la descalificación y el lenguaje agresivo al llamar al líder del PT como “exconvicto”, “mentiroso” o “traidor”. La respuesta fue elocuente: “Es insano que un presidente venga a un debate a hacer esto, es una desfachatez. Estoy incomodo de pedir todo el tiempo derecho de réplica, pero no es posible convivir con alguien con cara de piedra. La gente te mandará a tu casa el 2 de octubre”.

Sin embargo, Bolsonaro evitó confrontar con el expresidente y utilizó para eso a Kelmon Da Silva Souza, un sacerdote ortodoxo, acusado de ser un falso miembro de la Iglesia. Con un discurso arcaico, todos sus ataques fueron contra Lula, el PT, y la izquierda. Es considerado un candidato “testaferro” (padre laranja) de Bolsonaro. Se multiplicaron los memes hacia él en las redes cuando Soraya Thronicke (Unión Brasil) lo llamó despectivamente “padre de fiesta junina”.

La irregular participación de Ciro Gomes (6%), candidato del Partido Democrático de los Trabajadores (PDT), quien priorizó atacar a Lula, puede favorecer el llamado “voto útil”, es decir, que una porción de sus votos vaya para el candidato petista. En contraposición, la sólida presentación de Simone Tebet, candidata del Movimiento Democrático Brasileño (MDB), hoy con el 5% de los votos, puede arrebatarle el tercer lugar al exgobernador de Ceará.

Tal como ocurrió en la elección de 2018, los últimos días evidenciaron una mudanza de votos hacia los candidatos principales. Los cinco aspirantes menores concentran un 14% de los votos. ¿Cuántos de esos votos pueden cambiar a último momento? Un dato que estimula la opción del PT de ganar en primera vuelta es que encabeza las intenciones en el Estado de São Paulo, históricamente adverso, con el 41% frente al 34% de Bolsonaro. También está arriba en regiones claves como Minas Gerais y Rio de Janeiro.

Según la encuesta QUAEST, Lula lidera entre los sectores más pobres. En la población de hasta un salario mínimo obtiene el 68% contra el 16% de Bolsonaro. En la franja de uno a dos salarios, es 54% contra 22%. En cambio, los que ganan más de cinco salarios le dan al actual mandatario el 54% frente al 26% del expresidente.

Datafolha muestra también la fidelidad del voto evangélico para con Bolsonaro, que llega al 50%, mientras que el 30% se inclina por Lula.

Cabe señalar que, además del voto evangélico, el elector de Bolsonaro es blanco, de clase media, de zona sur, pero que también se ha fortalecido al interior de la región oeste, la del llamado “agronegocio” y de las grandes haciendas. Por el contrario, es derrotado largamente por Lula en las ciudades.

“Tá tudo caro – culpa do Bolsocaro!”: las críticas contra Bolsonaro han aumentado este año

156 millones de personas están habilitadas para votar: es la cuarta elección más grande del mundo y, por la implicancia geopolítica de Brasil, unos comicios vitales en la disputa global contra la ultraderecha.

Varios hitos podrían ocurrir por primera vez este 2 de octubre: el PT podría ganar sin necesidad de recurrir a una segunda vuelta, un presidente perdería su reelección y una misma persona ocuparía por tercera vez la primera magistratura del país desde la recuperación de la democracia.

Una pintada en las calles de São Paulo da cuenta del tenor de lo que se juega el domingo: “O nosso pesadelo vai acabar!”. La pesadilla va a terminar.