Juanita Viale en TN defendiendo a Israel de sus ataques a Gaza. No imagino un ejemplo tan sombrío de la deriva de los medios masivos, que se suma al habitual desinterés y provincianismo para tratar de entender conflictos complejos del escenario internacional. Ni hablar, por supuesto, de enviar un corresponsal a terreno. ¡Para qué! Si sacar a “un argentino desde su bunker en Tel-Aviv” sale gratis.

Clarín tituló en tapa el domingo 16 de mayo: “Israel destruyó un edificio de la prensa que también usaba Hamas (elude decir que se trataba de su canal de noticias)”. “Estamos impactados y consternados de que las fuerzas armadas israelíes hayan atacado y destruido el edificio que albergaba las corresponsalías de la AP y de otras organizaciones de prensa en Gaza”, dijo la agencia de noticias estadounidense Associated Press en un comunicado. Curioso también que a los adalides de la libertad de expresión esto no les haya parecido un cercenamiento de la misma.

Aquí no quiero hacer un análisis de situación general e histórica; hay muchos que lo hacen mejor que yo. Pero sí tengo algunas preguntas básicas sobre la cobertura de los acontecimientos y las razones por las que se los oculta deliberadamente.

¿Por qué se calla que la Franja de Gaza padece hace catorce años un bloqueo económico-militar por agua, aire y tierra por parte de Israel?

¿Por qué no se informa que la población palestina padece desde 1967 la ocupación militar y la quita sistemática de sus tierras?

¿Por qué dicen que Israel “solo” se está defendiendo de las agresiones de Hamas e ignoran las brutales acciones de las fuerzas militares en la mezquita de Al-Aqsa de Jerusalén?

¿Por qué se toma por válida la versión de que apenas es una “disputa inmobiliaria” en el barrio Sheij Jarrah en Jerusalén Este, cuando en realidad se trata de la expulsión de los palestinos ​​de sus hogares familiares por colonos israelíes, algo prohibido taxativamente por Naciones Unidas ya que constituye un desplazamiento étnico de carácter forzado?

¿Por qué se insiste en poner en igualdad de condiciones a un Estado ocupante y colonial frente a otro al que se le impide ser? ¿Acaso la cifra de asesinados no alcanza para entender la asimetría? (En Gaza: 213 personas muertas y 1.250 heridas; en Israel: 10 personas muertas y 300 heridas).

¿Por qué no se atreven a preguntarse por las 42.000 personas que quedaron sin hogar en Gaza por los bombardeos de Israel?

¿Por qué desaparece del análisis de la prensa hegemónica que la escena política israelí está dominada por una extrema derecha cuyo racismo y odio se ha convertido en política de Estado, que pretende ocupar Gaza y Cisjordania, “judaizar” Jerusalén Este y exterminar toda identidad palestina?

Una de las organizaciones de derechos humanos más respetadas de Israel, B’Tselem, publicó en enero de 2020 un informe considerado histórico, ya que por primera vez acusaba al Estado de Israel de aplicar una política de “apartheid” contra los palestinos alentando la “supremacía judía”.

La ONG también sostiene que Israel pretende la anexión total de la Palestina del mandato británico (1918-1948) mediante “un sistema político que gobierna sus vidas y determina su futuro”. Y subraya: “Un principio organizativo descansa sobre la base de un amplio número de políticas israelíes: avanzar y perpetuar la supremacía de un grupo –los judíos– sobre otro –los palestinos”.

B’Tselem amplia: “Israel no es una democracia con una ocupación temporal; es un régimen que va desde el río Jordán al mar Mediterráneo, y se debe observar toda la imagen y ver lo que en realidad es: apartheid”.

Hasta Human Rights Watch (HRW) sacó a fines de abril de este año un informe titulado “Se cruzó una línea”, en el que denuncian que “las políticas israelíes abusivas constituyen crímenes de apartheid y persecución”.

“Voces prominentes han advertido durante años que el apartheid acecha a la vuelta de la esquina si la trayectoria del gobierno de Israel sobre los palestinos no cambia”, dijo Kenneth Roth, director ejecutivo de HRW. “Este estudio detallado muestra que las autoridades israelíes ya han doblado esa esquina y hoy están cometiendo los crímenes de lesa humanidad del apartheid y la persecución”.

El informe recuerda que “la prohibición contra la discriminación y la opresión institucional particularmente severa o el apartheid constituyen un principio fundamental del derecho internacional. La Convención Internacional sobre la Represión y el Castigo del Crimen de Apartheid de 1973 y el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (CPI) de 1998 lo definen como un crimen de lesa humanidad que consta de tres elementos principales: intento de mantener el dominio de un grupo racial sobre otro; un contexto de opresión sistemática por parte del grupo dominante sobre el grupo marginado; actos inhumanos”.

El término que se usó inicialmente con Sudáfrica hoy se aplica a Israel. “Esto es Apartheid”, aunque los medios lo escondan debajo de la alfombra.