Los resultados de las PASO son un punto de partida ineludible para entender lo que pueda pasar en Chubut en la elección a la gobernación. El 7 de abril pasado, el candidato más votado fue Mariano Arcioni, actual gobernador de la provincia, tras el fallecimiento de Mario Das Neves en 2017. El frente electoral con más sufragios fue el del peronismo, espacio que llegó dividido a las primarias con tres candidatos. El ganador de esa interna abierta fue Carlos Linares, intendente de Comodoro Rivadavia, hoy único con chances –mínimas– de poder vencer al actual oficialismo provincial. El candidato de Cambiemos Gustavo Menna fue el tercero más votado, con una performance muy por debajo de las de su desempeño en las elecciones de medio término que lo llevaron al Congreso de la Nación. Con ese escenario como antesala, este domingo 9 de junio 439.163 chubutenses tendrán chance de emitir su voto y elegir a quienes conduzcan los destinos de la provincia los próximos cuatro años.
Una campaña fría
En líneas generales la campaña electoral no alcanzó nunca la temperatura de otras veces. Fue más bien “limpia” y, salvo contadas excepciones en las que cuestiones personales y trascendidos circularon por las redes sociales, todo se desarrolló con normalidad. Quizás el adelantamiento del turno electoral, la apatía ciudadana del clima de época y la falta de liderazgo carismático de todos los candidatos puedan ser factor explicativo de cómo se llega a esta elección.
Arcioni hizo hincapié en su gestión señalando que fue un buen administrador en tiempos de vacas flacas. Denunció haber recibido una provincia quebrada y, después de un largo periodo de congelamiento salarial y pago diferido –algunos empleados públicos llegaron a cobrar con 30 días de demora–, empezó a depositar en término los salarios (con algunas excepciones) y abrió la canilla de las paritarias y otorgó importantes aumentos a los trabajadores provinciales. Situación que genera hoy alerta: algunos dudan que pueda hacer frente a los compromisos cuando haya que pagar los aguinaldos en apenas unos días.
Linares en cambio fue el más vehemente. Gran parte de su campaña la dedicó a criticar la gestión provincial haciendo hincapié en temas sensibles para la comunidad: falta de insumos en hospitales, comisarías y mantenimiento de escuelas (muchas de ellas sin clases por falta de calefacción). Además apuntó contra funcionarios y exfuncionarios imputados en causas de corrupción. Apenas un dato: días después de las Primarias tuvo que renunciar la Ministra de Educación provincial. Envuelta en un caso de sobreprecios en el mantenimiento de establecimientos escolares, dio legitimidad a ese planteo, aunque eso no impidió que se mantenga como candidata a diputada provincial por el oficialismo. Recién en el tramo final de su campaña el intendente de Comodoro enfocó en objetivos de comunicación más propositivos: hizo de su gestión municipal el espejo en donde proyectar su mandato si llegara a ganar las elecciones a gobernador.
Menna, el tercero en cuestión, más allá de sus virtudes personales y su trayectoria como dirigente importante del radicalismo chubutense, no pudo morigerar el impacto negativísimo de la figura de Macri en Chubut. Con palabras precisas y lenguaje letrado, el actual diputado nacional por Cambiemos fue muy crítico de la gestión actual de Mariano Arcioni, pero también de todos sus predecesores peronistas. No pudo contra la inercia de la gestión cambiemita y llega a las elecciones con la magra expectativa de que su coalición no pierda representación legislativa (hoy con 3 de los 27 diputadxs provinciales).
Sorpresas y reacomodamientos de escala nacional
Alberto Fernández es un hombre conocido en Chubut. Estuvo en varias oportunidades durante todo 2018 con una intensa agenda política. Es sabido en la provincia que fue él quien intentó lo imposible antes de las PASO. Su idea y la de Cristina, dicen, era que Linares y Arcioni se pusieran de acuerdo para establecer reglas de juego comunes y de esa manera enfrentar a Cambiemos con un solo frente electoral. No sucedió. Hubiese sido el primer acuerdo entre el kirchnerismo y el massismo.
La irrupción de la fórmula que lo lleva como candidato a presidente resultó un sacudón para el escenario político nacional. En Chubut, como no podía ser de otra manera, tuvo sus efectos. Como era de esperar, el peronismo salió rápidamente a buscar “la foto” con Alberto. Linares hizo mil kilómetros por tierra para llegar al primer acto de campaña en Río Gallegos. Tuvo su placa. Procuraba con ello monopolizar la representación del peronismo. Le sumó.
Sin embargo, del lado de Arcioni también hubo encuentro. Jorge “Loma” Ávila, Secretario General de Petroleros Privados y pilar fundamental en la coalición política del oficialismo provincial, estuvo reunido con Fernández para respaldar su candidatura a presidente. Y, aunque el actual gobernador prefiera no referirse a lo que pueda ocurrir a nivel nacional, el gremio más importante de la provincia lo va a condicionar para que “juegue ahí”. Otros sectores de su armado político –que incluye exradicales, pachistas y dasnevistas– prefieren que Arcioni mantenga su construcción estrictamente provincial e incluso vaya a las elecciones de agosto y octubre sin candidato a presidente.
Las definiciones no podrán demorarse. Apenas tres días después de conocer los resultados provinciales habrá que definir los frentes electorales que, además de las categorías nacionales, deberán establecer las alianzas que disputen muchas intendencias, incluida la de Comodoro Rivadavia, la ciudad más importante de la provincia.
Las elecciones en Chubut parecen hoy una película vieja. Cambió el escenario político, pero los actores siguen guiados por viejas internas que dividen al campo popular.