El 8 de noviembre, convocados por los cinco sindicatos nucleados en la SAU (Sindicatos Aeronáuticos Unidos) –la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA), la Unión de Aviadores de Líneas Aéreas (UALA), la Asociación del Personal Técnico Aeronáutico (APTA), la Unión de Personal Superior Aeronáutico (UPSA) y la Asociación del Personal Técnico (APA)– los trabajadores de Aerolíneas Argentinas se congregaron en asambleas en reclamo de la aplicación de la cláusula gatillo del 6,5 por ciento pactada en la última paritaria. La administración de la empresa respondió con la suspensión de 376 trabajadores por participar en las asambleas. El conflicto recrudeció y, cuando los gremios decidieron realizar un paro de actividades el lunes 26 de noviembre en reclamo de la actualización salarial y en contra de las suspensiones, la empresa contraatacó cancelando todos los vuelos programados, en lugar de dictar la conciliación obligatoria.
El Ministerio de Transporte, Guillermo Dietrich, aprovechó el conflicto para cuestionar la representatividad de los dirigentes sindicales, a quienes diferenció de los empleados de la empresa quienes, según dijo, “no quiere hacer paro en Aerolíneas”. Sobre las declaraciones de Dietrich, las políticas hacia la línea de bandera y las acciones de los sindicatos aeronáuticos, hablamos con Gabriel Mocho Rodríguez, Secretario Global de Aviación Civil de la International Transport Workers’ Federation (ITF).
¿Cuál es tu opinión respecto al conflicto que atraviesan los cinco gremios de Aerolíneas Argentinas, y la posición del Ministro de Transporte que argumenta un problema de productividad en la línea aérea de bandera?
Es interesante la centralidad del tema de la productividad en Aerolíneas Argentinas, porque exige una discusión en base a los ingresos y los gastos de la empresa. La conducción actual de Aerolíneas entiende esa relación en el peor de los sentidos. Pongamos de ejemplo una ruta como Barcelona, que iba llena de pasajeros, es decir, entre un ochenta y un cien por ciento de ocupación: entendiendo que lo recaudado en tarifas no sea un ingreso tan bueno de acuerdo a los costos de la rama aeronáutica, como sucede en todo el mundo, el foco de la competitividad radicaba automáticamente en la comercialización, la oferta y la venta de los boletos. El hecho de que esa ruta a Barcelona ahora la ofrezca Fly Level, la low cost de Iberia, con personal de Iberia, no implica productividad para Aerolíneas, no es que se creó una línea aérea low cost nueva. Level es de Iberia y se vuela en las condiciones de Iberia, o sea que con quien compite Aerolíneas en la ruta Buenos Aires-Barcelona es con Iberia con un cartelito nuevo que se llama Level. Aerolíneas pudo tomar la oportunidad de ofertar su propio bajo costo a Barcelona, pero no la aprovechó justamente argumentando que el tramo no era productivo. La productividad se mide en ingresos versus egresos; y, si no cuidaron los ingresos, dejando de competir intensivamente en varias rutas, los gastos solo aumentan y no se producen buenos resultados. Lo que hace pensar seriamente si esta administración quiere verdaderamente que Aerolíneas sea superavitaria y exitosa.
Sabemos de tu trayectoria en los noventa como parte de la conducción de la Asociación Argentina de Aeronavegantes y la fuerte lucha en la que participaste contra la privatización de Aerolíneas Argentinas de aquel momento. Posteriormente, desarrollaste una amplia carrera en el ámbito aeronáutico mundial, primero con tu cargo en la ITF de la Región con sede en Brasil y hace unos años desde la propia Internacional en Londres. Desde esa trayectoria, ¿cómo lees las declaraciones del empresario Guillermo Dietrich, hoy ministro de Transporte, cuando plantea que el “problema de Aerolíneas es la dirigencia sindical que ve al mundo aéreo como hace cincuenta años”?
La compañía cree que atropellando a los sindicatos puede mejorar la productividad o sacar un mejor resultado, y no hay nada mas lejos de la realidad. En todos los casos de aviación civil del mundo la negociación colectiva con los sindicatos ha hecho prosperar no solo las relaciones laborales sino la propia institucionalidad y productividad de las empresas. Ryan Air, la compañía más grande de Europa, intentó evadir a los sindicatos y hoy está en un proceso de recomposición con la relación sindical, porque comprende que la conflictividad no solo es pérdida económica, sino descalificación de su propio personal y por lo tanto de la propia empresa.
Los argumentos de la actual administración de Aerolíneas Argentinas son que la empresa es deficitaria, que la negociación salarial está desvinculada del contexto de negocio, que los convenios colectivos de trabajo con los gremios deben actualizarse para que la empresa logre “déficit cero” en la gestión. De acuerdo a tu experiencia internacional, ¿cuál es tu opinión al respecto?
En ese sentido, es interesante remarcar la diferencia entre el management de Constantini y el actual. La gestión de Constantini apuntó al crecimiento, a la inversión, a ir reduciendo el déficit de la compañía tomando oportunidades y no rechazando oportunidades de ampliación de la cartera. A la vez, ese management no presentó ningún impedimento a la mesa de diálogo con los sindicatos. No podemos negar la experiencia gerenciadora de Isela Constantini en cuanto al manejo y productividad de empresas y, en el caso de Aerolíneas específicamente, su estrategia basada inteligentemente en dos pilares. Por un lado, su relación con los sindicatos para aprovechar la oportunidad de miles de trabajadores “con la camiseta de la empresa puesta y dispuestos siempre a pelear por la compañía” –estoy repitiendo lo dicho por ella–. Por otro lado, un modelo de crecimiento de la empresa más agresivo, modernizando la cuestión de la venta, aproximándose a los nuevos mercados –sobre todo a Europa– y viendo al subsidio del Estado como una inversión que iba a tener que ir reduciéndose a medida que la compañía fuera generando sus propios ingresos, su propia ganancia.
Cuando vemos esta diferencia entre la administración de Constantini y el del actual grupo de gerenciamiento, nos damos claramente cuenta que el problema en Aerolíneas Argentinas no es una cuestión de productividad, ni es una cuestión de pérdida del Estado. Es más claramente una cuestión de estrategia y de objetivo final de la empresa. Constantini tenía el objetivo de sacar la empresa adelante y reducir los subsidios: para eso la llamaron. Lo que no le aclararon cuando la llamaron era que, en el camino, iba a tener que hacer unos trabajos sucios, que es lo que no se prestó a hacer. Por ejemplo, cortar el diálogo con los sindicatos o espiar los perfiles de Facebook de los trabajadores y despedir a los que pertenecían a una ideología en particular que no era la del gobierno actual. Cuando quisieron cambiar ese estilo de administración que Isela había propuesto es que todos comenzamos a sospechar si el gobierno sinceramente apunta a la reducción de los subsidios y al crecimiento o apunta a la desaparición de la línea aérea del país. Porque no somos inocentes, en el sentido que entendemos que el abandono y la desprotección de Aerolíneas trae aparejado que en el camino se pierdan unos actores muy importantes en la resistencia histórica de Argentina a las políticas neoliberales tanto en los años noventa como en la actualidad, que son los sindicatos aeronáuticos. Avanzar sobre esa experiencia y fortaleza es el objetivo final.
Desde el organismo que representás, la ITF, han enviado una carta a los ministros de Transporte y Producción de nuestro país, advirtiendo sobre la violación a la libertad sindical que viven los trabajadores de Aerolíneas Argentinas y Austral. Después del paro total del lunes, Aerolíneas Argentinas convocó para el 3 de diciembre a los gremios aeronáuticos, quienes respondieron a las suspensiones y piden dejar sin efecto todos los telegramas en tanto representan “una evidente y flagrante ilegalidad y una discriminación antisindical”. ¿Crees que esa intervención ha provocado que la empresa convoque a los gremios a la reunión paritaria del próximo lunes?
Evidentemente ellos quieren avanzar sobre la empresa, los gremios y los trabajadores. Ahora, ni el ministro de Transporte ni la administración actual de Aerolíneas Argentinas parecen contar con que los sindicatos aeronáuticos, como cualquier organización de trabajadores, cuando está en riesgo su propia subsistencia, pelean con mucha más energía, son mucho más aguerridos. A estos sindicatos, además, hay que sumarles la experiencia de la recuperación de la línea, su gran fortaleza. Son organizaciones que tienen una trayectoria muy amplia, tienen el cuero duro de haber pasado por varias etapas difíciles de Aerolíneas Argentinas y de otras compañías. Pero además tienen una red de sindicatos a nivel regional e internacional que los refuerza, que les da experiencia, respaldo y potencia. En ese sentido fue nuestra carta al ministro de Transporte: creemos que sinceramente el gobierno se está confundiendo al no tomar en cuenta la verdadera correlación de fuerzas de los gremios del transporte del mundo que nosotros nucleamos en ITF Global y del sector aeronáutico en particular que yo represento. Esto es lo que los va a hacer fracasar en su estrategia de erradicar la fuerza sindical de la historia de Aerolíneas Argentinas, porque la lucha que ya llevaron estos trabajadores contra la entrega y el desguace dentro de su empresa y en su país está intacta.