Veritas praevalebit es la frase que siempre acompaña el nombre y el escudo del colegio. Sin moverme de donde me siento en los recreos (el descanso de la escalera del segundo), puedo contar la frase repetida cinco veces: en mi sweater, en mi remera, en el cuadro de honor, en la foto del fundador y en este examen que me devolvió la profesora de Inglés. Significa “La verdad prevalecerá”.

La semana pasada tuve un (otro) choque con el rector. Era 7 de julio y estábamos yendo al salón de actos por el nueve. Cuando entramos al gimnasio del colegio todos los de mi curso, él, aburrido, aburrido del mismo acto de los cincuenta años de vida escolar que acumula, me llama:

—Eh, Rodríguez… —Me doy cuenta, cuando escribo sobre mis choques con él, que siempre empieza así: me llama para decirme algo que nada que ver y me hace picar, porque sabe bien cómo hacerlo. Me doy vuelta y asiento con la cabeza.
—¿Vio el noticiero anoche?
—No, no miro el noticiero. ¿Por?
—A una militante de su partido la llevaron presa.
—No soy de ningún partido. ¿A quién llevaron presa?
—A una chica que salió con un palo a la calle.
—¿Con un palo? ¿Por eso la llevaron presa?
—No, decían que le pegó a la Policía.
—¿Y por qué me lo cuenta a mí?
—No sé, pensé que le interesaba la política.
—Sí, pero no sé de qué me está hablando.
—Bueno, vaya, vaya… —e hizo un gesto como de “su ruta” con la mano derecha.

Mientras esperaba que llegara el resto y empezáramos a cantar el himno, hice dos historias en Instagram: una con la frase “veritas praevalebit” en latín, con la foto del escudo de mi remera, y otra con la frase en castellano, con un boomerang de la pollera de mi uniforme volando. El acto no empezaba más. Ninguno se preocupaba –ni docentes ni alumnos–, porque cuanto más acto, menos clases.

Al rato, el rector toma el micrófono y dice que el acto estaba a cargo de la profesora Analía (profe de Inglés de 4º B) pero, como no pudo venir por un “inconveniente personal”, Sandra, la de Historia, iba a decir unas palabras en su lugar. Nunca pude prestar atención a lo que se dice en los actos. No sé si será por mi miopía o por mi dificultad para concentrarme sin seguir una lectura o mirar algo concreto pero, ni bien empezaba alguien a hablar, me perdía mirando el aro de básquet de la pared o el pelo de mi compañera de fila.

Cuando salimos del acto, tuvimos clase de Matemática. Como era día de repaso para el examen, los que tenían cosas que rehacer se pusieron a hacer los ejercicios y el resto nos acercamos a la mesa de la profe a charlar. De la nada, la profe, que es re chusma y siempre se va de boca, nos sacó el tema de la de inglés que no había llegado nunca a dar el discurso del acto del Día de la Declaración de la Independencia. En general, contaba, siempre les dan los actos a preparar a las profesoras de las materias en castellano pero a las de Inglés nunca les piden que hagan esas actividades extracurriculares: “como no saben nada de historia argentina y son las preferidas, zafaban”.

Un día, las que dan materias en castellano (Biología, Química, Física, Historia, Educación Cívica, Educación Física, Filosofía, Psicología, Matemática, Lengua y Literatura) le fueron a decir todas juntas al Rector que era injusto que las de Inglés no se ocuparan de los actos. Como la protesta era unánime, él tuvo que ir a hablar con la coordinadora de las maestras de Inglés. A ella le pareció una muy buena idea. Según la de Matemática, la coordinadora de Inglés dijo “a ver si estas chetas se empiezan a dar cuenta de dónde viven”.

Entonces, en el sorteo, por casualidad, le toca a Claudia Petruccelli el acto del 9 de Julio. ¿Qué iba a decir la profesora de Inglés de la Declaración de la Independencia? ¿Y del Día de la Bandera? Si cuando la estalkeás en Facebook tiene en la portada una foto con los hijos en Disney y campera con la bandera yanqui estampada. No tenía idea por dónde empezar a hablar de Independencia; se quedó en la casa, a página en blanco e “inconvenientes personales”.