Ale Leonelli es un artista polifacético y siempre en movimiento. Dibujante, diseñador y músico (ex bajista y cantante de la excelente banda Honduras), sus ilustraciones pueblan tapas de discos y flyers de gran cantidad de bandas y solistas de la escena del rock independiente y de otros géneros musicales, como Pez, Lumbre, Juan Ravioli, Compañero Asma, Alan Courtis, Morbo y Mambo, Daniel Melingo y Chango Spasiuk, por nombrar solo a algunos. Leonelli y la fotógrafa Malen Di Santo llevan adelante el microestudio creativo Gogogoch. Lisérgicos y a la vez políticos, sus trabajos son ventanas que dan a un mundo caleidoscópico y lleno de sorpresas, en el que todo puede suceder.

¿Qué es Gogogoch? ¿Cómo, cuándo y con qué espíritu nació?

Gogogoch somos Malen, yo, una computadora, un scanner, cientos de marcadores y lápices, muchas hojas, una cámara digital del 2006 que es una carcacha y un sitio de internet. Con esas herramientas bien básicas desarrollamos una idea de dupla creativa visual, ella en fotos y yo en dibujos. Yo venía haciendo gráficas para bandas amigas desde 1997 y en 2001 empezamos a laburar juntos para Lumbre, que era una banda amiga. Hacíamos gráficas y visuales con diapositivas en vivo. Después vino hacer visuales para Natas, con una VHS, un proyector de video prestado y varios cassettes. Y después le escribimos a Pez y empezamos a laburar con ellos. En el 2008 ya decidimos darle una entidad a lo que hacíamos y ahí nace Gogogoch, buscando una independencia que hasta el día de hoy defendemos a capa y espada.

¿Qué opinás del uso contracultural del diseño gráfico?

Qué a esta altura debería ser el único uso del diseño gráfico. Como herramienta publicitaria mercantil neoliberal ya demostró ser muy útil y funcional, flexible y sin moral. Cargó y transmitió el mensaje de consumo muy eficazmente. Creo que ahora es el momento de dar algo a cambio, de buscar algo más que solo ganancias y buscar en la convicción  política una función más humana del diseño gráfico, de reclamarlo como nuestro, porque es una herramienta muy poderosa. No puedo analizar cultura y mercado como dos cosas separadas, pero si puedo asegurar que, viviendo bajo un gobierno fascista, la contracultura nos necesita, porque las alternativas están desapareciendo. Las expresiones de cultura que no aspiran a ser oficiales, si las hay, necesitan de una herramienta que las pueda llevar al ojo ajeno y ahí me parece que el diseño gráfico puede jugar un papel vital. La misma relación solidaria podría darse con cooperativas de trabajo. Estas son cosas que se están dando, y cada vez más por suerte, pero creo que la relación se tiene que fortalecer y la práctica debería normalizar en el oficio ese tipo de contratos sociales.

super ¿Cuáles son tus influencias, anteriores y contemporáneas?

Anteriores, las tapas de vinilos de la colección de mi viejo; las revistas Mutantia, Péndulo, Fierro, Humi, Satiricón y Superhumor que yo devoraba como si fueran la crema de la crema; y, por supuesto, muchisimas historietas de acá y de afuera.

Conscientemente, ahora me siento muy influenciado por la pintura y la composición pictórica: Hundertwasser, Bacon, Gorky, Van Vliet, De La Cárcova, la vanguardia informalista, de todo. Inconscientemente, creo que me influencia todo lo que veo, porque estoy constantemente laburando y mirando de todo, pero en general trato de no dejarme influenciar por cosas del oficio  que no me gustan. Últimamente estoy copado con el laburo de Ivan Brun, que es un historietista francés; con Joe Sacco, que hizo un laburo increíble sobre Palestina, con muchísimo amor y esfuerzo; y de acá me copa mucho el laburo de Ojo en Blanco de La Plata y Gustako Cornejo, que es un artista chileno que también vive en La Plata.

¿Sos antes que nada un ilustrador? ¿Qué implica eso en el 2016?

Yo nací dibujante porque aprendí a observar, nada más. No sé si me considero un ilustrador. Yo dibujo y soy autodidacta. Nunca tuve mucha relación con el medio ni con otros dibujantes, así que no sé si puedo dar una opinión muy acertada sobre la escena, año 2016. Desde mi ostracismo, te puedo decir que no creo que el oficio cambie mucho, que la revolución tecnológica  puede servir para hacer más accesibles las herramientas, pero es como repartir martillos y clavos esperar que aparezcan los muebles solos. Para ser un buen dibujante en cualquier época siempre fue necesario ser un observador considerado.

También te podría decir que, si tienes una conciencia, implica tener poco laburo, porque los que te pagan por dibujar suelen contar con que sos una impresora, una máquina. En mi caso, decidí no darle de comer a mi hijo ayudando a que Coca Cola venda sus porquerías; yo preferí dedicarme a proyectos autogestionados, que muchas veces la pelean igual que nosotros. Obviamente hay menos laburo, pero es algo que nos traspasa a todos, no importa el ámbito.

uno

Hace un par de años fuiste invitado a EEUU a exponer tus dibujos. ¿Podes contarnos sobre esa experiencia?  Y, en base a lo que sabes de esas escenas, ¿qué pensás sobre el estado de situación de las artes visuales en Argentina?

Fui en el 2011 a exponer a Oakland una serie de trabajos comisionados especialmente para la ocasión. Fueron 17 dibujos que llamé “vómitos mentales en tinta”, que era la mejor manera de describirlos. Fui a EEUU con todo el prejuicio de visitar el imperio, pero me encontré con que la comunidad artística de Oakland estaba formada por gente que la tenía clarísima: anarquistas con huertas y gallinas, herederos reales del DIY, autosuficientes, súper respetuosos de la individualidad del otro, gente ruda, a la que le importaba muy poco lo que el otro tenía para decir sobre ellos. Eso me impactó. Oakland en ese momento era una de las ciudades más peligrosas de EEUU y todo el que vivía ahí parecía saberlo, entonces no era joda. Caretas que solo quieren participar para inflar el ego, para repetir las experiencias sexuales de su adolescencia o para exponerse en redes sociales hay en todos lados, tanto allá como acá.

mental-vomits

No sé si puedo hacer un análisis de las artes visuales en Argentina… te puedo decir que, siempre que me acerqué a la movida, vi caretas de una frivolidad insoportable, que lo que hagan no me interesa en lo más mínimo. Capaz se cuela algún talentoso, pero de antemano mi consejo seria que salga de ahí, porque en el peor de los casos mejora el promedio de los caretas. Te puedo decir que todavía le tengo alergia a todo ese establishment y que afuera no es muy diferente, con la diferencia de que las comunidades independientes en EEUU son más grandes, pasan más desapercibidas porque son 450 millones y es un país lleno de ciudades grandes por todos lados. La mayoría son hijos de protestantes que ven a los padres dos veces al año en las festividades, así que cargan con muchas menos culpas. Vi más gente libre e independiente; supongo también que  por efecto de siglos de invasiones y saqueos a otros países es un país más permisivo, aunque nadie vivía del Estado. Todos desconfían del gobierno, no le piden nada, y son conscientes de que viven inmersos en un paisaje idílico. Hablaba con pibes que habían vivido en  cuatro, cinco ciudades diferentes. Acá también hay gente así, pero allá eran claramente la mayoría y yo, siendo una planta de interiores, me siento atraído por gente así. Allá no hay tanta presión católica sobre la función de cada uno, por lo menos eso sentí en Oakland.

bandera_paren     

¿Qué significa para vos la experiencia de trabajar tapas de discos, en su mayoría rockeras?

Hacer tapas de discos fue siempre un sueño de pibe, pero después de cincuenta tapas creo sigo en esto más que nada por el aspecto humano. Aprender y compartir con gente que vive en caliente, que se rompe el lomo  para poder laburar, tener capaz una familia, una relación, pagar la sala, mantenerse creativos, grabar discos…  Es una gimnasia muy jodida de mantener. Hay cierto romance detrás de todo que me seduce. Ver cómo esta comunicación sonora casi sagrada nace de un trabajo colectivo real. Yo amo la música, es mi combustible; la idea de que siempre va a estar ahí para mí, para nosotros, me reconforta, pero no me siento rockero. Creo que no podemos decir que el rock está vivo solo porque alguien salga a usar otra vez las mismas formulas. Para mí, en la actualidad la gran mayoría son bandas tributo a un rock que ya no está entre nosotros. Son invocaciones de una magia que ya no está. Lo que pasa es que tenemos unos invocadores excelentes y la magia a veces llega. Después tenés a los que buscan la gema, la canción perfecta, sin género, sin fórmulas. Esos son los que me dan vuelta el bocho, porque componen desde su día a día; y el día a día de cada uno es siempre diferente y lleno de posibilidades. Así que podríamos decir que es una experiencia de búsqueda apasionada, siempre en la tangente, rodeada de mucha magia, laburo y amistades.

ipl-grande¿Crees que existe una posibilidad de politizar –anarquizar, popularizar, etc.– propuestas visuales con sentido libertario?

Totalmente. De hecho me lo impuse como tarea para el año que viene, tratar de crear puentes para que los oficios visuales sean menos frívolos y erosionar las estructuras fascistas desde donde se pueda.

[Ilustraciones y fotografías: www.gogogoch.com.ar]