Desde los barrios postergados del sur de la Ciudad de Buenos Aires, acaba de constituirse Comando Orillero, un colectivo de vecinas y vecinos que –en respuesta a la voluntad de segregación humana que llevan adelante “buenos vecinos BA”– comenzaron a articularse junto a jóvenes, exponentes locales de la cultura y el deporte, clubes y organizaciones, para trabajar juntos un malestar social que por duradero no deja de ser urgente y que por tener que ver con la vida misma justamente es grave.
Si bien hace varios meses que se reúnen para pensar y accionar en la Comuna 4, los integrantes del comando pusieron el énfasis en un manifiesto colectivo que los constituyó formalmente durante este mes, que detalla el estado de situación predatorio que atraviesa la población –en este caso de los barrios del sur, pero que podría extenderse a cualquier territorio de la ciudad–, el malestar social y cultural de la época, sus decisiones sobre las formas de accionar políticamente y la polarización con la organización vecinal de corte policial. Compartimos a continuación el texto completo.
COMANDO
MANIFIESTA
Vivimos en estado de guerra, una situación infernal
¡Una violencia atropelladora llega desde la estructura de un Estado que fue concebido como Institución para que nos cuide! ¡Las provocaciones y la crueldad irradian de los representantes que la democracia colocó en el poder para proveer el bien común de nuestra comunidad! ¡Las motivaciones de estos hombres son el enriquecimiento y la desaparición de las fuerzas políticas populares, la prosperidad de su sangre a coste del sometimiento de los que habitamos esta tierra! ¡Todo es merma de Justicia y debilitamiento de la Patria! ¡La fuerza brutal del mercado ha desarrollado su interface de alto impacto tecno/político/discursivo inaugurado un nuevo léxico predatorio y cruel haciendo inhabitable este tiempo, esta ciudad! ¡El movimiento agresivo se ha expandido entre pares al punto de ser impensada cualquier alianza entre hombres o mujeres que supere el arreglo particular (de la sangre) o privado (del capital)! ¡Incluso los “buenos vecinos” se organizaron para perseguir trabajadores, pobres y jóvenes sacarlos del espacio público con patrullas para-policiales, actuar “en nombre de la ley”! ¡En este estado donde la confusión reina, la afirmación de juntarnos, nuestra resistencia a la quietud y la conversación que hoy sostenemos son elementos sociales activos para enfrentarnos a la lógica que nos niega y nuestra forma de oponernos a dejar de construir justicia e igualdad social!
Padecer este estado actual de cosas nos causa malestar
Aquí reunidos, entendemos que lo que vivimos es inaugural pero también que se desata trayendo agravios y opresiones no resueltos del pasado. Pero aunque profundiza desigualdades y traumas sociales que veníamos gestando sin prestarles la atención precisa social y políticamente, este proceso de violencia política nos resulta inusitado y sostenido -en sus formas y contenidos-, contra una inmensa mayoría de la sociedad que conformamos: expoliación, desprecio, agravio, culpabilización, chantaje persecución.
Esta situación nos provoca malestar. Pero veamos, ¿cómo se expresó ese malestar? Silencio: callarse la boca, esconderse hacia adentro, sostener lo que va estallando, pero, sobre todo, implosionando. Paralización frente al tornado. Secreta esperanza de que pase por el costado y no nos lleve puestos, incluso cuando estamos a la deriva y en el aire, entregados. Resignación: depresión e impotencia. Signos de reacción frente a la brutalidad, pero también formas paradójicas de ser parte del proceso, minimizando todo movimiento, desvalorizando toda resistencia, impugnando todo ensayo de respuesta que otros producen (“no pasa nada”, “no sirve para nada”). También la resignación esconde un cálculo a favor del no-hacer. Indignación: expresión crítica del estado de cosas, pero muchas veces paralizada, mera constatación del estado de iniquidad; una posición incluso en cierto modo fascinada, en clave espectacular: consumidores del horror show frente a las pantallas, que lo procesan por nosotros y nos lo entregan listo para consumir diariamente, también un modo de desligarse del estado de cosas, como si el mal existente no tuviera (también) que ver con nuestro no-hacer. Automatismo: sobrevivencia del hacer, aunque más motorizado por las coordenadas del pasado que por las del presente: seguir haciendo “lo que hay que hacer” como antes del actual estado de cosas, como si la acción tuviera una “pureza” que pudiera incluso prescindir de las situaciones particulares en las que se lleva a cabo. Persiste lo mecánico del hacer, de lo ritual, aunque vaciado de rumbo en términos reales: ausencia de estrategia respecto de lo que se enfrenta, imposibilidad de conversar con quienes hay que conversar para componer el hacer de manera virtuosa (es decir, con mayor potencia, alcance y felicidad).
Las olas son nuestra forma (decisión) de atravesar este tiempo
Entendemos, también, que la democracia -en tanto sistema de participación ciudadana-, ha llegado a sus propios límites. Judicializada, intemperante, perseguidora, negacionista, se ha vuelto totalitaria en todas las dimensiones organizativas de la sociedad inhibiendo la vida política e invitándonos al silencio. Incluso nuestra fuerza partidaria o las instituciones de base han caído en esta práctica totalitaria que nos expulsa y nos silencia, como si una pureza de los aparatos y del hacer Político pudiera prescindir de la inquietud de esta conversación. “No hagan olas”, parece susurrarnos “lo político todo”, ya que los regímenes institucionales de la república se ocuparan de ello; “no opinen sobre tal o cual cosa” que las fuerzas progresistas del gremio o de la comuna o el Partido se debilitarán con la opinión pública o el disentimiento. Nos RESISTIMOS.
Entre los signos de guerra que nos propone el mar enfurecido de esta época y ser el agua estancada que se corrompe por la quietud anhelante de los brazos caídos, hacer olas será la manera de expresar (nos) y hacer (nos) cargo del malestar de este tiempo en esta ciudad: interrumpirlo, discutirlo y antagonizarlo. Por hábito de la energía, pero más aún por la interrupción a la temeridad del silencio, la desidia y la inacción que nos invade hace años; durante esta tormenta que atravesamos -yendo y viniendo sin control de situación alguna-, la afirmación de unir los “partícula(res)” en el movimiento del oleaje es nuestro elemento político de autodefensa ante un orden que nos lastima, la respuesta necesaria ante la agresión, el uso de nuestro derecho a resistir un estado de cosas que no conduce a ningún bien común ni esplendor histórico para las generaciones que nos suceden. Haremos olas porque confiamos en la duración de nuestra fuerza para restaurar algo dentro del daño que vivimos y desconfiamos de la delegación en regulaciones comunales que al igual que la autoridad del Estado, y el sistema democrático en sí solo especulan con la obediencia de los votantes.
Ante la entronización del egoísmo, queremos (re) VINCULARNOS
Independientemente del deterioro democrático, reconocemos el grado de derrota subjetiva que opera en cada uno de nosotros a manos del mercado. Hemos dejado que nuestras vidas se inunden de prácticas mercantilizantes y narcotizantes que nos han retirado de lo socio-vincular ofreciéndonos herramientas tecno-afectivas de subjetivación feroz. La lógica de la góndola maximizada al extremo de cada vector de nuestro deseo nos ha atrapado con la miel que mas desea nuestro ego: reafirmación de nuestros gustos, atención permanente, independencia para consumir. Allí el mercado –atrapando cada uno de nuestros “deseos emprendedores”– avanza, aplana y también nos derrota teniendo a “la política” para que nos desquitemos cuando llega la frustración. ¡Sí! ¡Somos una sociedad lactante, dominada por el flanco de sus deseos banales y baja estima¡ ¡Y no podremos armar ninguna trama común hasta no reconocer tal limitación contemporánea!
Sin embargo, deseamos salir de esta situación y asumir la RESPONSABILIDAD de organizarnos de una nueva manera. También, es cierto que hay un cansancio en la sociedad del desconocimiento y el desgaste de las formas de organización política que acumulan muchos años y no dan respuestas a frustraciones personales ni colectivas, por eso deseamos hospedar(nos) de una manera nueva. Poner nuestra inteligencia y energía en interrumpir la entronización del egoísmo en cada vector de la cadena en la que opera; enriquecer creativamente los recursos populares para intervenir en la vida en común y polarizar con las conductas de vecinos que no titubean en organizarse a partir del odio y la segregación.
Para recuperar nuestros vínculos, volvemos a HABITAR nuestra ciudad
Ante este drama de una ciudad DESHABITADA (con pretensión de desalojar todo lo nuestro a favor de los negocios) hace falta hacer crecer una nueva afectividad y distribuirla. Y, aunque no alcance por ahora para combatir el odio y la muerte que están acechándonos en los espacios de nuestros barrios, de esta Patria, de esta tierra; no es poco comprender este dolor y ayudar a la historia con una mentalidad que no la aplane, y pueda volver a imaginar y construir la Paz y la Felicidad.
Los entornos y paisajes de los barrios donde vivimos, latimos y crecemos están colmados de producciones, saberes y gestión social; con esa potencia deseamos recuperar los espacios que los negocios sistemáticos transformaron en infiernos públicos y privados.
Recuperar el bienestar común en nuestras casas y calles, transportes, aulas y hospitales; y crear formas no infernales para habitarlos. Desparramar formas de conversación saludables y respetuosas; para discutir los mentirosos paraísos de consumo que nos prometen satisfacción instantánea.
Reconocer las zonas sanas de este presente y hacerlas crecer. Soldar nuestros andares por la ciudad porque no hay mayor belleza que la lucha por una vida digna y un futuro saludable para nuestro pueblo.
Es desde estos barrios postergados del sur de la Ciudad de Buenos Aires, repudiando toda voluntad de segregación humana, que lanzamos este manifiesto con el cual fundamos el Comando Orillero y nos ponemos al servicio de una construcción común y de una lucha contra el totalitarismo fascista que nos propone esta época en nuestra tierra y nos impide vivir.



