Paraguay siempre resistió a los intentos porteños de convertirla en un apéndice de sus intereses. De la mano de liderazgos carismáticos como el de José Gaspar Rodríguez de Francia, Carlos Antonio López y Francisco Solano López se convirtió en el siglo XIX en un modelo de Estado soberano en el sur del continente con un desarrollo industrial envidiado, donde no había hacendados que concentraban la tierra y cada ciudadano tenía el derecho agrario.

“La antigua provincia de Paraguay, ahogada por Buenos Aires, se resistía a su vez a la dictadura comercial y política del puerto. Quedó enclaustrada durante medio siglo hasta la Guerra del Paraguay cuando fue arrasado con el hierro y el fuego”, graficó el historiador Jorge Abelardo Ramos. La Guerra de la Triple Alianza, azuzada por los británicos, despedazó a la nación más avanzada de Sudamérica. Tras esa amputación de su desarrollo nacional, el país no volvió a la senda de la autodeterminación y la soberanía. Desde entonces, el Partido Radical Liberal Auténtico (PRLA) y el Partido Colorado (PC) se alternaron en el gobierno –con la excepción de la alianza progresista que llevó a Fernando Lugo al poder del que fue expulsado por un golpe de Estado parlamentario–, siempre tutelados por Estados Unidos.

El próximo domingo 30, como cada cinco años desde la caída de la dictadura Alfredo Stroessner en 1989, habrá elecciones. Son trece candidatos, pero solo dos tienen chance. Las encuestas marcan un empate técnico entre Santiago Peña, del PC, y Efraín Alegre, del PLRA pero al frente de una coalición llamada Concertación por un Nuevo Paraguay. En un país sin reelección ni segunda vuelta, también se elegirán 80 diputados, 45 senadores, 17 gobernadores y 17 juntas departamentales.

Una campaña apática solo trajo a la palestra dos elementos pirotécnicos. El primero, el futuro de las relaciones diplomáticas de Paraguay y Taiwán ante la seducción de China. El que llegue a presidente ¿se atreverá a romper relaciones con Taipéi para abrirle las puertas a Pekín? ¿Lo permitirá Estados Unidos, sobre todo tras las arteras intervenciones de su embajador en la vida política del país? El segundo, la injerencia de Washington, a través de la embajada, para condicionar el proceso electoral y al futuro gobierno.

“Estamos aquí para informar al pueblo paraguayo que el secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken, anunció la designación pública del expresidente Horacio Cartes (2013-2018) debido a su participación en actos de corrupción significativos. Esto hace que Cartes y sus familiares inmediatos no sean elegibles para ingresar a los Estados Unidos. Desde mi llegada a Paraguay dejé muy claro que mi prioridad es hacer todo lo posible para combatir la corrupción, la impunidad y los delitos. Esta no será nuestra última designación en Paraguay”, declaró, cual ministro plenipotenciario, Marc Ostfield, embajador de EE.UU. en Paraguay, el 22 de julio ante la prensa. Cartes, poderoso empresario tabacalero, dejó de ser aliado para ser enemigo, y es además íntimo amigo de Mauricio Macri, con quien tuvo un extraño encuentro en plena pandemia, documentado por SANGRRE.

El periodista y documentalista argentino Andrés Sal.lari, especializado además en la historia de la injerencia de Estados Unidos en América Latina, se encuentra en Asunción para cubrir para HispanTV las elecciones del domingo. En diálogo telefónico con SANGRRE indicó: “Como entre los dos principales candidatos a la presidencia no hubo grandes debates ni polémicas, podemos asegurar que lo más importante de la campaña presidencial han sido las declaraciones del embajador aplicando sanciones a Cartes. La declaración de julio fue dura y obscena, pero el bombazo vino en enero, cuando la Oficina de Control de Activos Extranjeros incluyó a Cartes en su lista de políticos corruptos. Otro de los señalados fue el actual vicepresidente Julio Velázquez, delfín de Cartes, lo cual terminó de sepultar sus apetencias presidenciales. Cabe destacar que el embajador dijo que esta no sería la última declaración, en un tono injerencista y fuera de lugar que lo ubica en una posición de virrey más que el de representante de un gobierno extranjero”.

Sal.lari sostuvo que “mucha gente en la calle me termina diciendo que estas declaraciones fortalecen a los acusados y despiertan una veta nacionalista en el histórico Partido Colorado que puede favorecer a Santiago Peña, que responde a Cartes y está enemistado con el actual presidente Mario Abdo”. Y agregó: “Si el embajador se propuso destruir al sector de Cartes, no lo logró, y ahora su línea es hegemónica dentro del coloradismo. Pero lo que hay que ver es si esto se traslada a la elección del domingo: por ejemplo, senadores y diputados de esta formación política han señalado que los votantes repudiarán en las urnas estas acciones injerencistas”.

En referencia a las expectativas ciudadanas, afirma que “la sociedad aborda la campaña con mucha apatía. Hay una sensación de que la clase política está más coludida que en otros países con hechos de corrupción, se la considera una casta, una clase privilegiada que se reparte el poder”.

“Las encuestas dicen que hay un empate técnico, pero, ante una gestión desgastada, el efecto pandemia que viene azotando a los oficialismo en la mayoría de los países, creo que Alegre ganará por poco”, avizora el periodista, quien además pide tener en cuenta al candidato de Cruzada Nacional, Paraguayo “Payo” Cubas, cuyo nombre “suena en las calles, representa a este fenómeno mundial de la ultraderecha y puede andar mejor de lo que dicen las encuestas”.

El Foro de Comunicación para la Integración de NuestrAmérica (FCINA), espacio del cual es parte SANGRRE, dialogó con Ricardo Canese, parlamentario del Mercosur y candidato a senador por el Frente Guasú, que es parte de la Concertación, quien sobre un hipotético gobierno de Alegre dijo que se enmarcaría en el “centro, no propiamente progresista, pero como Frente apoyamos porque creemos que hay que ir un poco a la izquierda porque ahora estamos en la extrema derecha; en la sociedad hay un hartazgo de estas políticas excluyentes de una oligarquía mafiosa”.

Recordó que el gobierno de Fernando Lugo (2008-2012) “tuvo 24 intentos de golpe antes del golpe parlamentario que efectivamente lo derrocó. Ninguno de esos intentos vinieron por parte de las fuerzas militares, todos esos intentos fueron maniobras de la oligarquía local y los medios de comunicación. Y, por supuesto, el golpe final vino de mano de los Estados Unidos y su ejecutor principal, Horacio Cartes, que hasta hoy es el poder fáctico real”.

Respecto de la acusación de “significativamente corrupto” de Washington contra Cartes, sostiene: “Lo paradójico es que ahora fueron los propios Estados Unidos los que acusan a Cartes por corrupción, algo que sabemos desde hace cuarenta años aquí en Paraguay, no nos cuenta nada nuevo la embajada americana. Fue el corrupto utilizado para dar el golpe, pero ahora ya se volvió un corrupto impresentable, que es un poco lo que ocurrió con Bolsonaro en Brasil”.

Canese es realista sobre los apoyos que recibe Alegre: “No es un peligro para el capitalismo y el empresariado, viene de una tradición liberal con la premisa de consolidar el Estado de derecho. Contará con el apoyo de Estados Unidos, de sectores del capital y de sectores populares que buscan una profundización de las garantías democráticas. Entonces, en principio, podría tener más estabilidad que Lugo, porque si bien tuvimos el apoyo del Partido Liberal Radical Autentico, sí era un gobierno de centro-izquierda progresista que sufrió conspiraciones desde el primer día”.

¿Será Alegre o Peña? El domingo se sabrá. La única certeza es que el embajador Marc Ostfield seguirá haciendo política con un garrote. Es su sentido homenaje a la Doctrina Monroe en el año de su bicentenario.