El ingreso del Rodolfo Hernández –el Trump colombiano– al balotaje apaga la esperanza de una victoria de Gustavo Petro a pesar del histórico 40,3% y más de 8 millones y medio de votos obtenidos. La dificultad reside en que ambos candidatos, a pesar de estar en las antípodas, enarbolaron una bandera de cambio. Ahora el anticomunismo delirante se hará presente en la campaña. Con Federico Gutiérrez (apoyado por el uribismo) en segunda vuelta el camino para el Pacto Histórico hubiese sido más sencillo. En un país donde la izquierda jamás gobernó, la derecha agita todos los fantasmas contra el candidato progresista.

Como expresó el analista Mario Riorda: “Cuarta elección en América Latina donde llega al balotaje alguien por fuera de algún partido político tradicional. Y tercera donde quien lo hace representa a una derecha sin maquillaje”. Tan poco maquillaje tiene Hernández que se declaró admirador de Hitler, aunque después matizó que se había confundido y que en realidad se refería a Einstein. En fin. Sin acudir a debates, sin bancada parlamentaria fuerte y dando declaraciones altisonantes en las redes sociales, Hernández se coló en la disputa por llegar al Palacio Nariño. Es presentado como un outsider que ataca a la casta política y la corrupción, a pesar de que sobre él pesan cargos de cohecho de su período como alcalde de Bucaramanga.

La elección del Pacto Histórico es un hito. La fórmula Petro-Francia Márquez (un exguerrillero del M-19 y una activista afro) representa un proyecto inédito para Colombia. Son el reflejo de una población hastiada que se levantó contra la violencia uribista en 2020 y el gobierno autoritario de Iván Duque. Perforó el piso de los 40 puntos a pesar de las campañas de odio. Tal es la obscenidad que llegaron hasta el punto de afirmar “que Petro hizo un pacto con el diablo”.

El manual de la elite económica y la ultraderecha se propagó en la campaña electoral azuzando el pánico a un gobierno “castrochavista”. Parece difícil que más allá de los 4 puntos que obtuvo Sergio Fajardo, Petro pueda obtener más apoyos. La suma de Hernández (28%) y Gutiérrez (24%) les alcanza y sobra. Por eso, la campaña progresista hacia el 19 de junio debe apuntar al 45% del padrón que no fue a votar.

Comunica Sul Colaborativa de Brasil desplegó cuatro periodistas en Colombia para hacer una cobertura completa de las elecciones. Desde SANGRRE le pedimos a cada uno de ellos una reflexión sobre estas elecciones y las expectativas para la segunda vuelta.

Para Caio Teixeira, “los candidatos de la derecha y la extrema derecha han llegado a los 11 millones de votos, por eso Petro para vencer a las elecciones en segunda vuelta necesita dos millones y medio de votos. Por lo tanto, la victoria depende de movilizar a ese 45% que no fue a votar. Muchos no lo hicieron por el desencanto con la política, otros por la represión armada de grupos paramilitares, y sobre este cuadro es lo que deberá trabajar el equipo de campaña de Petro para atraer estos votos”.

Felipe Bianchi señala que “los grandes medios de comunicación tradicionales han jugado su papel para sostener el status quo, al igual que las redes sociales. Rodolfo Hernández tiene un pasado escabroso, pero van a protegerlo. Uribe tiene en sus espaldas más de 200 procesos judiciales y es tratado como un actor normal. La presencia de Francia Márquez ha sido un hito, algo inédito, una cara joven que ha generado mucho apoyo y esperanza en los sectores afrodescendientes. La campaña de Petro es una defensa por la vida, por vivir mejor, por vivir sabroso, como dice Francia Márquez”.

Vanessa Martina Silva analiza: “Observamos en Colombia un escenario que se está repitiendo en la región, que es la derrota de los partidos tradicionales. Históricamente el Partido Liberal y Conservador se repartían el poder. Ahora no. Una muestra de esto es la llegada a la segunda vuelta de un outisder, alguien que se vende como empresario, como un ingeniero, como si no fuera un político. Vemos a las democracias liberales cuestionadas, a la gente enojada con el fin del Estado de Bienestar social mínimo, enojada con la corrupción y ya no cree en los partidos tradicionales. Esos son los votos que consiguió Hernández, al igual que hicieron Trump y Bolsonaro”.

Por su parte, Leonardo Wexel Severo sostiene que “Hernández es un outisder, es un peón del uribismo, vende la imagen de un señor mayor que no se pelea con nadie, pero en realidad es un admirador de Hitler, considera que la mujer debe quedarse en la casa, es extremadamente reaccionario, un Bolsonaro a la colombiana. Hay una chance de derrotarlo, porque, como dijo Petro, ‘se acabó la era del uribismo’. El objetivo es construir un nuevo país que salga de la dependencia, del desempleo, del hambre y de la exclusión”.

En más de 200 años de vida republicana, Colombia no ha tenido un gobierno de izquierda. Sin embargo, la campaña del miedo no cesa. No trepidan en afirmar que una Colombia gobernada por Petro sería un peligro, a pesar de que las cifras del horror en el país desmienten a los abanderados del poder. Según el Centro Nacional de Memoria Histórica, entre 1958 y 2020 se han registrado 357.108 hechos violentos con un saldo de 265.505 víctimas fatales, 4.513 desde la firma del Acuerdo de Paz con las FARC en 2016. Desde 1985, más de 8 millones de colombianos tuvieron que huir de sus tierras, indicó Human Rights Watch. Entre 1973 y 2019, 3.300 sindicalistas fueron asesinados, según la Escuela Nacional Sindical. Solo en 2021 se cometieron 300 masacres a manos de grupos paraestatales. La pobreza alcanza al 39% de una población de 51 millones, el desempleo es del 12% y un 60% de los trabajadores está en la informalidad.

Quedan tres semanas para torcer décadas de violencia.