Cierra 2021 con contundentes victorias para la izquierda latinoamericana. Las más destacadas por su peso simbólico fueron las de Chile, Perú y Honduras, que lograron romper con ciclos conservadores hegemónicos y prolongados. Estos triunfos de un líder de las revueltas estudiantiles –Gabriel Boric–, de un sindicalista del magisterio rural –Pedro Castillo– y  de una mujer que simboliza la resistencia a un golpe de estado y a un régimen opresivo de 12 años –Xiomara Castro– son los emblemas de un posible segundo ciclo de izquierdas.

La restauración conservadora trajo liderazgos agresivos: Donald Trump, Jair Bolsonaro, Mauricio Macri, Iván Duque, Sebastián Piñera. Eufóricos, predijeron el fin del ciclo “populista” y el inicio de una extensa era de gobiernos de derecha áspera. Fue tal la expectativa que la novel formación ultraderechista VOX (fundada con las fortunas de los millonarios españoles partir del grupo ultracatólico Hazte Oír) comenzó a tejer en América Latina una red del “anticomunismo zombi”, como acertadamente la calificó el periodista e historiador Pablo Stefanoni. Su líder Santiago Abascal sueña con sucursales franquistas para apuntalar a la peor derecha de la región, aquella que tiene nostalgia de las dictaduras y del Terrorismo de Estado.

La Carta de Madrid es el manifiesto que reúne a la derecha recalcitrante de la región (lo rubrican más de 8.000 dirigentes; hay muchos del PRO, como Waldo Wolff, y también figuran Javier Milei y José Luis Espert) y afirma sin ruborizarse que “una parte de la región está secuestrada por regímenes totalitarios de inspiración comunista, apoyados por el narcotráfico y terceros países. Todos ellos, bajo el paraguas del régimen cubano e iniciativas como el Foro de São Paulo y el Grupo de Puebla, que se infiltran en los centros de poder para imponer su agenda ideológica. La amenaza no se circunscribe exclusivamente a los países que sufren el yugo totalitario. El proyecto ideológico y criminal que está subyugando las libertades y derechos de las naciones tiene como objetivo introducirse en otros países y continentes con la finalidad de desestabilizar las democracias liberales y el Estado de Derecho”. No solo hacen manifiestos, también han participado activamente en las campañas políticas y de los candidatos de la derecha regional.

El engendro de Abascal usa otro término, “Iberoesfera” –en reemplazo de “Iberoamérica”–, de la que asegura: “Tiene todas las condiciones para ser una región de libertad, prosperidad e igualdad ante la ley. Sus pueblos no están condenados por ningún tipo de determinismo histórico”. Para el historiador Daniel Campione, “la Iberosfera es una actualización de la hispanidad tan declamada por el franquismo”. Puntales de esta alianza son Eduardo Bolsonaro, hijo del presidente brasileño; Keiko Fujimori, excandidata presidencial en Perú; Andrés Pastrana, exmandatario de Colombia; Jeanine Añez, exmandataria de facto de Bolivia; y el derrotado líder del Partido Republicano de Chile, el pinochetista José Antonio Kast.

La preocupación ronda en este espacio que vio las derrotas de Trump y Macri; la reversión del golpe de Estado en Bolivia con el retorno del MAS al poder; la victoria aplastante en Chile, no solo de Gabriel Boric, sino también de una Asamblea Constituyente que tirará al basurero de la historia la constitución dictatorial de Augusto Pinochet; la llegada al poder en Perú de Pedro Castillo, un presidente sindicalista-campesino-originario, representante del gremio magisterial más grande del país; el triunfo de Xiomara Castro, que no solo cierra un ciclo autoritario de 12 años, sino que consagra al primer gobierno de izquierda en la historia de Honduras; a esto se suma la reelección de Daniel Ortega en Nicaragua y la victoria del PSUV en las contiendas regionales venezolanas.

El 2022 puede sumar dos países claves a la segunda ola progresista. Lula da Silva encabeza por mucha distancia todas las encuestas para arrebatarle el poder a Bolsonaro. También Gustavo Petro en Colombia tiene altas expectativas para derrotar al uribismo a fines de mayo. Finalmente, el movimiento popular organizado logró alcanzar en Uruguay un referéndum, que se celebrará el 27 de marzo, para intentar derogar 135 artículos de la retrógrada Ley de Urgente Consideración (LUC); aunque a Luis Lacalle Pou le quedarán dos años de mandato, será un golpe duro.

La disputa está planteada, y en términos más duros. Una derecha aupada por una formación fascista como VOX solo puede radicalizar a sus “franquicias” latinoamericanas. Como señala la académica Lucía Miranda, hoy la confrontación “no es en torno al clivaje izquierda o derecha, sino autoritarismo o democracia”.