Hubo unos días en que yo no iba todavía al jardín y mi hermano faltaba al taller o mi hermana a la oficina, días gloriosos en que cambiaba toda la dinámica de la casa y yo era feliz. Ellos tenían las historias, los amigos, la calle, la política y la música, y si estaban en casa algo de todo eso flotaba en el aire. Literalmente, digo la música. Hacían y deshacían a su manera, compraban discos, movían el Winco de acá para allá, grababan cosas, corrían la mesa para hacer pasos y bailar. No sé bien cuándo empezó a sonar en casa Confesiones de Invierno de Sui Generis, pero me acuerdo de una tarde en que el tocadiscos estaba en la pieza de Juan –creo que lo había mudado del living porque estaba enfermo– y del momento en que entré a su cuarto porque es el primer encuentro visual y táctil con vos en mi memoria, lo sonoro es ancestral. Te veo en un dibujo y te toco sobre el cartón grueso y de colores pastel… debo tener tres, y mi hermano cuando se da cuenta que ya sé alguna de las letras prende un Geloso y nos grabamos cantando tu canción. ¿Quién mejor que vos cuando se necesita un enfermero?
Enfermero de esta patria, García asumió todos los matices argentinos, se los cargó y ofició de médium para ir quemando karma colectivo a través de su música. El drama criollo, hasta el más hondo de los tragos, parece haber sido absorbido sin vuelta atrás por el músico, como quien pacta con el propio Mefistófeles, lo que por otro lado serviría para empezar a explicar su sobrevida post caída del noveno. García/curador es el artista argentino que mejor pudo emitir un sonido pleno –de total plenitud musical y poética– a la hora de describir nuestra felicidad y nuestra desolación, nuestra perplejidad inocente y nuestros demonios. Lo que es un poco más extraño aún es que, en la empresa, la obra no haya perdido un gramo de placer… Quizás ese juego tan suyo del desnudo, del ponerse en bolas, es la pista más certera para entender que también Charly asumió esa incomodidad angustiante y risible a la vez –según las circunstancias–, de lo sensual todo. Charly deseo y drenaje colectivo.
Malvinas y nos hacen tejer bufandas en la escuela, es el invierno más frio y escucho hablar o nombrar Serú Girán. Al poco tiempo te veo con una remera rayada en la TV, en casa aparece Peperina y se gasta de tanto girar. Sufrí tanto no ir a Ferro que no fue difícil lograr con una amiga que nos dejen ir al Luna Park cuando se presentó Clics modernos. La única condición era la de llevarnos desde Lanús y traernos. Nos llevó mi hermana Graciela en un Fitito turquesa, todavía me acuerdo la figura del papá de Analía esperándonos a la salida con las manos en los bolsillos. La Navidad siguiente Graciela puso en el árbol para mí el cassette de Piano Bar. El amor, como la guerra, se teje y las agujas al tejer se escuchan.
Actos de amor, gestos. Entre García y nosotros. Entre la vida y el sacrificio para que ese mundo, del que no se cansó de percibir y comunicar, exista de alguna manera. Un mundo que solo ve e imagina quien es capaz de cambiar por lo que el otro necesita, aún sin su amor, aún sin querer.
Ya para cuando presentabas Parte de la religión (¡mirá el nombre!), nos fuimos con la gallega a verte al Rex pero quedamos tan manija con la primera función que al otro día fuimos a vender el orito ese que te regalan tíos y madrinas cuando nacés. Tarde de diciembre en Libertad y Corrientes, pleno sol, hierve el asfalto y la sangre de las dos mientras el Obelisco nos ve cruzar de un lado al otro con el oro, con la plata… Charly referencia, como la 9 de Julio, la arteria más ancha y fuerte hablándole a nuestro corazón.
Charly cumple, claro. Saben los que conocen que sigue cumpliéndonos. Quien piensa que está fuera de su órbita desconoce el fundamento nacional, quien piense que domina completamente e intente ironizarlo estará condenado a desconocer la fascinación por su figura –obra, cuerpo, oscuridad–. Toda voluptuosidad en el amor tiene una semilla del mal… También en eso Charly, hermano mayor, nunca mintió, ni se traicionó. Va primero hacia la pared, hacia el agua y con un torbellino de imágenes musicales arma el tumulto más bello e incongruente del amor. Sagrado.
Todo nivelado. Ya voy a los mismos lugares que vos, te cruzamos una noche en el Roxy que nos hace entrar el amigo de la gallega cada sábado. Volamos. Literal. Charly formador, Charly hermano, pedagogo, la patria debería hoy celebrar postrándose a tus pies. Reconociendo que a vos este país no te engaña sobre el costo de sus satisfacciones. Nuestro deseo argento no puede ser saciado más que en la conciencia de la muerte –“ya no te pienso esperar por siempre/ te encargues de tu vida/ porque yo no soy mejor que vos”–, la canción sin fin de vos para nosotros. Una vez, en 1983, dijiste que este mundo iba tener un final feliz o un final trágico, pero que vos creías que iba a ser feliz. Una condena pronunciada desde el punto de vista trágico. Creo que tenías razón, desde hace varios días todo se prepara para celebrarte. Todo hoy es felicidad plena y hasta me enteré que te mandaste a hacer un traje para llegar a nuestra casa por la noche. Aunque te parezca extraño, “desde mañana seremos todos felices”. Lo hiciste otra vez genio, GRACIAS.