Primer acto: El 8 de junio, a dos días de cerrada la elección, el fujimorismo anticipó una jugada previsible: no reconocerá los resultados si se confirma la tendencia a favor de Pedro Castillo. El viejo estratagema de la derecha autoritaria de gritar fraude y nunca presentar pruebas. Álvaro Vargas Llosa lo presentó de manera curiosa en un tuit: “No he oído ni a Keiko Fujimori ni a sus candidatos a vicepresidentes acusar de fraude electoral a los organismos electorales. Las advertencias (muy justificadas) han sido todas contra los métodos mafiosos que PL (Perú Libre) está empleando para burlar la voluntad popular, no contra la ONPE (Órgano Nacional de Procesos Electorales)”. Por demás curioso que semejante maquinaria haya sido empleada por una fuerza política novel a la cual acusaban de no poder organizar ni su propia campaña electoral.
La tapa del 10 de junio del diario El Comercio, el oligopolio mediático más grande de Perú, instaló la sensación de fraude. Dicen que PL, la fuerza de Pedro Castillo, “vulneró la votación” y “habría casos de falsificación de miembros de mesa y resultados”.
El 12 de junio la candidata de Fuerza Popular, Keiko Fujimori, brindó una conferencia de prensa con una línea discursiva que procede de los discursos de Hitler en la década de 1930 en la que alertaba de los peligros de caer en el “bolchevismo” o “en la anarquía comunista”. Dijo: “A través de la prensa internacional hoy informé al mundo sobre la dura batalla que estamos dando los peruanos para no caer en manos del comunismo. Somos un país geopolíticamente muy importante para la izquierda internacional. Vamos a defender democráticamente todos nuestros votos”.
Segundo acto: El 10 de junio, ¡oh casualidad! un día después de finalizado el conteo del 100% de las actas procesadas que daba el primer lugar a Castillo, expresidentes nucleados en la llamada Iniciativa Democrática de España y las Américas (IDEA), como Mauricio Macri, José María Aznar, Álvaro Uribe y Federico Franco, entre otros, pidieron que no se reconozca a ningún candidato hasta que se resuelvan las impugnaciones. En realidad, estaban solicitando que no se nomine a Castillo.
Tercer acto: El 11 de junio, el Pleno del Jurado Nacional de Elecciones (JNE) cambió la normativa y amplió hasta las ocho de la noche de ese día el plazo para presentar las nulidades de mesas de sufragio, beneficiando claramente a Fujimori. El plazo había finalizado a la misma hora del 9 de junio. La indignación obligó horas más tarde, a este organismo que se autodefine como “constitucionalmente autónomo que administra justicia en materia electoral garantizando la voluntad popular y el derecho al voto”, a dar marcha atrás. El portal IDL-Reporteros tildó esta maniobra como un “Golpe desde el JNE”.
El exprocurador anticorrupción Ronald Gamarra fue elocuente: “El plazo para la presentación de solicitudes de nulidades de las actas de las mesas de sufragio ya venció, carajo. La reapertura de la misma sería una violación del derecho y la ley, un acto antidemocrático, de parcialización a Fujimori, y acarrearía el descrédito del JNE”.
En ese contexto, Castillo tuiteó: “Tras el retroceso del JNE en la ampliación del plazo para las nulidades, saludo a los/as ciudadanos/as por su activa participación vigilante y pacífica. Asimismo, llamamos al pleno del JNE a garantizar y velar por un proceso electoral limpio y justo. El pueblo peruano lo merece”. Si algo tiene en claro este líder sindical del gremio magisterial más grande del Perú es el valor de la movilización popular en las calles para contrarrestar los abusos del poder.
Cuarto acto: Periodistas y columnistas del Grupo El Comercio denuncian favoritismo grosero y parcialidad hacia Keiko Fujimori. Dos de ellos renuncian a continuar escribiendo columnas para el matutino.
Uno de esos casos fue el de María Alejandra Campos, que así se despedía tras cinco años en El Comercio: “Entre la estela de escombros que dejó esta campaña, se encuentra buena parte de la reputación de los medios de comunicación. Desafortunadamente, los principales medios del país quebraron sus principios rectores e impulsaron una narrativa que promovía la polarización, sin preocuparse por la difusión de la verdad. Tomaron una posición que favorecía evidentemente a una candidata y esta no se transparentó al público. En ese devenir de sesgo editorial, numerosos periodistas a quienes respeto y admiro, que no estaban dispuestos a aceptar esa distorsión de su labor, fueron separados de sus cargos. Aunque siempre he tenido plena libertad en esta columna, el cúmulo de cuestionables decisiones de este conglomerado mediático me impiden sentirme cómoda opinando en uno de sus medios”.
Quinto acto: La victoria de Pedro Castillo abre una etapa nueva en Perú. Un maestro derrotó no sólo a la maquinaria fujimorista, sino también a un establishment temeroso a los cambios estructurales que pueda impulsar. La contienda mostraba, por un lado, a la hija y heredera de un dictador que contó con el apoyo de los poderes y, por el otro, a un sindicalista del magisterio rural de origen campesino, indígena y pobre.
Este contrapunto se reflejó en la segmentación geográfica y por ingresos del voto. Las ciudades y los ricos votando por Fujimori, y las áreas rurales y las regiones más azotadas por la miseria y el hambre volcándose de manera abrumadora por Castillo.
Nadie imaginó que en la primera vuelta electoral del 11 de noviembre Castillo obtendría el primer puesto. Muchos tuvieron que acudir a Google para saber quién es. Cuando se confirmó este inusual balotaje entre opuestos hasta el mismísimo Mario Vargas Llosa, otrora enemigo del clan Fujimori, llamó a votar “ardientemente por Keiko” agitando una voraz campaña sucia para cerrarle el paso al “comunismo”. Una década atrás el autor de La ciudad y los perros había dicho: “Yo por (Keiko) Fujimori no voy a votar nunca. Creo que sería deshonroso que los peruanos reivindicaran una de las dictaduras más atroces que hemos tenido cuyos responsables están además en las cárceles cumpliendo 25 años de condena, empezando por (Alberto) Fujimori, por los crímenes horrendos que cometieron y por los robos espantosos. Yo por eso no votaría jamás”.
A pesar de correr en desventaja, soportar una campaña macartista cargada de odio y racismo, con los medios hegemónicos y los poderes en contra, y con una estructura precaria para afrontar semejante reto, el maestro rural Pedro Castillo es el nuevo presidente de la República de Perú. Ladren lo que ladren los demás.