El título de esta columna puede asociarse con nuevo azote del Covid-19 en América Latina. Sin embargo, esa “segunda ola” se refiere al sigiloso retorno de gobiernos progresistas, el rotundo fracaso de la derecha en la gestión de la cosa pública y de la pandemia, y el escenario electoral en la doble cita del domingo 11 de abril en Ecuador y Perú.
Rememoremos: Con la victoria de Mauricio Macri en diciembre de 2015 se inició un retroceso de tres lustros en la presencia de procesos de cambio inéditos en nuestra región de la mano de líderes excepcionales y carismáticos como Hugo Chávez, Lula Da Silva, Evo Morales, Rafael Correa, Néstor y Cristina Kirchner.
Detrás del empresario argentino tomaron el poder nuevos actores, con proyectos antagónicos y un único objetivo: retornar a la senda neoliberal y destruir los procesos de cambio. En 2018, en Chile, un amigo de Macri y también “as” en los negocios, Sebastián Piñera, asumió la presidencia; un año antes se había consumado la traición de Lenin Moreno a Correa en Ecuador, y el primer día de enero de 2019 el neofascista Jair Bolsonaro asumía en Brasil propulsado por la prensa irresponsable, el lawfare y la proscripción de Lula. Este oscuro panorama recrudeció aún más con el golpe de Estado contra Morales, que propició la llegada de los sectores más conservadores de la vida política boliviana de la mano de Jeanine Añez: una runfla que se alineó en el desvarío de Donald Trump, el Grupo de Lima y la OEA de Luis Almagro. Pero el fracaso rotundo de estas experiencias conservadoras abrió la hendija para el retorno del progresismo, aunque esta nueva oleada muestre liderazgos más moderados y conciliadores que los de antaño.
La revuelta en Chile puede consagrar a mediados de mayo una Asamblea Constituyente para tirar a la basura la Constitución del dictador Augusto Pinochet. En Ecuador, el correísmo tiene grandes chances de retornar al poder de la mano del joven economista Andrés Arauz. En Brasil, se desmoronaron las causas truchas del Lava Jato, Lula salió de la cárcel y podrá ser candidato en 2022. En Argentina, retornó el peronismo tras la catástrofe macrista y Bolivia derrotó heroicamente al golpe de Estado con una victoria monumental en las urnas. Alberto Fernández y Luis Arce representan a cabalidad los nuevos liderazgos de esta segunda ola progresista.
La dramática arremetida del Covid-19 produjo su primera baja electoral: Chile pospuso las elecciones. Ecuador y Perú siguen adelante. Bolivia, tras el contundente retorno del MAS, también dirimirá este domingo en segunda vuelta cuatro gobernaciones (el partido de gobierno ya obtuvo en primer turno tres de nueve y se impuso en 240 alcaldías).
Ecuador, segunda vuelta
Con 17 millones de habitantes, 350.000 casos y 18.000 muertos por Covid-19, Ecuador ha sido uno de los países con más dificultades para afrontar la pandemia. Cinco ministros de Salud pasaron por el cargo en el último año. El segundo turno deparará dos modelos de país completamente contrapuestos. Por un lado, Andrés Arauz (UNES), el delfín de Correa, que realizó una extraordinaria primera vuelta (32,7%) a pesar del acoso y persecución que el correísmo sufrió durante la gestión de Moreno; por el otro, el banquero Guillermo Lasso (CREO), habitual contendiente a la primera magistratura, representante del sector financiero, que entró por centésimas al ballotage (19,7%).
Dos factores serán relevantes para este domingo. Primero, hacia dónde irán los votos del tercero en discordia: Yaku Pérez (19,4%) y el movimiento Pachakutik. No queda claro qué hará la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), en fuerte disputa interna porque en un ampliado anunció el “voto nulo estratégico” pero su presidente, Jaime Vargas, declaró que apoyaba a Arauz. Segundo, el alto porcentaje de indecisos, que oscila entre 15% y 20%.
Como en la primera vuelta, los sondeos erraron bastante (una constante en las últimas elecciones regionales). Algunas encuestas ponen a Arauz hasta a diez puntos sobre Lasso, pero otras hablan de un empate técnico. Lo cierto es que dos modelos contrapuestos se enfrentan este domingo: Revolución Ciudadana, que en diez años de gobierno hizo crecer fuertemente al país, o las huestes neoliberales responsables del mayor quiebre socioeconómico de la historia del Ecuador.
Para entender qué implica un gobierno de Lasso hay que viajar 22 años atrás en el tiempo. En la madrugada del 8 de marzo de 1999, este fungía como superministro de Economía cuando se decretó un feriado bancario que se extendió por cinco días y derivó en el congelamiento masivo de depósitos. Esta medida, que perjudicó a la ciudadanía y enriqueció aún más a la banca, provocó el mayor éxodo de la historia del país: dos millones de ecuatorianos debieron migrar.
Perú, primera vuelta
Con 32 millones de habitantes, un millón y medio de casos y 53.000 muertes por Covid-19, Perú padece una crisis sanitaria intrínsecamente vinculada a su crisis política. La única certeza de este panorama es que habrá segunda vuelta y que la atomización se profundizará. De 18 candidatos presidenciales, solo uno supera y por poco el 10% de los votos, seguido de un pelotón de cinco candidatos apiñados entre los seis y nueve puntos. El margen de error de las encuestas y el 30% de indecisos potencian la incertidumbre.
Desde que Pedro Pablo Kuczynski renunció el 23 de marzo de 2018, Perú es una montaña rusa. Crisis de representación, fragmentación, implosión de los partidos fuertes, instituciones extremadamente débiles. Además, el 9 de noviembre de 2020 cayó el presidente Martín Vizcarra. Hoy el Congreso presenta 11 bancadas: la mayoritaria apenas cuenta con 24 miembros sobre 130. Por ese no debe extrañar que hasta seis candidatos aspiren al ballotage, cinco de ellos se mueven en un arco ideológico de la extrema derecha al centro. Y solo una es abiertamente de izquierda.
El primer lugar, con un discurso nacionalista, lo tiene Yonhy Lescano de Acción Popular, partido que ostenta la primera minoría en el Congreso. Luego, aparecen el multimillonario y miembro del Opus Dei Rafael López Aliaga, que además se autodenomina como “el Bolsonaro peruano”; y Verónika Mendoza, quien plantea la agenda más radical con un fuerte rol del Estado y una Asamblea Constituyente para derogar la Constitución autoritaria de Alberto Fujimori. En 2016, esta joven candidata estuvo a punto de entrar en la segunda vuelta; posteriormente su partido se fraccionó y hoy compite por la tienda Juntos por el Perú.
Debajo de ellos se posiciona el economista neoliberal Hernando De Soto, candidato natural de los sectores acomodados; el exfutbolista y alcalde George Forsyth, con una alianza variopinta de evangélicos y famosos; y, cerrando el pelotón, Keiko Fujimori, que en 2016 estuvo a centésimas de ser presidenta, hoy muestra números magros y está cercada por múltiples causas judiciales.
El sistema electoral indica que para ser consagrado presidente se deberá obtener el 50% de los votos válidos en la primera vuelta. Por lo tanto, la única certeza es que el 6 de junio habrá ballotage.
En un 2021 convulsionado por dificultades y tensiones inéditas y globales, América Latina sigue escribiendo su propio y particular derrotero. En esta segunda ola progresista, ¿para qué lado caerán Ecuador y Perú?