Uno de los más voraces halcones del lobby anticubano es el candidato a ocupar la principal silla del Banco Interamericano de Desarrollo. Estados Unidos rompe así una tradición de seis décadas de presidentes latinoamericanos. El elegido protagonizó un incidente en la asunción de Alberto Fernández. Argentina ratifica la postulación de Gustavo Beliz al cargo. El factor China.

Despedazar tradiciones y tensar la cuerda es regla para Donald Trump. La última: la postulación de su asesor principal para Asuntos del Hemisferio Occidental en el Consejo de Seguridad Nacional a la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Desde su fundación, los titulares de esa institución siempre fueron latinoamericanos.

El aspirante estadounidense es uno de los más duros representantes del anticastrismo de Miami. Hijo de madre cubana y padre español, fue director ejecutivo de Cuba Democracy Advocates en Washington, también se desempeñó como Director Ejecutivo interino de Estados Unidos en el Fondo Monetario Internacional y como asesor principal del Subsecretario de Asuntos Internacionales del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos. Tiene una veintena de menciones en Wikileaks, todas vinculadas a su obsesión: Cuba. También es, junto con el senador cubanoamericano Marco Rubio, uno de los constructores de la campaña para sacar a Nicolás Maduro de la presidencia de Venezuela e imponer en su lugar a Juan Guaidó. Su nombre fue fugazmente famoso en Argentina en diciembre de 2019 cuando se retiró de la asunción del presidente Alberto Fernández ofuscado por la presencia del vicepresidente venezolano Jorge Rodríguez. Se trata de Mauricio Claver-Carone, uno de los más duros críticos de las políticas de Barack Obama por el restablecimiento de relaciones entre los dos países en el 2015.

El 3 de noviembre habrá elecciones en Estados Unidos. Trump se juega su reelección y el rol del estado de Florida es clave. Para ganar de nuevo, necesita solo movilizar a sus bases y desmotivar a las de los demócratas. Nombrar a Claver-Carone es un mensaje más de confrontación y dureza.

El BID, con sede en Washington, fue fundado en 1959 y siempre ha sido comandado por un latinoamericano. Ha tenido cuatro presidentes: el chileno Felipe Herrera (1960-1970), el mexicano Antonio Ortiz Mena (1970-1988), el uruguayo Enrique Iglesias (1988-2005) y el colombiano Luis Alberto Moreno (2005-2020). ¿Por qué Trump quiere cambiar este acuerdo histórico?

Cortocircuitos

El Nuevo Herald de Miami retrató cortocircuitos entre la Casa Blanca y el BID: “El gobierno de Trump propuso discretamente a Claver-Carone para la vicepresidencia del banco a principios de año, pero Moreno rechazó esa candidatura. Según una persona enterada de la situación, Moreno consideró las políticas de línea dura de Claver-Carone incompatibles con la misión de desarrollo del banco”.

El cambio de consenso también debe obligar a la región a una autocrítica. Se ha desintegrado el multilateralismo. Nunca América Latina estuvo tan dividida, con una crisis estructural preocupante que muestra diferencias conceptuales y de estilos de liderazgo. Se han desarmado los mecanismos de colaboración y coordinación regional. Hoy Unasur, Celac y hasta el propio Mercosur son meros sellos. La jugada Claver-Carone confirma este dato, y Trump es pragmatismo puro y duro: si pongo la plata por qué no voy a conducir.

Son 48 los países miembros del BID. 26 de América Latina y el Caribe, que poseen el 50,2% del poder del voto (por ejemplo, Argentina y Brasil tienen el 11,4%; México el 7,3%; Venezuela el 3,4%); Estados Unidos concentra el 30% y Canadá el 4%; por último, los 20 países que no pertenecen a la región concentran el 16%. Si América Latina y el Caribe estuvieran unidos serían un dique de contención para las aspiraciones de Washington.

Esta representatividad ubica al BID en una dirección más progresista que otros mecanismos supranacionales. Que los países de la región tengan más del 50% de los votos así lo demuestra. Por ejemplo, en el FMI toda decisión relevante se tiene que hacer con el 85% de los votos: Estados Unidos tiene el 16%, es decir, poder de veto. O como en la OEA, en la que Estados Unidos y Brasil aportan el 70% del presupuesto.

En septiembre se elige al nuevo mandamás. El candidato de Trump, según diferentes medios, ya ha recibido el apoyo de varios gobiernos derechistas como los de Brasil, Colombia, Chile, Uruguay, Ecuador, Paraguay, Bolivia, El Salvador, Honduras y Haití. Se necesita una doble condición para obtener la presidencia: alcanzar el voto de al menos 15 países de la región y que estos sumen el 50% más uno del paquete accionario.

En relación a esto, en una entrevista para la agencia EFE, Claver-Carone aseguró: “Ya son quince países los que nos han dicho en público o en privado que apoyan la candidatura, y francamente me siento muy halagado”. También se refirió al rol clave de Brasil en Sudamérica y de Jamaica en la Caricom para concretar este viraje: “En una llamada, de casualidad, hace dos semanas, el presidente [brasileño, Jair] Bolsonaro le había dicho al presidente Trump que él estaba pensando en un candidato (para el BID), pero que apoyarían a un candidato norteamericano si se presentaba. (…) Ya había habido dos presidentes en particular que me habían llamado, porque como se había anunciado hace meses que a lo mejor yo iba como el “número dos” del BID, me habían preguntado, ¿por qué no aspiras a la presidencia? Y la verdad es que todo fue uniéndose y decidimos hacerlo. (…) Si Dios quiere y ganamos en septiembre, queremos poder empezar a trabajar desde el mismo primero de octubre. (…) Hay unos jóvenes dinámicos que van a ser la próxima generación y queremos usar su energía y sus habilidades. Pienso por ejemplo en Richard Martínez en Ecuador, la ministra [María Antonieta] Alva en Perú, muy dinámica; o Nigel Clarke en Jamaica”.

En la misma entrevista le envió un mensaje a la Argentina: “Aquí lo que queremos francamente no es tener una competencia. Se lo he comunicado al gobierno argentino: nosotros lo que queremos es poder trabajar para el bien de Argentina. Yo tengo un récord de haber ayudado a Argentina. [Durante] mi tiempo en el Fondo Monetario Internacional, fue con buenas intenciones que anunciamos un programa histórico para Argentina”. Cabe recordar que ese crédito fue concedido al gobierno de Mauricio Macri en junio de 2018.

Fuentes de la Cancillería argentina ratificaron al autor: “Nosotros creemos que Gustavo Beliz es el mejor candidato y estamos trabajando en una hoja de ruta destinada a fortalecer su candidatura”.

Claver-Carone ha dedicado su vida a atacar cualquier política de distensión entre La Habana y Washington y a profundizar el bloqueo económico contra Cuba. Es uno de los diseñadores de la cruzada de “máxima presión” contra Nicolás Maduro.

Si accede a la presidencia del BID, ¿seguirá liderando el Comité de Acción Política Democracia Cuba-Estados Unidos (US-Cuba Democracy PAC), cuya inspiración es la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) que ha financiado actos terroristas contra Cuba?

En su edición del 12 de septiembre de 2018, Progreso Humano, medio digital de Florida, se refería al nombramiento de Claver-Carone como nuevo director principal de Asuntos del Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional en estos términos: “Al final, Claver-Carone puede haber encontrado un lugar de aterrizaje perfecto en el gobierno con una administración que no respeta a nadie e impone su voluntad mediante el acoso y la jactancia. Claver-Carone, como su nuevo amo, es un firme defensor del terrorismo y del derrocamiento de gobiernos que EE.UU. no puede controlar por ningún medio posible”. ¿El BID será una mejor plataforma aún?

Una fuente en un organismo internacional en Washington señaló al autor: “la OEA tiene la observación electoral pero no tiene una capacidad fuerte de estabilización macroeconómica como sí la tiene un banco de desarrollo con capacidad estratégica para destinar recursos, aprobar operaciones, obras de infraestructura; capacidad de concentrarse en la conectividad entre las regiones de América, de otorgar facilidades para países en crisis, como fue el caso pos-terremoto en Haití”.

Factor China

Pero también su candidatura apunta a China, cuya influencia en la región aumenta y cuyo volumen de inversión preocupa a Estados Unidos. Trump y sus asesores ven a Pekin en términos de política doméstica. Con el BID no alcanza para competir con los bancos chinos, pero luce como una herramienta eficaz para atraer al electorado.

El 22 y 23 de enero de 2018 en Santiago de Chile se realizó la Segunda Reunión Ministerial entre la Celac y China, que dejó este fragmento en el documento final: “Los países de América Latina y el Caribe forman parte de la extensión natural de la Ruta de la Seda Marítima y son participantes indispensables de la cooperación internacional de la Franja y la Ruta”. Estados Unidos reaccionó airadamente a través del entonces secretario de Estado, Rex Tillerson, en un discurso pronunciado en la Universidad de Texas el 1º de febrero de 2018 con estas palabras: “América Latina no necesita un nuevo poder imperial que solo busque beneficiar a su propia gente (…) China ofrece la apariencia de un camino atractivo para el desarrollo, pero esto en realidad implica a menudo el intercambio de ganancias a corto plazo por la dependencia a largo plazo”. ¿El BID entonces constituye para Estados Unidos un instrumento para su disputa interimperialista con China?

En una nota de opinión de Claver-Carone, publicada el 2 julio de 2011 en el New York Times, mostraba ya que a sus obsesiones cubano-venezolanas se agregaba China. Allí repudiaba el compromiso de la administración Obama “con una de las dictaduras más represivas y sin embargo lucrativas” que es “ejemplo para los tiranos del mundo” y que “la tímida respuesta de la comunidad internacional permitió que las aspiraciones a favor de la reforma democrática fueran suplantadas por las aspiraciones y prioridades económicas de las corporaciones multinacionales y sus socios oficiales chinos”. Aseveró que el gigante asiático estaba “manteniendo a Estados Unidos como rehén”.

Esta semana Trump, como lo hizo anteriormente con la OMS, disparó contra la OMC. El problema para el mandatario estadounidense es el rol de China en las organizaciones mundiales de la salud y el comercio.

Lo que preocupa es la debilidad relativa que detentan los países de la región si aceptan ciegamente a un candidato ultraconservador que puede quedarse sin sustento un mes después de haber asumido. Un escenario factible si Trump pierde las elecciones (los primeros sondeos lo dan 13 puntos por debajo de Joe Biden). Paralelamente, The Economist propuso extender el mandato de Moreno hasta que se aclaren las aguas electorales.

Parece, entonces, que el BID también puede ser una plataforma en la nueva guerra fría con China.