Se calcina el mayor pulmón de la Tierra, pero la respuesta de Jair Messias Bolsonaro es fingir demencia. El proyecto del gobierno es la depredación de la Amazonia y la persecución de sus habitantes ancestrales.

Desde que Bolsonaro llegó al Palacio Planalto el 1 de enero de 2019, la política para el sector medioambiental ha sido básicamente su supresión: relajación de los controles, deforestación salvaje, persecución a los defensores de la tierra, amenaza sobre las tierras indígenas protegidas y aval para la minería ilegal. “Hay mucha tierra para poco indígena”, amenazó el presidente ultraderechista.

Dos proyectos contrapuestos pugnan por la Amazonia brasileña, que ocupa 1,5 millones de kilómetros cuadrados de ocho estados (provincias): Acre, Amapá, Amazonas, Mato Grosso, Mato Grosso do Sul, Pará, Rondônia y Roraima. Uno es el que encarna Bolsonaro, avalado por los representantes de los agronegocios, la minería y el aparato militar, que pretende avanzar en infraestructura, hidroeléctricas, carreteras, puentes y sistemas defensivos castrenses sobre la Amazonia para su explotación extensiva. Un plan de negocios multimillonario a costa de la sobrevida de los bosques tropicales, la fauna, el agua y las poblaciones originaria. El otro plan, de carácter internacionalista, busca la preservación de ese bosque y de las 315 comunidades originarias que lo habitan. Pretende un sistema de protección que abarque otras áreas naturales del continente. Es que en Sudamérica están cinco de los diez países con mayor índice de biodiversidad del mundo, lo que se traduce en el cuarenta por ciento de la diversidad biológica del planeta.

El ultraliberalismo de Bolsonaro pretende deforestar la Amazonia para beneficiar a sectores concentrados de la economía. Demuestra, además, el odio que profesa por las culturas originarias y la negligencia ante las nefastas consecuencias que provoca en el mundo la deforestación del máximo pulmón del planeta. “Donde hay tierra indígena, hay riqueza debajo. No va a haber un centímetro demarcado para reserva indígena”, había amenazado en plena campaña electoral.

Los asesinatos a líderes indígenas y defensores de la tierra son habituales en Brasil, país que junto a Colombia lidera este triste ranking. La impunidad por estos crímenes en el gigante sudamericano supera el 90 por ciento de los casos.

Las imágenes del satélite Aqua de la NASA muestran un planeta con dos grandes focos rojos. Esos puntos activos de calor se concentran en Sudamérica y en el centro de África. En el caso de la Amazonia los incendios ya son más de ochenta mil. El Instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE) afirma que Brasil está ante una ola de incendios récord en su historia. La Amazonia contiene el mayor número de especies vivas en todo el mundo y desempeña un papel fundamental en la regulación del clima regional, actuando como sumidero de gas carbónico.

Ahora, una investigación del opositor Partido Socialismo y Libertad (PSOL) denunció que desde el 1 de enero de este año el presupuesto del Instituto Brasilero de Medio Ambiente (Ibama) se ha reducido en un 25 por ciento, y similar porcentaje ocurrió con el financiamiento para la prevención y el control de incendios forestales. Ya se perdieron 12.000 kilómetros cuadrados de Amazonas este año.

Con Bolsonaro cayeron todos los controles para evitar la destrucción de las selvas y bosques. Según datos del Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE), la tala se disparó el pasado julio. En comparación al mismo mes de 2018, creció 278 por ciento. Estos datos oficiales provocaron la ira del presidente, quien destituyó a Ricardo Osorio Galvao, director del INPE. La agencia estatal divulgó que desde enero esta práctica letal para el medio ambiente aumentó en un 39 por ciento respecto al mismo periodo del año pasado.

El informe del PSOL señala que Ibama emplea a unos 780 agentes de vigilancia, es decir, uno por cada 11.000 kilómetros cuadrados. “Casi la cuarta parte de ellos pueden ser pasados a retiro en cualquier momento”.

El sitio especializado InfoAmazonia (https://infoamazonia.org), una red de organizaciones y periodistas que ofrecen actualizaciones constantes sobre el mayor bosque tropical del planeta, denuncia que en este momento “existe una relación directa entre el aumento de la quema y el crecimiento de la deforestación” ya que “de los diez municipios que registraron los incendios más extensos en 2019, siete están en la lista de municipios con el mayor número de advertencias de deforestación. Los otros tres municipios de la lista pertenecen al Bioma Cerrado, el segundo ecosistema más grande de ese país, compuesto en su mayoría por sabanas”.

El exministro de Educación de Lula, Cristovam Buarque, dijo en el año 2000 ante un auditorio universitario en los Estados Unidos: “Si la Amazonia es una reserva para todos los seres humanos, ella no puede ser quemada por la voluntad de un propietario o de un país. Quemar la Amazonia es tan grave como el desempleo provocado por las decisiones arbitrarias de los especuladores globales. No podemos dejar que las reservas financieras sirvan para quemar países enteros en medio de la especulación”.