Al igual que ocurrió con las primarias en La Pampa y con los comicios en Neuquén, al ir desdobladas de la elección nacional las próximas elecciones en Río Negro cobran un valor específico, ya que se desprenden de polémicas y debates nacionales y al mismo tiempo dejan al descubierto una realidad regional singular.

Río Negro forma parte del primer batallón de provincias que lleva adelante el proceso electoral de este año. Y esta característica de agenda convierte a la venidera y cercana elección del 7 de abril en un hecho importante de la política nacional. Como en otros distritos, como en casi todo el universo político y, a esta altura, como un dato innegable de la vida misma, la llamada “grieta” atraviesa la consulta electoral rionegrina. De un lado, las fuerzas del FpV, un frente bien construido desde el PJ y su candidato, el intendente de General Roca Martìn Soria; del otro, y semejando lo ocurrido en Neuquén, no Cambiemos, que es la franquicia macrista oficial, sino Juntos Somos Río Negro, el partido de gobierno provincial y su ahora y reciente candidata Arabela Carreras. Siente esta cronista –y no cree ser muy original en esto– que en la Casa Rosada verían con mucha más alegría un triunfo de Juntos que el pesar que puede provocarles un tercer y alejado puesto de sus candidatos propios.

El caso de Río Negro es muy particular, condimentado por los hechos de los últimos días. El pronóstico sobre las elecciones a gobernador estaba en principio muy parejo entre el Frente para la Victoria, con su fórmula integrada por Martín Soria y Magdalena Odarda, y Juntos Somos Río Negro, que proponía la fórmula encabezada por el gobernador Alberto Weretilneck y Arabela Carreras como candidata a vice. Los dos encuestadores provinciales más importantes, Pablo Gustavo Díaz y Ricardo Vignoni, daban hasta hace unas semanas una paridad clara entre los dos candidatos, con solo dos o tres puntos de ventaja para Weretilneck. El reciente fallo de la Corte Suprema rechazando la candidatura del actual gobernador –por haber cumplido ya dos períodos al frente del ejecutivo provincial– trastoca en buena medida la situación inicial.

Magdalena Odarda y Martín Soria

En términos políticos, un hecho a destacar es el gran frente que organizó el peronismo alrededor de Martín Soria, con más de veinticinco organizaciones políticas, sociales, comunales y gremiales, la presencia de todos los partidos que a nivel nacional integran el FpV –el Partido Socialista, Nuevo Encuentro, Frente Grande, Acción Democrática– y el pronunciamiento de los gremios más importantes de la CGT para acompañarlos; sin embargo, el partido del gobernador aún corre con una leve ventaja por el hecho de tener una mejor performance en cuanto a manejo de recursos económicos y de agenda política, como las inauguraciones de obra pública. Siempre, en todo el mundo y en cualquier momento de la historia, los oficialismos suman un poco más.

La propuesta más débil en torno a la oferta electoral de Río Negro es sin duda la de Cambiemos. Con candidatos que son casi desconocidos por los votantes, un partido inexistente que está intervenido y que no ha podido normalizarse, y la imagen del presidente Macri –que debe ser en esta provincia la más baja de todo el país–, es muy complicado que Cambiemos pueda ofrecer una alternativa con vocación de poder que lo saque de esa carencia de espíritu y capacidad organizativa que ha mostrado a nivel provincial durante los últimos años. En las dos encuestas mencionadas aparece la fuerza Cambiemos, liderada por la radical Lorena Matzen, con catorce o quince puntos. Esos puntos se reducirán a menos de diez porque, como cada vez que en la historia de nuestro país se vota por el peronismo o contra el peronismo, serán votos que se traspasarán al candidato que le pueda ganar al que mejor representa las banderas del peronismo. O sea, hay ahí otra ventaja para el partido del actual gobernador.

El frente que armó el peronismo en la provincia es muy potente. Tiene un buen desarrollo territorial, con base de sustentación y de infraestructura en función de los partidos locales e incluso recibe el apoyo oficial de una CGT rionegrina que, si bien no atraviesa sus mejores momentos en cuanto a consideración de la gente, puede aportar algunos votos y un nivel de “aparato” tan necesario cuando de hacer elecciones se trata. El gremio más importante, no tanto por su volumen sino por la calidad de sus dirigentes, es el de Camioneros, cuyo líder Rubén Belich apoya totalmente al candidato peronista.

En tal sentido, el peronismo en Río Negro tiene chances de hacer una buena elección, en la medida en que su candidato Martín Soria pueda jugar con alguna variable más que el apellido prestigioso y su exitosa intendencia en Roca. Existen en la provincia estructuras absolutamente debilitadas desde hace años –del mismo modo que en otras provincias de la región– que tienen que ver con la distribución del ingreso, la pobreza, el manejo concentrado de los factores principales de las economías regionales, como lo son el petróleo, la fruta y la pesca. Postergaciones que, si el peronismo sabe reclamar en tanto oposición y ofrecer alternativas, podría aparecer como la opción confiable en tanto constructor de políticas públicas que modifiquen estas postergaciones.

Por otro lado, Soria deberá abrir el juego para dentro del PJ y terminar de reafirmar a su compañera de fórmula Magdalena Odarda, que aporta entre cuatro y cinco puntos pero que algunos compañeros históricos del PJ en toda la provincia consideran que resta a la propuesta, porque recuerdan que en 2015 la candidata acompañó como colectora de Cambiemos a los radicales en Viedma, incidiendo claramente para que la capital de la provincia no quede en manos peronistas. Se rumorean venganzas y no es de extrañar que en Viedma el oficialismo haga una elección excelente.

Además, en los últimos tiempos de campaña el FpV, tal vez mal asesorado o sin asesoramiento profesional alguno, dedicó sus esfuerzos a judicializar la campaña centrando el accionar en la presentación constante de medidas legales para impedir que Weretilneck sea candidato. Cuestión en la que se anotó un triunfo ante la decisión de la Corte Suprema, pero que le dejó al inhibido gobernador la bandera del federalismo contra el centralismo porteño y la posibilidad de agitar una supuesta proscripción, victimización que siempre paga algunos dividendos. Desde hace unos días, la campaña tiene como eje estos temas, y la figura de Weretilneck, aun no siendo candidato, aparece en todos los afiches y publicidades electorales (Weretilneck goza –él, no su gobierno– de una tremenda imagen positiva, que supera a CFK, que es quien tiene en la provincia la imagen más alta: algo así como 60% CFK, 63% Weretilneck). Juntos Somos Río Negro utiliza correctamente esa baza, y el escaso tiempo que transcurre entre la inhibición y las elecciones juega a su favor, ya que la campaña estaba hecha con el gobernador como figura clave y el activo más importante para su espacio. Ahora, piensan en campamentos oficialistas, “solo resta llevar a Arabela en brazos de Alberto estos pocos días”.

En términos de su figura, Martín Soria –y esto es necesario entenderlo, no hago psicología sino periodismo– tiene que lidiar con una altivez notoria, que le juega más de una vez en contra; no habla con la dirigencia peronista, es como que decidió “pasar a valores” a toda una generación que militaba con su padre. Pero es carismático, tiene buena presencia, es estéticamente muy vendible. Su discurso es, sin embargo, mediano, no tan bueno como se podría esperar, en la medida que no plantea cosas muy concretas, se la ha pasado descalificando a Weretilneck y al gobierno provincial, y muchas de las cosas que plantea como críticas en general tienen, en el debate, respuestas del gobierno que, al expresarlas, lo hacen quedar como que no “estudió” lo suficiente; es decir, ataca determinada cuestión sobre vivienda o educación y le contestan con números de vivienda y de educación, por lo que la suya aparece como una crítica desde la política, no siempre sustentada en una inteligencia de recolección de datos duros.

Alberto Wereltineck y Arabela Carreras

Como fuere, en pocos días cambió el panorama y si hasta acá Weretilneck y su partido Juntos se encaminaba hacia una posible y esperada victoria, el controvertido fallo de la Corte Suprema de la Naciòn (dividido y con resultado 3 a 2) sacó al gobernador de su zona de confort y lo obligó a mover en 48 horas todas sus piezas. Elige a Arabela Carreras como candidata, con lo que incorpora el valor de impulsar una mujer –dato no menor en tiempos de feminismo–, a la vez que pretende consolidar su posición en Bariloche de donde es oriunda la novedosa candidata e incorpora a la fórmula como vice a Alejandro Palmieri, roquense, actual legislador provincial y hombre formado en la administración municipal de General Roca junto al entonces Intendente Carlos Soria, el Soria original y ya casi mítica figura en la provincia. Otro dato no menor. Con esto Weretilneck va a disputarle votos a Martín Soria no solo en su propia ciudad sino en algunos bolsones peronistas que no se sintieron ni convocados ni tenidos en cuenta a la hora de armar listas del FpV.

Por su parte, un papel importante va a jugar el actual vicegobernador Pedro Pesatti, hombre de Viedma, que es peronista, “casi” kirchnerista silvestre –si así se puede definir–, que lo dice y ataca a Macri, y que va a encabezar la lista de legisladores provinciales de Juntos Somos Río Negro. Finalmente, en relación con el oficialismo, hay que sumarle el apoyo extraoficial de ATE, sindicato que a través de su dirigente Rodolfo Aguiar (que además es un dirigente nacional de ATE y de la CTA), ha dejado entrever que apoya a Weretilneck. Si bien esto no se traduce tanto en cantidad de votos –porque UPCN apoya al FpV–, puede aportarle una militancia con un tinte más progresista y de izquierda del que muestran habitualmente los seguidores del actual gobernador.

La confianza entre los seguidores del FpV es inmensa; la seguridad de su triunfo entre los “albertistas” no le va en saga. Ahora bien, puede ser interesante aportar algunos elementos más, para aclarar situaciones de variada interpretación política. Martìn Soria no termina de entusiasmar a los cristinistas cerriles, cuya presencia en la lista de legisladores es casi inexistente. La Cámpora provincial, si bien escasa de importancia pero bien expresada por su máximo dirigente, el diputado nacional Martìn Doñate, no hace gala de mucha presencia en la campaña. Esto puede significar que una derrota del FpV no necesariamente empañe a CFK, quien, a diferencia de lo hecho en Neuquén, no se ha pronunciado en apoyo a Martín Soria. Ni tampoco el joven candidato mostró mayor interés en marcar cercanía con el ex presidenta. “Soy peronista”, repite al ser consultado y “es muy temprano para definirme nacionalmente”, aclara cuando le preguntan por Cristina. Nada que entusiasme mucho a los muchos cristinistas que hay en Río Negro.

Para concluir, esta elección enrarecida por lo judicial arroja alguna lectura más audaz. Con Alberto Weretilneck de candidato, que Martín Soria pierda frente a los recursos de un fuerte oficialismo era triste pero no dramático. La juventud del desafiante peronista tenía varios turnos más para aguardar su chance. Lo que convertiría un simple resultado electoral adverso en un infortunio, tal vez eterno, sería perder, pero con los “suplentes”.