Blancos, poderosos, ricos. Y racistas. La reunión de la OTAN en Madrid cerró con una foto grupal sonriente de los mandatarios de los 30 países que integran la Alianza y un documento estratégico de 16 páginas que a su tradicional hipótesis de conflicto (Rusia) le agregó un par de nuevos enemigos. Ratificando el rumbo militarista como forma de dirimir los conflictos en vez del diálogo y la diplomacia, con la excusa de la guerra en Ucrania para aumentar el gasto y la presencia militar, más la aparición por primera vez de China como un “desafío sistémico para la seguridad euroatlántica”, la nueva amenaza es la migración.

El mundo es cada vez más desigual e injusto, pero para los señores de la guerra el problema es aquel que debe sufrir el destierro. La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) informó que las 89,3 millones de personas desplazadas por la fuerza en todo el mundo a finales de 2021 como resultado de persecución, conflicto, violencia o violaciones a los derechos humanos, constituyen un nuevo y triste récord. En confluencia con esto, en los últimos dos años ha surgido un nuevo milmillonario cada 30 horas, y en el otro extremo, un millón de personas cayeron en la extrema pobreza cada 33 horas.

La broma macabra de la XXX Cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, expuesta brutalmente en “OTAN 2022 – Concepto estratégico”, que llama a reforzar el “flanco sur” de Europa, ocurrió solo cinco días después de la masacre contra seres humanos que intentaron saltar la valla que separa Nador, en Marruecos, de Melilla, territorio español en África. En su mayoría migrantes que huían de la guerra en Sudán, 37 de ellos murieron, según la organización Caminando Fronteras. Las imágenes de la brutalidad policial marroquí y las devoluciones ilegales de los uniformados españoles no hicieron mella en los líderes de la OTAN. Menos aún en el presidente Pedro Sánchez, que calificó el accionar de las fuerzas de seguridad de la dictadura del reino de Marruecos como “extraordinaria” y “bien resuelta”. En ese corazón no hay vida. Ya sabemos, son negros; si fueran blancos y ucranianos, alfombra roja.

No debería extrañar la actitud de Sánchez, que hace unos meses destruyó la construcción histórica de España con la República Árabe Democrática Saharaui y se arrodilló ante el dictador Mohamed VI de Marruecos. Los derechos a la independencia saharaui fueron mancillados y sacrificados en pos de la “seguridad en la frontera sur”. Y en la Cumbre de los señores de la guerra, otra traición fue consumada. Finlandia y Suecia, esos estados tan modernos y admirados, sacrificaron a los kurdos (los que más valientemente enfrentaron al Estado Islámico) a cambio del levantamiento del veto de Turquía al ingreso de los dos países nórdicos a la OTAN. Otro gran gesto hacia un demócrata como Recep Tayyip Erdoğan.

España quedó tan contenta con los resultados de la Cumbre que el Ministerio de Relaciones Exteriores publicó una comunicación exultante: “La OTAN adopta el Concepto Estratégico de Madrid en una Cumbre histórica”. Y sigue: “Ha sido un éxito para España y una muestra de la unidad sin fisuras de los Estados miembros”.

El 26 de junio se produjo en Madrid una manifestación contra la masacre de Melilla. Y voy a reproducir alguno de esos testimonios, todos ellos de ciudadanos africanos que emigraron a España.

“Si dices que la actuación estuvo bien resuelta y que fue extraordinaria por parte de la policía marroquí y española y no haces ninguna mención a los muertos eso habla de la inhumanidad. Pedro Sánchez ya es indistinguible de la extrema derecha, su máscara se ha caído”.

“Yo esperaba que Abascal (líder de la formación ultraderechista VOX) dijera cosas, no me sorprende, pero que lo haga Pedro Sánchez, cuyo partido (PSOE) ha recibido el voto de la mayoría de las ciudadanas y ciudadanos africanos que tienen la nacionalidad, es una vergüenza”.

“La reacción de la Unión Europea, la ciudadanía, la prensa, eso sí que me estremece”.

“Estamos con mucho dolor y mucha tristeza, lo que pasa es inhumano, estos asesinatos son horrorosos y ver a un presidente aplaudir”.

“Primero indignación, luego vergüenza, Europa y Occidente han perdido la vergüenza. Han creado un problema desde la esclavitud, desde la colonización, han montado dictadores en toda África, pero la gente no puede escaparse de allí. Antes disimulaban un poco, ahora tienen unos sicarios: Marruecos, Mauritania, Ruanda que les hacen la labor sucia y dicen que tienen moral y ética. ¿Masacramos a los ucranianos? No. ¿Masacramos a los negros? Sí. Es racismo institucional. Es una práctica de disuasión: cuantos más matemos, menos van a venir”.