“Vamos allá, cerebro: he oído decir que ciertas personas culpables, viendo teatro, con el mismo artificio de la escena, se han sentido impresionadas hasta el alma, de tal modo que al momento han proclamado sus malas acciones; pues el asesino, aunque no tenga lengua, sabe hablar con un órgano milagroso”.

Hamlet, William Shakespeare

La Ciudad Autónoma de Buenos Aires está gobernada hace trece años por el partido del expresidente Mauricio Macri, aquel que quebró al país en su paso por el gobierno nacional sometiéndolo a una deuda histórica con el FMI y desmantelando todas las políticas a favor de la población empobrecida. Desde 2015 es Horacio Rodríguez Larreta, electo hasta el 2023, el alcalde porteño. Fueron trece años en los que Buenos Aires vio pasar una gestión devastadora para cada una de las razones progresistas: la gentrificación del negocio inmobiliario y los recortes presupuestarios destinados a programas sociales enteros se vieron direccionados a infraestructura específica en los barrios “elegidos”, Metrobus, y demás gastos de publicidad, marketing, campañas, también algunas migajas para mantener entretenida a “la cultura” y, claro, mucha jardinería.

Con la situación de emergencia sanitaria, el maquillaje de confort que ofreció este gobierno y tan mansamente compran los astutos porteños se empieza a ver “corrido” como luego de una resaca de trece años de desmantelamiento sistemático a la educación, la salud, la vivienda, el cuidado. En la desesperación por querer mantener adormecidos y felices a sus votantes, vemos que el jefe de gobierno se dispone incluso a juntar a la población infantil en plazas y dictar en ellas clases para obtener su foto en la tapa del diario cómplice para engañar a los vecinos. Como si la catástrofe global adquiriera un significado especial, incluso con elementos trágicos, la trama del gobierno parece estar descosiéndose por sus propias intrigas palaciegas y su corta estatura política con las demandas de los que menos tienen.

Luego de la presencia y la palabra de referentes de la salud y de los subterráneos de la Ciudad, y tras un breve intervalo, la acción prosigue.

Tercer acto, escena uno: fuera de la escuela, Pablo Francisco narra la tenacidad de los maestros y la crueldad del gobierno porteño

pablo francisco
Pablo Francisco

“Desde que comenzó el aislamiento, los docentes estuvimos más presentes que nunca respecto al trabajo hacia la población y los chicos”, cuenta Pablo Francisco, secretario de Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo de la Unión de Trabajadores de la Educación – UTE. “Con las particularidades del aislamiento, en pocos días adaptamos las clases para poder dictarlas a distancia, con el desafío que eso implica y teniendo también en cuenta que muchos docentes no contaban con los espacios, mobiliario, dispositivos y conectividad adecuados a una demanda específica de las tareas. Tampoco contamos con un plus salarial con el cual sostener los costos de conectividad y compra de dispositivos. Así y todo, las y los docentes construimos las clases a distancia: en los casos de estudiantes que no tenían ni tienen dispositivos ni conectividad, elaboramos material fotocopiado, acercándolo a las escuelas cuando hay entregas de comida, o a las casas de los pibes”.

La educación a distancia conlleva distintas consecuencias para los maestros de la ciudad: la jornada de trabajo no tiene horarios, su comienzo y final se vuelven difusos. Pablo detalla el preocupante impacto de esta dinámica laboral: “se podría hablar de un tiempo líquido en el que la disposición para el trabajo no tiene fin, lo que genera riesgos psicosociales como stress, angustia, producto de las exigencias continuas y del desgaste que implica reconvertir las clases en otros formatos y trabajar sobre esa adaptación”. En esta línea, son las docentes mujeres quienes más sufren los efectos de la situación, con la particularidad de que el ochenta por ciento del campo laboral docente es femenino. “Ya no solo sufren la doble presencia del trabajo docente, sino la triple presencia: ya que el hogar se convirtió en el lugar en el que muchas compañeras deben dedicar tiempo y espacio al trabajo, también a las tareas de cuidado y las tareas domésticas que todavía recaen mayormente sobre el género femenino”, puntualiza Pablo, quien a la par de su participación en el gremio es docente de la Escuela 12 de Villa 21-24.

“Hicimos reclamos para que desde el Estado de la Ciudad se solventen los costos de conectividad, que se aseguren la provisión de dispositivos, que se regule la jornada de educación a distancia”. Durante el mes de junio las respuestas llegaron, pero no desde el gobierno de la Ciudad, sino de Nación. Con el cierre de la paritaria docente en las 24 jurisdicciones educativas del país, los maestros porteños recibieron una suma específica por cargo, y volverán a ser convocados en noviembre para analizar la evolución de este acuerdo y las condiciones laborales del trabajo docente. “Hubo un avance importantísimo con la paritaria para tratar condiciones de trabajo, y en acta, entre otros aspectos, se reconoció como trabajo docente aquel que se realiza a distancia durante la emergencia sanitaria, asegurando plenos derechos sindicales a las y los docentes, estableciendo el derecho a la desconexión y a la pausa para descanso. También en ese acuerdo se estableció que los gobiernos provinciales deben poner a disposición todos los recursos de conectividad y dispositivos”.

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A esta realidad de la Ciudad de Buenos Aires se sumó el dato de los casi diez mil alumnos que no tienen acceso a Internet ni computadoras. La presentación del Ministerio de Educación porteño al gobierno nacional de un protocolo sanitario para “revincular” alumnos que durante estos seis meses quedaron fuera del sistema de enseñanza online dejó al descubierto una realidad compleja sobre las garantías del sistema educativo a los niños en la ciudad más rica de la Argentina. Para Pablo Francisco, las gestiones de Cambiemos en los pasados cuatro años tienen responsabilidad directa en esta situación: Una vez que comenzó la suspensión de clases por el Aislamiento Social Preventivo Obligatorio, inmediatamente advertimos las consecuencias del desmantelamiento del programa Conectar Igualdad durante la presidencia de Macri, al igual que la discontinuidad del Plan Sarmiento en la Ciudad de Buenos Aires”. Ambos desguaces fueron en paralelo y dejaron la provisión y el acceso suspendido para los alumnos en la Ciudad. “Ahora quedó a la vista que diez mil pibes y pibas de la Ciudad de Buenos Aires no tiene conectividad. Es algo que venía pasando desde hace tiempo, que nosotros advertíamos, pero que emerge con fuerza ante esta situación crítica de la pandemia”.

Los docentes organizados no solo fueron los primeros en advertirlo, incluso acudieron a los tribunales porteños. “La Justicia falló a favor de la presentación que hicimos los docentes e intimó a entregar computadoras a las y los estudiantes durante la emergencia sanitaria. Larreta no solo incumplió este fallo, sino que lo apeló y pidió la recusación del juez. Esto nos deja ver, una vez más, las prioridades del jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires”.

Como si hubiese resultado poco este escenario de la judicialización, el jefe de gobierno junto con Soledad Acuña, la ministra de Educación porteña, salen a escena ante los medios mostrándose preocupados y proponen abrir las escuelas para que los chicos sin conectividad –a quienes no les ofrecieron las computadoras para cursar las clases desde sus casas– accedan a los espacios digitales de las propias escuelas pidiendo un turno previo telefónicamente o por Internet. El colmo del cinismo y la precariedad hace enfurecer al coro vestido de blanco. “Esa medida implicaba hacer viajar a los chicos juntos a sus padres o madres o quien pudiera llevarlos hasta el colegio y exponerlos al riesgo de contagiar a toda la familia de Covid. No solo nos pareció un despropósito, comprendimos que este gobierno macrista estaba dispuesto a profundizar lo que entre los docentes llamamos ‘la pedagogía de la crueldad’”, afirman los maestros, al tiempo que el ministerio de Educación Nacional, en una comisión encabezada por su titular Nicolás Trotta, desestimó el protocolo porteño que consistía en la reapertura de establecimientos educativos como espacios digitales.

Casi en el paroxismo del no-dialogo, el gobierno porteño arremetió con su capricho. Relata Pablo: “Rodríguez Larreta volvió a la carga con una propuesta de vuelta a clases presenciales en espacios públicos –plazas, parques–, retomando la idea de exponer a los pibes y pibas y no comprendiendo que la escuela no es abrir edificios escolares o poner pupitres en una calle o en una plaza para la foto de la tapa del diario. La escuela la constituimos las y los docentes de la ciudad, los no docentes, los estudiantes, las familias: constituimos una comunidad educativa que con mucho esfuerzo está organizando las clases a distancia, el contacto con las familias, el vínculo real y necesario para abordar la emergencia sanitaria”.

Tercer acto, escena dos: en la plaza Dorrego de San Telmo se desarrolla una asamblea de feriantes, Javier se acerca y cuenta lo que está sucediendo

“Hace seis meses que no trabajamos. No solo muchos no han podido acceder al IFE, sino que únicamente hemos recibido dos cajas de comida por parte del gobierno de la ciudad”. Javier Piedra es artesano de la feria de San Telmo y comenta el preocupante escenario social de muchos vecinos de uno de los barrios porteños más emblemáticos: “hay un colectivo desesperado con situaciones de abandono de la vivienda, de hoteles. Salen a la calle escondidos porque se ha hecho intolerable: gente con hijos, algunos que han sufrido el Covid. Y cuando se juntan dos o tres con la intención de tirar un paño, inmediatamente vienen de la Ciudad, acompañados de la Policía, con una violencia descomunal”.

La problemática de los feriantes con el gobierno de la Ciudad no surgió a partir de la situación de la pandemia, sino que se origina con un proceso de cambio estructural que impacta particularmente –pero no solo– la zona de San Telmo. Responde a una visión de la ciudad, a una concepción del uso del espacio público habilitado solo para tránsito y consumo. “Empezó con el cambio en el Mercado de San Telmo”, explica Javier. “El Mercado tiene un auge y se produce un cambio estructural sacando los antiguos puestos y poniendo puestos de comida. Una estrategia que reproduce los nuevos formatos europeos. Hay una visión sobre el gasto en gastronomía los fines de semana en la feria de San Telmo –que se vuelve cada vez más lucrativo– y, entonces, deciden desocupar prácticamente tres cuadras más sobre la salida del Mercado por la calle Defensa, con la intención de poner food trucks. Se establece un precio para los food truks, te cobran el alquiler de piso, esto es, por ocupar un espacio en la calle con tu camioneta de comida. Se peatonalizan las calles y prácticamente el espacio público está regido por este sentido comercial. Entonces, a Defensa desde Humberto Primo hasta Independencia la limpian de artesanos. Los puestos primero los sacan con advertencias, después con la Policía y, finalmente, con la infantería. Esto recibe, después, una serie de tratamientos para que la gente se pueda acomodar en distintas ferias y esas calles quedan vacías. También se da una lucha de poderes alrededor de la Plaza, porque los anticuarios no quieren a los artesanos sobre la calle frente a los negocios, la sienten como una pérdida de estatus. Ahora el boom de la peatonalización llegó a la calle Bolívar, con las mesas en la calle”.

El problema, con matices, abarca a los distintos barrios de Ciudad de Buenos Aires. “La pandemia involucró a todos los barrios. Palermo, por ejemplo, con las ferias de Plaza Serrano o Plaza Borges, y a las distintas ferias: las de artesanos y las de artesano-manualistas. Primero, por la pandemia en sí. Y luego también porque, al sacar las mesas a la calle, quedan afuera del circuito y no se sabe dónde van a funcionar. Tampoco hay respuestas para los artesanos de La Boca, para los artesanos de Caminito. Tampoco ayuda, en este sentido, que no haya una unidad de criterios entre todos los colectivos de las ferias, o una base ideológica homogénea entre la gente. Son problemas estructurales en los cuales el gobierno de la Ciudad hace hincapié. Hay un rumor, incluso, de que se va a hacer un cruce de datos para que las personas con domicilio en provincia no puedan participar en las ferias”.

Frente a esta realidad, se están trabajando los protocolos para retomar el trabajo con cada feria, porque cada una tiene su particularidad, sus delegados y decide de acuerdo a ello. Se ha aceptado esta semana un primer protocolo acordado con los feriantes de la calle Defensa para el lado de Plaza de Mayo, es decir, la que corresponde a Monserrat. “Se están armando los protocolos mediante zoom”, explica Javier, “después de una serie de reclamos continuos, porque no hubo una respuesta inmediata ante meses de pandemia, mientras el Mercado de San Telmo se ha abierto no solo por fuera sino que circulan fotos de gente comiendo dentro del Mercado. Por otro lado, muchos de los feriantes son mayores, por lo tanto personas de riesgo, con lo cual hay que ser muy claros en cómo hacer los protocolos para el armado de los puestos”.

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La visión sobre los feriantes se inscribe sobre una tradición del gobierno de la Ciudad que trata a los trabajadores del espacio público solo como potenciales problemas y, en consecuencia, acciona una política sistemática de restricción del espacio que solo queda a disposición del usufructo privado. Esto queda en evidencia con el cambio del área de gobierno con la que los feriantes tienen que trabajar todas sus demandas: “pasamos a pertenecer a Paisaje Urbano”, cuenta Javier el artesano, “que nos da un tratamiento totalmente diferente porque la actividad artística no tiene nada que ver con el paisaje. Se olvidan que el boom de San Telmo fue gracias a esas movidas. Que es una de las ferias más grandes del mundo por lo artesanal. Se la vende así en las revistas internacionales. Porque el Rastro de Madrid es de reventa de cosas viejas, no es artesanal. Este es uno de los pocos espacios en el mundo donde hay más de veinte cuadras de una feria artesanal. Se olvidan de las ganancias que la feria le ha dado a toda la ciudad, al mismo gobierno, porque es uno de los polos de turismo más importante gracias a eso. Pero parece que ahora la comida, más el interés de no apostar a la cultura, les deja más rédito”.

Durante estos meses, las fuerzas sociales de la ciudad reclamaron al gobierno porteño que implemente un IFE y un ATP propio de CABA para complementar la ayuda proveniente de Nación y poder sostener el aislamiento, sobre todo en este momento que es el pico de la pandemia. Pero, como aclaró Pablo el docente, “este gobierno de derecha no tiene una mirada social sobre los problemas, tiene una mirada mercantilista que promueve el ‘sálvense quien pueda’. Hoy en día, comerciantes y trabajadores que necesitan ganarse la plata día a día, como los artesanos, tiene que salir y arreglarse como puedan. Desde las escuelas estamos en vínculo directo con las familias. Y ante la intención del gobierno de la Ciudad de abrir se reforzaron estos vínculos. Hay una posición rotunda de la comunidad educativa de no volver a la escuela durante la pandemia a las clases presenciales. Nosotros somos la solidaridad del cuidado que no promueven desde este gobierno de Buenos Aires, lo consolidamos en los barrios, con las familias”.

Sale de escena caminando despacio Javier mientras cita al Macbeth de Shakespeare: “Te asombras de mis palabras, pero estate tranquilo: las cosas mal empezadas se fortalecen con el mal: así que, por favor, ven conmigo”. Mientras, la luz se apaga tenuemente, y se escucha la voz en off del jefe de gobierno porteño ordenando cifras y discursos. La plaza se va plagando de mesas y sillas, también carteles que rezan “Si querés vivir como en CABA, votá como los porteños” caen desde bambalinas.

Todo parece un gran acto de reafirmación y autoayuda colectiva ante la reciente derrota de Juntos por el Cambio en el Ejecutivo nacional. Junto a los gestos ultraideologizados del último tiempo, este gastado maquillaje urbano que eligen algunos porteños quizás no alcance para evitar ver de frente la poca integridad que tienen ante una tragedia sanitaria global. Evidentemente, las tapas de diario que busca Larreta para sus votantes dirimen otro drama futuro en estos doscientos kilómetros cuadrados junto al Rio de la Plata.

Cae el telón.