“Pueden venir cuantos quieran,
que serán tratados bien…

Jueves. Las 15 fue la hora señalada para la tarde de un húmedo día de junio. Y para sumarle impacto a la sesión que ya era especial de por sí, por tratarse del primer informe de gestión ante la Cámara, la misma sucedió en el formato remoto o virtual que impone la cuarentena. Así, tanto el discurso del jefe de Gabinete de Ministros como las preguntas de muchos legisladores presentes se tiñeron del tópico pandemia sin poder escapar a su protagonismo: desde la puesta en escena del encuentro al informe –entregado previamente, de 702 páginas que responden las 624 preguntas de los senadores–, a los contenidos políticos y algunas ausencias de última hora (caso del senador Lousteau, que debe permanecer aislado por precaución debido al COVID-19 positivo de la exgobernadora Vidal), todo inevitablemente hace honor a la tan trillada muletilla “convivir con el virus”.

Santiago Cafiero, en su primer informe en la Honorable Cámara de Senadores de la Nación, presidida por la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, resaltó los lineamientos principales de la gestión que el presidente Alberto Fernández inició el 10 de diciembre de 2019 –sí, increíblemente todo lo que vivimos pasó sólo en seis meses–: el desarrollo federal, el fortalecimiento de la ciencia y la educación, la reactivación de la economía y la lucha contra el hambre. Su alocución inicial duró poco menos de una hora y comenzó echando luz a la comentada demora –no sin malicia en algunos casos puntuales– de su concurrencia a la Cámara. Por supuesto, el argumento se centró en cuestiones relacionadas a la pandemia que interrumpió el orden natural de las sesiones. “Desde el 1º de abril la Jefatura de Gabinete se puso a disposición para brindar su informe, la pandemia lo hizo dificultoso pero gracias al trabajo de esta Cámara y a partir del trabajo de las autoridades se pudo poner en funcionamiento rápidamente la tarea legislativa y podemos estar el día de hoy dando cumplimiento a este mandato constitucional ”, dijo, para luego agradecer en nombre del presidente por los acuerdos y la aprobación de las leyes de emergencia ante la situación de emergencia sanitaria. “Para nosotros no es solamente declamativo el valor de la democracia, para nosotros es central que exista un diálogo democrático entre los distintos poderes y áreas de gobierno, en este caso podemos dar cuenta de que ha habido en este tiempo más sesiones que durante el año pasado, que ha habido 65 presentaciones de funcionarios nacionales en ambas cámaras, que ha habido en este tiempo dos reuniones de alto nivel político del presidente de la Nación con los jefes de bancadas. Para nosotros es importante que la palabra democracia no se quede solo en palabras, sino que se refleje en hechos”, agregó el jefe de Gabinete.

Tras citar a Néstor Kirchner y Alberto Fernández, el jefe de ministros pasó a detallar la situación recibida respecto a los problemas más conocidos por todos los argentinos: inflación, endeudamiento, pobreza, desocupación. Alrededor de “230.000 puestos de trabajo privados se perdieron durante el 2015 y el 2019, y cerraron 25.000 Pymes”, subrayó mientras disparaba también sobre el caballito de batalla de la administración anterior: “el 60% de las obras estaban paralizadas en la Argentina y 33.000 millones de pesos se adeudaban en la cartera del ministerio de Obra Pública, suma que debía haberse destinado a motorizar el crecimiento nacional”. Un comentario específico fue dedicado al empobrecimiento de los argentinos: los tarifazos en los servicios públicos que impactaron sobre las familias de toda índole social; los cinco millones de argentinos y argentinas que estaban endeudados con la ANSES y, finalmente, la política económica que, favoreciendo a un capitalismo especulativo y financiero, derramó endeudamiento sobre toda la población. El informe, a diferencia de otras opiniones vertidas luego en algunos medios hegemónicos, destacó por un alto volumen político. El funcionario no rehuyó a ningún requerimiento de ningún sector de la oposición, como tampoco esquivó a reconocer abiertamente la situación de franco deterioro en la que se encontraba la Argentina al asumir el gobierno en diciembre.

“Nuestro país claramente ya estaba en pandemia”, sentenció.

Un nuevo mapa

El gobierno debió reprogramar las políticas y armar un nuevo mapa del Estado, con nuevas herramientas para ejercer el mandato popular que había recibido de las urnas. Ese mandato popular, que fue muy claro, lo que demandaba era un cambio de rumbo de la política nacional; y ese cambio comenzó a gestarse con la Ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva como puntapié inicial y muy importante. Para cambiar las prioridades, “el nuevo mapa del Estado incorporaba por ejemplo un Ministerio de Salud, un Ministerio de Ciencia y Tecnología, un Ministerio de Trabajo e incorporaba también como parte de la agenda que era crear el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad”, recordó el jefe de Gabinete a los presentes en el recinto y a través de las pantallas. Enumeró también las herramientas con las que el gobierno comenzó la batalla contra el hambre, la tarjeta Alimentar, los aumentos y bonos a jubilados, los medicamentos gratis que otorga el PAMI, entre otros. “Cambiaron las prioridades, gobernamos para los muchos que trabajan y no para los pocos que especulan”, definió.

El 19 de marzo el presidente dictó el Aislamiento Preventivo Obligatorio y desde ese día informó que el gobierno empezó a fortalecer el sistema de salud, iniciando un ciclo sin antecedentes en nuestro país, con apoyo a los organismos de la salud y de la ciencia, construcción de 12 hospitales modulares y creación de la Unidad COVID-19 en el Ministerio de Ciencia, desde donde los científicos pudieron avanzar con las investigaciones como las de los nuevos kits de testeos rápidos y el Programa Detectar para los barrios populares en conjunto con las organizaciones barriales en el territorio. “Nosotros decidimos que desde la ética del cuidado y desde la ética de la solidaridad íbamos a avanzar en el cuidado de la salud y de la integridad de las familias argentinas”, expresó.

El jefe de Gabinete destacó en todo momento el diferencial de las políticas que se implementaron –que pueden ser insuficientes, aclaró–, ya que claramente muestran hacia donde está orientada la gestión de gobierno: atender a todos los sectores y sobre todo a los más vulnerables. Enumerando los aumentos en los pagos de la AUH, el programa de Precios Cuidados, la suspensión de corte de los servicios públicos, el pago del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), el Programa ATP destinado a pagar el 50% de los sueldos de empresas privadas, líneas de créditos para trabajadores y monotributistas a tasa cero, entre otros, quedó expuesto que se pretende construir consensos, escuchar todas las voces, pero que no se abandonarán las prioridades del peronismo en el gobierno, ni se negociará la lectura sobre los errores y las decisiones políticas que nos dejaron en esta situación para afrontar la etapa que viene.

Señal que cabalgamos…

Sin duda, fue el acto más importante y certero de Cafiero hasta el momento. La solidez podría marcarse no solo en los argumentos con que ratificó las posiciones del Ejecutivo, sino también en un acento constante sobre la tradición democrática de nuestro país, que quedó demostrada en el traspaso de gobierno de 2019 –contraponiéndose con los conflictos políticos que atravesaba la región– y en las tomas de decisiones consensuadas con todos los gobernadores e intendentes en la posterior situación pandémica. Parado en esa seguridad y en una coyuntura global incierta, expresó: “Hay un libro que todavía no se escribió. A pesar de que no haya certezas de hacia dónde va a ir el mundo, nosotros vemos que hay un debate profundo sobre una nueva arquitectura institucional a nivel global y para la Argentina, y un gran desafío ahí de discusión franca y democrática, porque hay una Argentina informal que quedó desnuda y visible a los ojos de todos, esa Argentina que necesite que el Estado le tienda una mano.”

Sobre el final, Cafiero instó a la posibilidad de un nuevo contrato con la ciudadanía basándose en tres pilares, “sostenibilidad económica, sostenibilidad social y sostenibilidad ambiental”. Sobre esos ejes deberá ahora el Ejecutivo propiciar un debate abierto y sostenido que nos brinde los mecanismos adecuados para construir una patria que nos contenga a todos.

Ciertamente el tono fue medido, por momentos conciliador, más de búsqueda que de certezas o sentencias. Esto llamó a la crítica de algunos sectores, luego de aplaudir que, en un país como el nuestro, finalmente se retorne a la proliferación de ideas y debates sin que por ello se llame a persecución o intriga a los oponentes. Sabido es, que cuando de un gobierno popular se trata, aflora cierto gataflorismo. Si Cafiero hubiera elegido un tono más enérgico y certero, más contundente, como le reclaman desde la oposición, seguramente sería criticado por esos mismos sectores por “atropello institucional” o “patoterismo politico”–vivimos la operación esta semana, sin ir más lejos, por una respuesta simple pero contundente del presidente a una conductora, en un tema claramente de su experticia, a raíz del tema Vicentin–. Como el tono usado por el jefe de Gabinete fue más afable y calmo –tal vez lo más adecuado para esta etapa, donde el regodeo sobre la fragilidad, la vacilación, la debilidad abundan–, parecen extrañar la discursividad filosa y la agudez que también supo esgrimir el peronismo en su anterior período de gobierno. ¿Cuándo darán el verdadero debate sobre los contenidos? ¿Cuándo se atreverán a la propuesta honesta sobre el posicionamiento político? Son las formas las que últimamente parecen encandilar a las luminarias de algunos sectores y, por supuesto, de algunos medios.

El juego es así; y lo expresó el jefe de Gabinete a su manera. “Por convicción, por formación académica y hasta por afecto familiar: creo en la política. Creo que la participación política es ese combustible que necesita la democracia y enriquece las libertades. Creo profundamente que si no hay disensos la democracia está incompleta, pero si no hay justicia social la democracia es impotente”. Nadie sobra.