Gracias a la constancia salvarán sus vidas.
Evangelio según San Lucas

¿Cómo empezó todo esto? Noviembre 2016, si nos referimos a los primeros posteos. Pero eso no es realmente inaugural respecto a SANGRRE. Esta revista fue la forma que encontramos algunos para abrir un espacio –podría haber sido un grupo de estudio, una agrupación sindical, un centro cultural– y recrear un soporte productivo que al mismo tiempo sirviera de excusa para encontrarnos a otros en la misma situación: la derrota.

Quienes empezamos a pensar SANGRRE allá por mayo 2016 llevábamos compartidas batallas perdidas, exilios institucionales, clausuras de época: diciembre 2001, división de la CTA en 2010, triunfo de Macri en 2015. Momentos similares entre sí, donde se desarregla el orden de las cosas –por causas que exceden en absoluto– y, en medio del desasosiego, retorna la cuestión sobre la acción política, la necesidad de mestizar la conversación que se lleva entre pocos con la responsabilidad hacia todo lo demás.

Durante ese primer año, mientras caíamos en las perspectivas concretas de una bruta realidad –despidos, pobreza, crisis, persecuciones, presos políticos– de retracción cultural e intelectual, fascismo doméstico y estructural, un periodismo obnubilado por el poder se encargaba de amplificar las operaciones de la “nueva derecha democrática”. ¿Nosotros? En ese esquema éramos prescindentes. Eso implicaba un freno, un parar, una quietud. No lo recordamos hoy con la carga emotiva que antecede a la autocompasión. Para los que hacemos SANGRRE, quietud y movimiento no están separados entre sí de un modo administrativo. La quietud engendra en sí lo subordinado y lo obliga a una claridad de decisión que ya es parte de un nuevo movimiento. Cuando comienza eso productivo, sí ya es en ausencia de todo lo demás, incluso de su pasado: en ese sentido, SANGRRE es efectivamente inaugural, es el movimiento que hicimos ante un plan salvaje que desconocíamos antes de diciembre 2015.

2017 lo empezamos charlando con Alberto Fernández y lo terminamos en la calle entrevistando a los que encabezaban la protesta contra la Reforma Previsional en el Congreso. En el medio, seguimos las luchas de los Centros de Estudiantes Secundarios contra la implementación de la “Secundaria del Futuro”, a las organizaciones sindicales que se plantaban ante el modelo del gobierno del PRO; publicamos el Seminario sobre peronismo y pensamiento que llevamos adelante durante 2016 en la Facultad de Periodismo de la Universidad Nacional de La Plata cuando nos juntamos para intentar  comprender el hacer político-popular argentino con María Pía López, Daniel Rosso, Horacio Rovelli, Javier Trímboli, Gustavo Bellingeri, Ceferino Namuncurá y Roberto “Robi” Baradel. Gina Del Piero, Mariano Vázquez y Gabriel Reches acercaron su colaboración constante mientras el arte de Ale Leonelli nos daba identidad. Las duplas de Horacio Fiebelkorn y Ana Celentano –con sus crónicas ilustradas–, Oldemar Cimadoro y Emilio Sadier –con el fantástico Bestiario– y Karina Arellano y Lucía De Gennaro –con sus ensayos siempre con la sangre en el ojo, enfocados en la experiencia de habitar un presente muchas veces arduo– dieron estructura a los primeros pasos de la revista.

2018 lo empezamos cubriendo la marcha contra las políticas de ajuste convocada por Camioneros, la Corriente Federal y otras organizaciones sociales, y lo terminamos presentado la primera temporada de La pasión según…, nuestro proyecto de microprogramas producido con la incorporación del vibrante equipo audiovisual a cargo de Mariano Gerbino. El año estuvo centrado en la discusión crítica sobre políticas de Estado: una serie de entrevistas a referentes de la salud, la educación, el desarrollo económico, de telecomunicaciones, vivienda, transporte, seguridad, alimentación, niñez y cultura. La apertura que ofrecieron compañeros preocupados por difundir esa reflexión e hilar fino en cada una de las problemáticas –junto con las fotos de Patricia Almazán, César Marini y Marcelo Aranda– permitió que fluyera energía vital por la revista y fuera trasmitida por redes gracias a Facundo Suárez.

Si durante esos años habíamos establecido un diálogo particular con la política, en el 2019 SANGRRE terminó de trazar su grado cero. Algo debía indefectiblemente resignificarse. Hubo solo una decisión que asumir: construir desde los cimientos de la vida, apostar a la superación posible, devenir vital a toda costa. Ante la insinuación de que no quedaba nada por hacer en 2019, SANGRRE empezó a correr por todas las arterias que llevaban hasta los rincones del país donde se decidía el establecimiento de otro horizonte colectivo: se renovó y oxigenó en el encuentro con compañeros como Laura Soto de Rio Negro, Alberto Costa y Emma Gugliardo de Neuquén, Nahum Mirad de Córdoba, Fernando Bustamante de Tucumán, Matías Sotomayor de San Juan, José Glinski de Chubut, Rodolfo Costa de Santa Fe, Hugo Retamar de Entre Ríos, Ramón Burgos de Jujuy, Pablo Bicego de Mendoza y todos los amigos que nos acercaron contactos, visiones, ideas fuerza: German Calvi, Fernanda Capillas, Silvina Hermosa, Osvaldo Nemirovsci, Gabriela Carpinetti, Javier Altrudi, Chavo Arreceygor, Beto Pianelli, Bruno Nápoli, Nahuel Curra; los entrañables e históricos Pablo Zisman, Corina Alaniz, Diego Baccarelli, Pepa Girondo, Laura Schargorodsky, Mariel Bomczuk, Hernán Vázquez, Raúl Armisen, Sergio Suárez, María Méndez, Silvana Pazos, más todos los que no estamos nombrando pero compartimos una verdad: la vida de los argentinos importa.

Retomando las palabras que dijimos a inicio de este 2019 que nos deja en el umbral de una nueva Argentina: SANGRRE ya transita el tiempo posterior a la decadencia y la tristeza que nos convocó a crearla. Dijimos en marzo que la hora de nuestra travesía había llegado, que íbamos a dejar atrás la miseria porque afortunadamente teníamos donde ir y así fue: ustedes leyendo es el abrazo al final de nuestro destino. ¡Gracias!