Falta menos de un mes para las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), primer capítulo de los comicios nacionales por los cuales Argentina elegirá, entre once candidatos, al próximo presidente. La definición será entre el Frente de Todos, que lleva la candidatura de Alberto Fernández, y la alianza Juntos por el cambio, con la que el presidente Macri aspira a su reelección. Aunque hoy el espacio peronista lidera en intención de voto tanto en las PASO como para la elección de octubre y en un posible ballotage, el oficialismo apuesta a una estrategia de extrema polarización para tratar de captar a los aún indecisos por medio del tono agresivo, la descalificación del rival y una enorme publicidad de la escasa gestión de gobierno.

En simultáneo se vota en el distrito más importante del país: la provincia de Buenos Aires, que, por representar casi el cuarenta por ciento del padrón electoral, históricamente ata su suerte a la de quien llega a presidir el país. Por esto, el derrumbe de la aprobación presidencial en el Conurbano –en particular en la Tercera Sección Electoral, donde casi cuatro millones y medio de bonaerenses están habilitados para votar– complica las chances de reelección de la gobernadora Vidal, mientras que potencia la fórmula Kicillof-Magario al compartir la boleta junto a la fórmula Fernández-Fernández. Este caudal de votos y la unificación del peronismo bonaerense aporta seguridad a las performances municipales, tanto para los intendentes que buscan su reelección como para quienes intentan destronar a jefes comunales de Cambiemos. En un proceso inverso, los intendentes del oficialismo –como Diego Valenzuela en Tres de Febrero, Jorge Macri en Vicente López o Gustavo Posse en San Isidro– promueven la municipalización de la elección y hasta el corte de boleta. Cada uno de los escenarios municipales se vuelve así prioritario, no solo para saber quién gobernará la provincia sino por cómo impactan estos votos en las fórmulas que se presentan a nivel nacional.

Guillermo Chaves

Conversamos con Guillermo Chaves, magister en Ciencias Políticas y abogado de la Universidad Pública, integrante del Grupo Callao, asesor de Felipe Solá y parte del equipo de campaña de Alberto Fernández, sobre las expectativas del Frente de Todos de cara a las próximas elecciones y al entramado de una nueva Argentina.

A un mes de las primarias, ¿cuál es la perspectiva del Frente para Todos para la elección nacional, luego de esta primera recorrida que está terminando de hacer Alberto Fernández en cada una de las provincias?

Creo que en el proceso del Frente, y de cara a las primarias de agosto, hay que marcar tres momentos. El primer hito fue la definición de la fórmula que contiene tres características importantes. La primera es el gesto de Cristina de saber leer la coyuntura nacional, política y, desde esa lectura, la generosidad de correrse del centro de la escena ya que, como ella misma expresó, su candidatura generaba resistencias. La segunda es la elección de alguien que expresa capacidad de diálogo, de negociación, y, además, el conocimiento del Estado y la posibilidad de administrarlo con éxito en la crisis. Cuando fue Jefe de Gabinete de Néstor Kirchner a partir del 2003, y durante los años que estuvo en el gobierno, Alberto demostró esas cualidades. En tercer lugar, habla muy bien de ambos su reencuentro luego de las duras críticas de Alberto hacia el gobierno de Cristina. Porque demuestra cómo ella observó, tuvo en cuenta muchas de esas críticas y decidió desde ese lugar conformar esta fórmula, que, además, cuenta con toda la potencia del volumen electoral que aporta la expresidenta.

El segundo mojón del proceso es la conformación de un frente electoral amplísimo, un Frente de Todos que sumó no son solo actores políticos, como la incorporación de Sergio Massa y el Frente Renovador, sino incluso algunos movimientos sociales o sindicatos que se habían alejado del kirchnerismo. Esto permitió amalgamar un frente unido en la diversidad. Es decir, fuerzas y sectores con matices, pero unidos en el objetivo de terminar con un gobierno que aplica políticas muy dañinas para el pueblo. La unidad implica también la interpelación a sectores sociales que quizá no estén politizados pero se sienten defraudados por este gobierno, que creyeron que este gobierno les iba a brindar mayores posibilidades que la gestión anterior, una evolución en el bienestar y ocurrió todo lo contrario.

Por último, en relación al recorrido nacional, el Frente suma la presencia trascendental de los gobernadores. Hay gobernadores muy importantes, como Juan Manzur de Tucumán, Gustavo Bordet de Entre Ríos, Omar Perotti de Santa Fe, que en algún momento se pensaba que podían tener una actitud equidistante pero que hoy están comprometidos con la suerte del Frente de Todos en las próximas elecciones. Y en el mismo sentido, por supuesto, los intendentes de la provincia de Buenos Aires, que harán también un aporte central.

Respecto a provincia de Buenos Aires, ¿cómo es este aporte que mencionás en los distintos distritos, municipios? ¿Cuáles son las regiones más importantes y las mayores debilidades para recuperar la provincia para el peronismo?

Nosotros tenemos dos secciones electorales que son muy importantes para el peronismo. Por un lado, la Tercera Sección Electoral, en la que históricamente hemos tenidos buenos resultados: hoy, más que nunca, la fórmula nacional complementada con la provincial le da mucha potencia electoral a nuestra propuesta en la Tercera Sección. Y después está la Primera Sección Electoral, en la que en 2015 no tuvimos resultados tan buenos y perdimos con Vidal: en ella Massa tuvo una muy buena performance con su candidatura presidencial en ese año, por lo que su incorporación al Frente de Todos nos pone en una inmejorable situación. O sea, estamos muy bien en la Primera y en la Tercera Sección, y tenemos que mejorar en el interior de la provincia.

Pero sabemos que en toda la provincia de Buenos Aires hay un descontento muy grande con el gobierno nacional y la imagen de Macri está muy devaluada, porque las políticas han tocado todos los aspectos sensibles de nuestra sociedad. No solo del orden de la calidad de vida, sino que han destruido lógicas muy elementales: el deterioro en materia de salud pública, en materia de educación, la depreciación del salario, la inflación descontrolada. Todas esas son cuestiones que afectan lo cotidiano de la vida de la gente y que la población las ha sentido en toda la provincia. Para nosotros será fundamental tener una muy buena performance en las PASO de agosto para que eso allane el camino a octubre.

En relación con la tercera fuerza, la que conforman Lavagna y Urtubey, que en los últimos quince días se debilitó por la polarización de las dos fuerzas mayoritarias, ¿hay alguna estrategia desde el Frente de Todos con los municipios, organizaciones, actores políticos que están hoy contenidos en ese armado que todavía tiene cerca de un diez por ciento de intención de voto?

La conformación de la fórmula del Frente de Todos debilitó mucho el perfil de esta tercera fuerza. Quienes promovían a Lavagna intentaban mostrar a alguien que terminara con la grieta y pudiera gobernar el país en la crisis, una crisis como la del 2003. Pero Alberto era el Jefe de Gabinete en aquel momento, entonces ¿quién mejor que él para conocer la salida del laberinto?  Al mismo tiempo, con su personalidad, con su capacidad de negociación, de diálogo, el 10 de diciembre necesariamente termina la grieta. Entonces, quedó desdibujada la opción de Lavagna desde el momento en que Alberto es candidato.

Como ustedes dicen, hay una tendencia a la polarización, promovida desde distintos sectores y los medios de comunicación. Eso hace que se desdibuje la tercera fuerza, nos hace crecer a nosotros, aunque haga crecer también al gobierno, y nos acerca a un triunfo en primera vuelta. En algún momento se pensaba que, con una performance de Lavagna que no dejara al macrismo alcanzar el treinta por ciento de los votos, nosotros podíamos sacar un cuarenta por ciento para obtener el triunfo en primera vuelta por los diez puntos de distancia. Ahora esto ya no es así, pero nosotros estamos muy cerca del cuarenta y cinco por ciento. O sea, ya no necesitás diez puntos para ganar, necesitás un solo voto. La polarización, entonces, se podía ver como algo no muy deseable, porque Lavagna le podía sacar votos a Macri, pero ahora cada voto útil en contra del gobierno necesariamente viene con nosotros.

La polarización es irreversible. La tercera fuerza puede llegar a tener en las PASO un número interesante, alrededor de los diez puntos, pero creo que para el 27 de octubre se va a derrumbar esa alternativa, porque la gente va a votar a favor o en contra del gobierno.

¿Cómo influye la campaña que acaba de alinear el PRO contra el Frente de Todos, donde parece que todo vale, donde se permiten cualquier tipo de enunciación de descalificación de todo orden a los principales candidatos del Frente, Alberto Fernández, Axel Kicillof, pero también a otros dirigentes referentes del peronismo?

Se han roto todos los códigos. La política en estos tres años y medio cambió en Argentina. Se han copiado prácticas de otros países. La campaña sucia no era una práctica habitual en nuestra democracia, pero lamentablemente llegó. Nosotros tratamos de interpelar a la sociedad y a nuestros adversarios políticos con armas legítimas, que son nuestras propuestas y mediante la crítica a las propuestas de ellos, pero no bajo el intento de sacarlos de la cancha o deslegitimarlos en términos democráticos. Porque, además, el juego sucio lo que hace es escupir para arriba: degrada a la democracia y eso, a la larga, nos perjudica a todos.

Creo que, al no tener ningún tipo de propuesta, ellos intentarán llevar una campaña a través de la mentira descarada: o sea, falseando datos, haciendo uso de fake news, promoviendo descalificaciones personales. Van a hacer una regla de esto y vamos a tener que saber manejarnos con esa situación, sin caer en su juego, sosteniendo nuestra mirada propositiva, marcando la decepción de los argentinos con este gobierno y mostrando el camino de la esperanza. Creo que sobre estos dos ejes –la decepción con ellos y la esperanza nuestra– vamos a poder superar las campañas de difamación y de odio. Es cierto que vivimos en una sociedad muy sensibilizada, en la que se ha fomentado mucho lo negativo, la violencia verbal, el odio, y nos va a costar muchos salir de eso. Lamentablemente es el escenario que nos toca atravesar, y es el mayor desafío que tenemos. Si superamos eso, vamos a ir a un triunfo electoral claro. Para desarmar la lógica que el oficialismo propone, tenemos que tratar de relacionarnos con la sociedad de la manera más sencilla y más sincera posible, para que las maniobras de ellos queden expuestas, y que lo que verdaderamente importa –lo que cada uno le proponemos a los argentinos– esté sobre la mesa y que la sociedad elija en función de eso. Ese es el gran desafío.