Más allá de los números que se manejan sobre la diferencia con la que Gerardo Morales ganó la elección provincial hace cuatro años o el margen con el que va a ganar ahora –hay encuestas que hablan de cerca de diez puntos abajo respecto de la elección anterior–, lo seguro es que este domingo el oficialismo ganará y no hay en estos cuatro años de gestión un nivel de desgaste que ponga esto en duda. Incluso con los problemas que enfrenta la provincia y con lo que implica estar a cargo del ejecutivo provincial en esta crisis nacional, Morales sacará un porcentaje importante de ventaja, ya que mantiene un alto nivel de apoyo en Jujuy.

Son varias las razones por las que el peronismo –que hoy se presenta en tres expresiones diferentes– no puede ganarle a Morales en esta elección. No es que no sea un partido representativo a nivel provincial. De hecho, el peronismo gobernó Jujuy por treinta y dos años, pero ha sido su gestión y un mal manejo del poder –aún durante el kirchnerismo– lo que explican su caída y su lenta recomposición. En este sentido, lo que sí perdió el peronismo jujeño, en esta coyuntura donde sabía que no iba por la victoria provincial, fue una gran oportunidad de renovarse.

Sin ir más lejos, Adrián Mendieta, actual candidato a vicegobernador por el Frente Justicialista –hoy intendente de una ciudad pequeña, El Carmen–, es una figura que representa cierta idea de renovación, más allá de su cercanía a dirigentes históricos del peronismo; pero esa potencialidad se diluye en la fórmula junto a Julio Ferreyra como candidato a gobernador. Ferreyra –funcionario del Registro Civil durante muchos años– es alguien que ha desconocido la dictadura militar, ha puesto en tela de juicio el banco de datos genéticos y, siendo funcionario del Registro, estuvo en contra de las políticas migratorias que se generaron durante el kirchnerismo como el Programa Patria Grande. En ese sentido, Mendieta se perjudica junto a alguien que expresa lo peor del peronismo de derecha, y pierde chance de mostrarse como renovación, al menos en esta elección.

La lectura de la candidatura de Ferreyra, por otro lado, representa más un invento mediático que una construcción política. Por lo tanto, su aparición no modificará el escenario de polarización instalado desde la elección del 2015 que ganó Morales por varios puntos. Por un lado, no hay precisiones sobre cuánto podrá sumar su figura, y, al mismo tiempo, hay algunas certezas de lo que resta entre los sectores más progresistas de la provincia. Incluso si en esta polarización la diferencia entre Morales y el peronismo termina siendo menor el próximo domingo que en la elección anterior, será difícil pensar que fuera más debido a la irrupción de Ferreyra que al arrastre negativo de Cambiemos a escala nacional.

Para Guillermo Snopek, candidato del Frente Juntos por Jujuy y otra de las alternativas que se identifican con el peronismo, no sobran los calificativos para definirlo. Se trata de un personaje cercano a Morales –con quien luego ha tenido sus disputas familiares y políticas–, que fue y vino por distintas plataformas políticas electorales sin demasiada impronta.

Paula Álvarez Carrera, candidata a gobernadora por el Frente Unidad Ciudadana, intenta expresar al kirchnerismo –aunque haya sectores de la agrupación que están dentro del Frente Justicialista– y es la abogada defensora de Milagro Sala; por lo tanto, tiene una clara vinculación con la organización Tupac Amaru y su disputa en el terreno público y político. Su propuesta electoral va claramente en ese sentido.

Cabe aclarar que la política de Morales contra la Tupac Amaru es de un altísimo consenso en Jujuy. Más allá de la decisión y las opiniones de la Corte Suprema de la Nación y de los organismos internacionales de Derechos Humanos acerca de lo arbitrario del encarcelamiento de la dirigente social, este sigue siendo uno de los ejes del discurso del gobernador. La defensa de Milagro Sala en distintos sectores políticos ha sido bastante pobre. A excepción de los sectores nucleados en Unidad Ciudadana y del PTS, no ha habido una defensa activa de la figura de Milagro en los partidos políticos. Ha habido silencio en muchos casos y, en otros, algún acompañamiento al principio, sin continuidad. En este proceso, los movimientos sociales han quedado muy desmovilizados y golpeados. La Tupac Amaru está prácticamente desarticulada. Los demás movimientos sociales son periféricos y pequeños, aunque algunos presentan candidaturas, como la del “Perro” Santillán, quien también va como candidato a gobernador.

El panorama opositor en Jujuy expresa cómo las distintas vertientes del peronismo no han podido encontrarse en un nuevo proceso de recomposición y renovación. Tampoco han llegado con los tiempos: no contribuyó a un posible proceso de unidad el hecho de cerrar las listas provinciales antes del lanzamiento de la fórmula Fernández-Fernández, consecuencia de un cronograma de elecciones tan adelantadas a las nacionales. Las discusiones, los acuerdos y las rupturas que se produjeron antes de esta decisión del peronismo a nivel nacional hoy se podrían realizar y desarrollar de otra manera, evaluarse bajo otra mirada. Quizás en otro escenario la figura de Mendieta hubiera podido encolumnar tras de sí a las diferentes expresiones opositoras existentes y darle una nueva oportunidad al peronismo. Pero esto quedará para otra vuelta.