Héctor Amichetti es secretario general de la Federación Gráfica Bonaerense, que integra la Corriente Federal de Trabajadores y el flamante Frente Sindical por el Modelo Nacional, que realizó hoy su primera acción pública en una multitudinaria marcha a Luján por Paz, Pan y Trabajo. Amichetti habló con SANGRRE sobre este nuevo agrupamiento sindical, su relación con las problemáticas que atraviesan los trabajadores y la organización de una salida política con representación y decisión de dar respuesta a la realidad de las mayorías populares en Argentina.En principio, te preguntamos sobre la movilización del 20 de octubre a Luján. ¿Bajo qué objetivos y sobre qué armado se produce esta convocatoria?

La movilización a Luján es la primera expresión en la calle del Frente Sindical para el Modelo Nacional. El Frente es la confluencia de más de setenta organizaciones que están intentando llevar adelante lo que no ha surgido desde la CGT: un plan de acción sindical que tenga continuidad. No quiero decir con esto que el planteo del Frente es disputar espacios con la CGT, sino que entendemos que las problemáticas que hoy enfrentan los trabajadores hacen necesario que, desde el movimiento obrero, y con una actitud abierta hacia todas las expresiones que están luchando porque sufren este modelo, se motoricen, se hagan visibles acciones permanentes que puedan canalizar todas esas demandas.

Luján es el primer hecho masivo del Frente Sindical, que está planteado no solo para unir a los trabajadores sino a otros movimientos en un acto de fe, en un acto humanista de lo que debe ser un proyecto de país. Luego continuaremos con otras acciones: la más inmediata es la movilización del 24 de octubre contra el Presupuesto 2019 que presentó el gobierno y que pretende aprobar en el Congreso.

¿Hay en esta elección de Luján un intento de relacionar una postura de la Iglesia a partir de la asunción de Francisco y su reivindicación de una visión más humanista que coincide con los postulados también humanistas del peronismo o de la tradición popular en Argentina?

Creemos que ir a Luján tiene un significado especial en este momento, en función de la postura que está teniendo la Iglesia a nivel mundial, con un fuerte cuestionamiento al modelo del neoliberalismo que desprecia el trabajo, que descarta seres humanos. Esto acá en Argentina tiene una presencia muy fuerte a partir de la renovación del Episcopado: hemos visto un mayor compromiso de la Iglesia con las problemáticas sociales, generando ámbitos donde la propia Iglesia interviene para unir a los sectores y buscar caminos de salida a distintos problemas. Es importante entender que lo que está pasando en Argentina no está aislado de lo que pasa a nivel mundial, donde hoy pareciera que mandan las finanzas, las grandes corporaciones y el trabajo es una cuestión complementaria. En los últimos meses vimos cómo el sistema financiero  especulativo puede reproducir su capital sin el menor riesgo de inversión y producción. Mientras tanto, se destruyen la industria, los puestos de trabajo y se instala la idea de que sobre el modelo de la especulación financiera, de la explotación de los recursos naturales y los bienes primarios y de la exportación va a darse la salida de Argentina. Sin importar cuál es el costo humano de todo esto.

En esa misma línea, empresarios industriales volvieron a plantear que la salida de la crisis inflacionaria es la implementación de la reforma laboral. ¿Creés que se va avanzar nuevamente sobre eso, a pesar de que fracasaron el año anterior con su implementación?

El propio presidente dice que la “inserción inteligente” de Argentina en el mundo es la baja de los salarios reales de los trabajadores. Ellos plantean que ese es uno de los grandes logros de esta gestión. A mí me da la impresión de que hay una parte del sector industrial para la que es muy contradictorio este planteo. Por un lado, se podrán sentir cómodos con algunas cosas de este presidente pero, a su vez, están sintiendo los efectos negativos de esta política. Y me parece que, aunque no planteen nunca que la discusión central es el modelo o el proyecto de país, buscan medidas a largo plazo para modificar aquello que le molesta desde lo más profundo de la historia y que tiene que ver con el modelo de país popular. Cuando el presidente habla de “más de setenta años de problemas”, habla del peronismo, de los derechos laborales, de los convenios. Ahora, al mismo tiempo, para una parte del sector industrial, avanzar sobre eso es suicida, porque se ataca la misma lógica económica con la que ellos crecen. En muchos de los documentos del movimiento obrero argentino se plantea, en la convocatoria a los distintos sectores nacionales, un llamado a la industria nacional. Con quienes, si bien hay una disputa sobre los salarios, los convenios, sobre cómo se distribuye la riqueza de una empresa, hay algo de la dinámica económica sobre lo que se camina juntos.

Hay sectores industriales que tienen que definir de qué lado están: si de un país que desarrolle el mercado interno, por lo cual necesita familias con capacidad de compra, o si quieren trabajadores explotados para poder competir ya no sé con quién, porque tendríamos que tener niveles de esclavitud para competir con el sudeste asiático.

Y, además, esto se propone a contramano de lo que ocurre en el mundo: porque muchos países, frente a la política de la apertura económica global, están protegiendo y subsidiando su industria nacional, sean países desarrollados o subdesarrollados. Ningún país que no defienda su mercado interno, su industria nacional, puede ser un país que tenga decisiones propias. Seguirá siendo un país dependiente.

Después de este puntapié inicial, como vos llamaste al acto de Luján, ¿este Frente Sindical terminará en un armado más institucional, que vaya a disputar la CGT, o funcionará bajo un plan de acción en paralelo a los distintos planos institucionales?

Nosotros integramos la Corriente Federal, desde la cual planteamos desde el primer momento que asumió este gobierno que el movimiento obrero tenía que unirse a través de su línea histórica: los programas como La Falda, Huerta Grande, Los 26 puntos de la CGT de [Saúl] Ubaldini. Porque nuestra lucha no es solo por las reivindicaciones laborales y porque entendemos que lo que hace a un sindicalismo fuerte tiene que ver siempre con la defensa de un modelo de país. Planteamos 27 puntos, propusimos en la CGT que la unidad de acción tenía que ser con otros sectores y en base a la discusión sobre un modelo nacional, porque no creíamos que la unidad solo en base a un acuerdo de dirigentes fuera una unidad fuerte y duradera. La práctica demostró que teníamos razón, porque la CGT estuvo bastante dubitativa frente a las posturas del gobierno, confió en un dialoguismo que fue absolutamente infructuoso y del que no sacaron absolutamente nada. Y algunos gremios se fueron dando cuenta en el camino. De hecho, el Frente Sindical está conformado por gremios que hasta hace un año pensaban que todavía podían llegar a salvar algún sector de la industria, algún convenio colectivo, y que hoy se dan cuenta que este modelo necesita lo que planteó en IDEA [Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina] el propio Presidente: la reforma laboral con la que eliminar los derechos de los trabajadores, flexibilizar y precarizar el trabajo. Bajo la excusa de que tenemos economía informal y que, para insertar trabajadores, hay que facilitar el empleo reduciendo derechos laborales.

Creo que el Frente Sindical para el Modelo Nacional crece en volumen producto de la propia realidad que nos impone un proyecto implacable en su enfrentamiento con los trabajadores. Confluye con CTA, con quienes desde el primer momento también desde la Corriente Federal movilizamos en conjunto. El año pasado en el intento de avance de la reforma laboral y luego con la reforma previsional que logró aprobar el gobierno pero con un costo enorme: la unidad en la acción de la Corriente, la CTA, el moyanismo se viene dando muy fuerte. Lo que hace ahora es tomar más cuerpo. El Frente delinea un plan de acción con mayor continuidad y, a su vez, permite una apertura hacia otros sectores: desde el movimiento obrero puede confluir hacia un gran frente nacional donde se unan los intereses de los distintos sectores de la sociedad que padecen este modelo. Veo un escenario donde van a ir creciendo esos puntos de unidad; el gran desafío es no dejar a ningún sector en una pelea aislada. Ver a los compañeros que pelean en los ingenios de Salta, o los compañeros de Río Turbio, los de Telam o los del Hospital Posadas y tener la gran responsabilidad de entender cómo unimos esas luchas. Y a todos los que están convencidos de que no solo debemos unirnos para poner freno a esto, sino de ir preparando el terreno en Argentina para otro gobierno que defienda los intereses populares.

Y en ese sentido ¿cuál es el aporte especifico que ustedes ven en ese armado que debería llevar el sindicalismo y los movimientos sociales de resistencia, de qué manera contribuye el Frente Sindical a que eso sea posible?

Yo creo que desde un gran frente que unifique las diversas luchas o problemáticas sociales se puede ayudar a ordenar la política. A veces, quizá por la misma crisis política, la expectativa está en la palabra de un dirigente u otro, y hay alguna mezquindad en el cuidado de los espacios propios. Hay una cierta distancia con problemáticas de las organizaciones sociales en los barrios donde se vuelve cada vez más difícil responder a las cuestiones más simples de la rutina diaria como los alimentos. O en las situaciones de las organizaciones sindicales, que todos los días tenemos despedidos o conflictos. Nosotros tenemos una dinámica de contacto permanente con esos problemas diarios y la unidad de eso con los distintos actores políticos podrá ir ordenando todo. Quedarán excluidos, por supuesto, aquellos que tienen intereses muy particulares. En el peronismo, en los períodos de resistencia, la unidad siempre era una premisa: era la posibilidad de recuperación del gobierno, de tomar decisiones autónomas. Los dirigentes que no tengan tanto diálogo con las problemáticas de resistencia hoy tendrán cada vez menos espacio en la sociedad. Porque seguirá habiendo un sector en la sociedad que estará de acuerdo con lo que está haciendo este gobierno, pero aquel que quiera representar a los sectores nacionales y populares deberá ir tomando definiciones. Y, para nosotros, esto de ir uniéndonos en la lucha hará que muchos dirigentes opten. En la aprobación del presupuesto, por ejemplo, habrá una definición muy clara: los sectores sociales que están en lucha tienen muy claro por qué hay que rechazar al presupuesto en el Congreso. No solo por el recorte planteado por el FMI: como Frente Sindical nosotros le fuimos arrimando a todos los bloques opositores –porque no dejamos a nadie afuera– los argumentos sólidos sobre la educación, las fuentes de trabajo, el patrimonio del Banco Nación, por los cuales hay que oponerse a este presupuesto.

Lo mismo les pasa en las provincias a los gobernadores. Nosotros las recorrimos, hicimos encuentros locales, provinciales y la situación del interior es muy crítica. La informalidad en el trabajo creció muy fuerte. El ajuste sobre las políticas estatales allí se siente mucho más. No hay hoy posibilidad de empleo del sector privado que absorba el empleo que deja de cubrir el Estado. Y las economías regionales tampoco han estado favorecidas: los pequeños polos industriales del interior están destruidos por esta política. Muchos de los productores primarios enfrentan la importación de productos de otros países. Las provincias están muy empobrecidas y el ajuste que se les requiere desde la Nación a los gobernadores les genera serios problemas.

Nosotros creemos que cuando uno está frente a un proyecto absolutamente destructivo no queda más camino que enfrentarlo. Hoy le ponen el adjetivo de “democrático” a un proceso que está legitimado por las elecciones pero que a su vez se construye sobre factores de poder que recortan derechos. Sectores del poder judicial y de los medios de comunicación generan mecanismos que condicionan las acciones, los votos, las luchas y los derechos de los sectores populares. Desde la Corriente Federal insistimos con que, si pensamos al plano político solo como una salida electoral que dependerá de los candidatos que presentemos y no vemos que se trata de una crisis de grandes dimensiones, no vamos a estar preparados para el grado de ferocidad que van a tener para defender este rumbo que ya fijaron y al que nos condenaron con el endeudamiento. Van a tratar de defenderlo con todos los resortes de poder que tienen a su alcance, para que esa elección sea un camino lo más difícil posible para alcanzar un gobierno representativo de los intereses del pueblo. Ahí hace falta más que nunca que los armados, la lucha, la confrontación, las organizaciones generen un frente que imponga la salida electoral que el pueblo quiere. La revalorización de la democracia, la ampliación de los derechos siempre han ocurrido, también, con el pueblo en las calles. La democracia es, para nosotros, cada una de esas expresiones populares que están atadas a una historia de organización del pueblo argentino, de un modo que quizá no se produzca en otros países de Latinoamérica pero acá aún se da. Y ellos saben que allí tienen uno de sus mayores obstáculos; por eso, fortalecerlo tiene que ser uno de nuestros mayores esfuerzos.